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La estatua de la responsabilidad

La originalidad de nuestra época es el entusiasmo, la adulación y el servilismo con los que se entregan los gobiernos a los ricos

05 de marzo de 2025 a las 16:31h
La estatua de la responsabilidad.
La estatua de la responsabilidad.

El poder económico —valga la redundancia— ha tomado al asalto las instituciones (el gobierno, el parlamento, la magistratura, los medios de comunicación...), sin ningún pudor. Hasta aquí no hay novedad histórica.

La originalidad de nuestra época es el entusiasmo, la adulación y el servilismo con los que se entregan los gobiernos a los ricos. Un descaro a la luz del día. Una camaradería obscena. Antes, mucho antes, los poderosos guardaban cierto decoro. Este gesto pretérito de buen gusto lo agradecían los súbitos. Sabían que eran explotados, pero el expolio se hacía en nombre de la Iglesia o de la Patria, debían de ser fieles o patriotas.

Hoy no es necesario el disimulo. Se ha inoculado en las conciencias el convencimiento de que es imposible una alternativa a este estado de cosas. Más aún, que cualquier solución que no interese a estos rebeldes y “simpáticos” antisistemas es pura demagogia, utopía podrida, buenismo o incluso la pretensión malintencionada de traer el caos y el desorden. Hasta el papa Francisco cuando advierte que el mejor ayuno en Cuaresma es pagar salarios justos y no “en negro”, le parece a una parte de sus feligreses un “zurdo asqueroso, comunista, representante del Maligno en la tierra”, como lo llegó a calificar el presidente de su país de origen. Que se necesita tener estómago y ser insolente.

La mayor victoria de esta actitud falsamente antisistema es conseguir el desistimiento de los mejores ciudadanos para que campen a sus anchas los peores gobernantes. Con la bandera de la defensa de la libertad de expresión el tirano instigó el asalto al Congreso de los EEUU para subvertir el resultado de  elecciones libres, y a punto estuvo de lograrlo. Una harca de terraplanistas, antivacunas y descerebrados tomaron al asalto el sancta sanctorum de la democracia americana.

Esta vez, no ha sido necesario mentir y amenazar porque el resultado de las elecciones americanas ha sido el correcto: ganó el Matón. No hay necesidad de denunciar ninguna conspiración. Que sea el primer presidente estadounidense en activo declarado culpable y condenado por 34 cargos federales, es un asunto baladí, un chiste de mal gusto. Si le añades que se comporta como un bravucón, maleducado y estúpido, entonces -siendo el líder de la primera potencia del mundo- el panorama es aterrador.

Viktor Frankl fue un psiquiatra judío, superviviente del exterminio, que escribió un libro extraordinario que se titula El hombre en busca de sentido. De este libro, entresaco una cita a propósito de este dilema:” De hecho, la libertad corre el peligro de degenerar en una nueva arbitrariedad a no ser que se viva con responsabilidad. Por eso yo recomiendo que la estatua de la Libertad en la costa este de EEUU, se complemente con la estatua de la Responsabilidad en la costa oeste”.

A los políticos antes se les exigía altura de miras, coherencia, integridad, que lucharan por la libertad y por la justicia…ahora nos conformamos con que tengan urbanidad y buenos modales. Solo que no sean groseros ni fanfarrones y, si pueden, que tengan un poquito de sentido común.

Pero el sentido común y la responsabilidad son cosas incomprensibles para estos nuevos bárbaros que miran la justicia distributiva con la estupefacción y la oscuridad mental de un mulo que se asoma a un barranco.

(*) Escribí esta pequeña reflexión hace apenas quince días…pero el ritmo de los acontecimientos mundiales envejece y deja obsoleta cualquier reflexión sobre la realidad política actual. Me pasa por escribir sobre lo que no debo.

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