El niño, porque es niño, sueña. Porque cree ciegamente que lo que sueña, por muy disparatado que sea, es posible. Que realidad es una palabra que se inventó para otro planeta.
A la cama que mañana vienen los reyes y los pequeños, a regañadientes, se hacen los dormidos hasta que caen rendidos por el silencio extraño. En la planta de abajo se sienten pasos de camellos y de hombres azules cuando tan solo debería escucharse el telediario. Felipe González deberá pactar con Manuel Fraga para alcanzar el…
El niño se desvela por unos segundos. Cree ver en el trazo de luz que se dibuja en la pared de su cuarto, sobre el poster de la tortuga ninja, la cola de la estrella fugaz. ¿No crees Luisa que el niño ya es mayorcito pá seguí durmiendo con la luz encendía?
Hoy se marcha otra persona que no volverá. Resuenan ahogadas las campanas del cementerio de La Merced. Si el otro mundo está a cien pasos mal contados, Oriente y sus prodigios no deben de andar lejos. Cuentan que allí nació el habla de las gentes. También la guerra. De hecho, todavía se pueden percibir bajo la arena los lamentos de los heridos en Megido.
El nuevo sol taladra los dormitorios. Las siete de la mañana canta el reloj de cuco. Dios, quitadle las pilas a ese demonio con alas. El sonámbulo de Seattle es un Don Nadie comparado conmigo y mis sueños interrumpidos.
¡Los reyes! ¡Los reyes han venido! El niño grita lo que su razón trata de esconder otro año más. Los reyes no existen soltó el espabilado de la clase durante el último recreo. Pero yo quiero que existan respondió el raro del colegio.
Todo es posible porque se sabe que todo es posible. Un astronauta vestido del Betis, una bailaora dando de comer a un dragón de dos cabezas. Un espadachín embarcando su pelota de reglamento. Una abuela, con billetes de dos mil pesetas, para sus nietos.
¿Y tú? ¿Qué haces todavía aquí? Parezco leer en los ojos abiertos de la niña. Melchor, el de las zapatillas Gorila, no sabe qué responder a la criatura. Dolores, ¿me pones otro cafelito? pregunta el mago a la reina de la casa.
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