El idioma que empleamos es extraordinario. En Andalucía, nos permite la triple negación, el 'no ni na', que en realidad es sí... o no, porque puede ser hasta irónico. Y el 'por qué no' va por ahí. Echar el fin de semana en la playa en noviembre, "¿por qué no?". O bien uno quiere reforzar la idea, o bien uno va a comenzar con razones para desmontarla. "Vámonos a Conil, Joaquín, ¿por qué no?". "¿Quieres a Conil, Joaquín? ¿De verdad? ¿Que por qué no? Porque mira lo bonito que es Santiponce, y está a diez minutos".
Podrá parecer una tontá esta reflexión. Pero tantas veces pasan los dirigentes de la cosa pública de un significado al otro... Un caso teórico, un supuesto. Una tasa a las cofradías por las salidas extraordinarias. "¿Por qué no?", vino a decir el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, en el programa El Llamador de Canal Sur. Bien es sabido que el sistema tributario tiene dos fines: el recaudatorio y el desincentivador. Cuando uno paga, tampoco le suelen justificar los porqués, pero teóricamente la cosa va por ahí. Y cuando en lugar de impuesto hablamos de tasa, según la teoría del derecho fiscal, se paga porque se usa algo público. Véase, la calle. Como tasas pagan los veladores.
Pues bien, es conocido y reconocido que en Sevilla hay un exceso de procesiones extraordinarias, tanto de hermandades como de asociaciones que ni aparecen en los periódicos. La eterna sorpresa. Sevilla es capital mundial -y regional- de lo cofrade. Uno se mete en un barrio con el coche un domingo o festivo y es la eterna sorpresa: "¿me pasaré 20 minutos en punto muerto, cambiando emisoras, esperando?".
Al poco de decir Sanz en Canal Sur eso de "por qué no" a la tasa, a las horas se ha desmentido y en ABC ha dicho "que por qué no". Podría abrirse el debate. Podría, pero no se abre, no está sobre la mesa. Al poco de llegar, el alcalde hizo levantás en algunas calles del centro. Hoy convertiría a un alcalde del PP en enemigo en el lobby religioso. Tan evidente como eso.
Pero la reflexión se abre a fuerza de lo evidente: ni el propio cofrade está a gusto. El mejor aliado sería el arzobispo, quien mejor pudiera llamar al orden para evitar tanta calle cortada. Que no es por las calles cortadas -esto es Sevilla, no Sabadell-, es porque parece que cansa al propio habitual de este tipo de eventos. El ejemplo está en la Piedad del Baratillo: un acontecimiento extraordinario eclipsado por tanto exceso, donde alguno ya no distingue lo procedente de lo innecesario.
El gasto público en salidas extraordinarias se traduce en horas extras de los policías locales, y hay que tirar de Protección Civil para asegurar un corte de calle. Pero más allá del gasto está el desgaste. Y que se rompa la magia. En casi todo círculo y tertulia improvisada acaba surgiendo otra pregunta: otra salida, ¿para qué?
Caer en la indefinición, decir que sí, y luego que no, que solo dije 'a lo mejor' no parece la mejor estrategia. Aclarar lo que en realidad estaba claro. El "por qué no" inicial era lo que había. No ni ná.
Comentarios