bell hooks en su libro Todo sobre el amor, cuestiona el amor romántico y lo replantea desde formas radicales de pensar el amor. También afirma que no hay forma de volver atrás y que lo único que podemos hacer es seguir adelante.
Por supuesto que el tiempo nunca marcha hacia atrás de la misma manera que las aguas corren hacia abajo y no hacia arriba, por mucho que el cuadro de La Cascada de Escher se empeñe en hacernos creer. Todo lo que ocurre queda sellado como en un cubil donde no llega casi nunca el sol.
Esa es la gran paradoja de Ia vida. La memoria puede revivir lo pasado pero siempre a partir de un filtro que doma nuestros recuerdos y los adapta a la medida de nuestras necesidades.
No vamos a vivir siempre con el mismo rostro, con el mismo cuerpo, con la misma energía. Si lo más bello está en el interior y en el interior solo hay órganos que envejecen, en alguna otra dimensión debe esconderse esa belleza del alma que ningún paso del tiempo puede deteriorar. Pero eso es pura conjetura.
En el mundo de lo efímero que es nuestro mundo real y virtual, todo marcha hacia delante. La experiencia apenas sirve para reflexionar sobre la clausura del ayer y la enseñanza que emana de esa clausura misma.
Cuando somos conscientes durante un momento de que todo pasa, de que no somos nunca los mismos, de que al final solo habrá un cambio que de verdad afecte a nuestra esencia, es cuando la seguridad del hogar, de los amigos, de la afectos, se hace más patente.
La prioridad es sabernos vivos y a cubierto de las danas de la maldad y egoísmo humanos. Sea con la conciencia de que no hay vueltas atrás y aceptarlo, sea desde la pura vivencia del instante sin huecos temporales donde colarse el sin sentido que es la vida.