El orgullo de ser concejal de pueblo: un aprendizaje político

el concejal de pueblo es un intermediario entre el gobierno local y los ciudadanos, cuya labor es fundamental para el buen funcionamiento de la democracia

Presidente de la asociación de politólogos de Andalucía, PoliticAnd.

Un pleno del Ayuntamiento de Jerez.

Hace muchos años, ser concejal de un pueblo era considerado un cargo menor en la política local. Sin embargo, en la actualidad, este puesto ha cobrado una relevancia especial en la sociedad, convirtiéndose en una plataforma para el aprendizaje político y el servicio a la comunidad. Analicemos el orgullo que implica ser concejal de tu pueblo, así como las oportunidades de crecimiento personal y profesional que ofrece este cargo, también el sacrificio del cargo.

El cargo de concejal de pueblo tiene sus raíces en la antigua Grecia, donde los ciudadanos se reunían en la ágora para discutir los asuntos de la polis, nace el cargo como el municipalismo, recogido en mi libro. A lo largo de la historia, este papel ha evolucionado, adaptándose a las necesidades de cada época.

En la actualidad, el concejal de pueblo es un representante electo por la comunidad local, encargado de velar por los intereses de sus vecinos y gestionar los recursos públicos de manera transparente y eficiente.

El concejal de pueblo tiene diversas responsabilidades, que van desde la aprobación de presupuestos municipales hasta la promoción de políticas públicas que mejoren la calidad de vida de los habitantes del municipio. Además, este cargo implica la representación de la comunidad en eventos oficiales y la resolución de conflictos entre vecinos. En definitiva, el concejal de pueblo es un intermediario entre el gobierno local y los ciudadanos, cuya labor es fundamental para el buen funcionamiento de la democracia.

Aunque el cargo de concejal de pueblo pueda parecer modesto en comparación con otros puestos políticos, su impacto en la sociedad es innegable. Los concejales de pueblo son los encargados de llevar las demandas y necesidades de la comunidad a las instancias gubernamentales más cercanas a la ciudadanía, contribuyendo así a la toma de decisiones que beneficien a todos los habitantes del pueblo, ser concejal de un pueblo es ser Juan, Antonio o Manolo, el hijo o nieto de Fermín el lechero, o Carmen, la modista, sí, aquel que vive en la calle Fernán Núñez y a cuya casa vamos a la 10 de la noche porque la farola de mi casa no enciende, concejal o alcalde las 24 horas del día.

Este 'trabajo' político no siempre va aparejado de remuneración económica, no todos los concejales cobran del erario público, dedican su tiempo en buscar soluciones a los problemas del pueblo, su trabajo no siempre es reconocido, invierten su dinero para el bien de todos, muchas veces asumen gastos de 'protocolo' al reunirse con colectivos, y sobre todo, siguen siendo tu vecino o vecina, al que nunca se le perdona los errores del partido que milita o por el que fue o es concejal.

Yo fui concejal de mi pueblo, un orgullo que nadie me puede quitar, aunque haya que sacrificar algunas cosas en el camino.