Confieso que soy de esas personas, (no sé si somos muchas o pocas) de las que tenemos el móvil en silencio o como mucho en modo vibración. Prefiero devolver las llamadas y mirar los mensajes cuando me venga en gana. Hay quien dirá que para qué llevo un teléfono, si no suena, considero que es una herramienta útil siempre que no llegue a perturbar mi tranquilidad y paz mental. No soy de esas personas que están obsesionadas con todo lo que se denomina zen, simplemente decido cuando quiero utilizar este aparato y como comunicarme, o lo que es lo mismo valoro el silencio.
La palabra silencio se define como la ausencia total del sonido. Además, el sonido está considerado o al menos debería estarlo como un recurso a emplear para comunicarnos ¿Realmente valoramos el silencio? En mi caso tal vez influya el trabajo que desempeño que normalmente consiste en estar escuchando a las personas durante más de siete horas al día, aunque si me detengo a pensarlo creo que puedo asegurar que, aunque tuviera un trabajo totalmente distinto, necesitaría el silencio en mi vida. He leído que las personas que silencian su vida (porque el teléfono ya forma parte de todos queramos o no) son personas que valoran ante todo su espacio personal y que prefieren las relaciones personales, es decir, quedar a tomar un café o ir a dar un paseo por el campo en buena compañía. En mi caso es cierto, es más, me horrorizó siempre la idea de conocer a alguien a través de ninguna aplicación web.
Pero volviendo al silencio, se suele decir y en este caso creo que erróneamente que "quien calla otorga" ¿Cuántas veces hemos callado por no discutir y no por estar de acuerdo? Hoy en día el silencio se muestra como algo negativo... La necesidad que nos han creado de tener que estar comunicados en todo momento es lo que ha propiciado que el silencio por respuesta sea algo inconcebible, alarmante y que incluso nos enfada o decepciona. Un silencio puede significar: estoy en el baño, me he dejado el teléfono en otra habitación, estoy cocinando, estoy en el cine, estoy leyendo (ojalá significara en más ocasiones esto), estoy trabajando ¡En definitiva estoy ocupada! Y en mi caso, a partir de las diez de la noche no estoy para nadie que quiera comunicarse conmigo a través del teléfono, solo para mi familia. A partir de esa hora soy yo la que me silencio. Estar todo el día comunicándose de un modo u otro cansa, lo que ocurre es que nos hemos vuelto tan dependientes de la tecnología que ni siquiera somos conscientes de ello.
El silencio también sirve para reflexionar, algo que para mí explica que estemos rodeados continuamente de tanto ruido, incluso dentro de nuestra cabeza es el poco tiempo que dedicamos a esta actividad. Vivimos y convivimos unos con los otros rodeados de "ruidos" porque al igual que existen diferentes silencios, también conocemos varios tipos de sonidos molestos. Es triste, pero con frecuencia observo que a la sociedad actual molesta más el silencio que el ruido. El sonido y el ruido deberían formar parte de nuestra vida de forma equilibrada, pero claro, el equilibrio entre seres humanos brilla por su ausencia. Si preguntamos a alguien qué es el ruido fácilmente utilizará la palabra sonido para definirlo y ocurrirá lo mismo si le preguntamos por el silencio. Da que pensar entonces que ambos están relacionados y que seguramente la existencia del uno no sería posible sin la del otro. Ahora que lo pienso, tanto el silencio como el ruido se usan para llamar la atención.
En definitiva, y como suele decirse, vivimos rodeados de “mucho ruido y pocas nueces”, esto ocurre en continuas situaciones en las que hay un gran despliegue de palabras, acciones, o promesas, pero a la hora de la verdad sin ningún resultado palpable o visible. El ruido, al igual que el sonido, en ocasiones no tienen ninguna utilidad y ambos pueden volverse molestos. No olvidemos que también los dos terminan desapareciendo, aunque no para siempre. Será la edad, pero yo soy de las que valoran cada vez más el silencio y disfruto en sobre manera de su compañía. Y como dijo George Bernard Shaw, “Soy tan partidaria de la disciplina del silencio, que podría estar hablando horas sobre ella”. Me despido y les dejo con el silencio de mis palabras hasta el próximo domingo que volveré a hacer ruido con mis letras.
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