No puedo sentirme orgullosa de ser española y no me culpo por ello, al menos no en gran medida. Asumo la parte que me corresponde y mientras, sigo esforzándome por ser una buena persona. Es algo difícil de conseguir cuando gran parte de lo que te rodea es pura maldad y egoísmo.
No soy mejor que nadie ni pretendo serlo. Tampoco peor que cualquiera, me esfuerzo en mejorar y si se me permite decirlo, en dar ejemplo. Esto último creo que es una herramienta con la que se podrían conseguir muchas cosas. Desde hace bastante tengo claro que ningún partido ni gobernante me representa. Y creo que puedo asegurar que tendrían que cambiar mucho las cosas para que llegara a ejercer la política (es un alivio que no se me proponga tal cosa). No creo en ningún “color” sí que lo hago en las personas, pero no en todas. La confianza se tarda en ganar y muy poco en perder. No creo nada de lo que veo en televisión y las redes sociales son para mí una herramienta de trabajo que ojalá pudiera librarme de utilizar.
Días atrás se han visto muchas imágenes de la destructora Dana y se han dicho y dejado por escrito muchas cosas y, sobre todo, muchas mentiras (nada de Fake, a las cosas por su nombre). Tengo compañeros de redacción en medios de comunicación culturales que residen en las peores zonas afectadas por la catástrofe, en ellos sí creo e intento ayudarles todo lo posible desde la distancia. Con ellos he aprendido en solo unos días las mejores lecciones que la vida podrá darme y si antes les hablaba de ejemplarizar, nadie lo hará mejor que ellos a pesar de haber perdido tanto. Son personas que dan de forma innata, aunque se hallen envueltos en las peores circunstancias. Los que sufren son los únicos generosos.
La gota fría ha dejado un rastro de miles de damnificados y también de forma alarmante de innumerables beneficiados. A muchos les vino bien la desgracia de los valencianos para blanquear y robar. No son pocos los que lo único que limpiaron de este gran lodazal ha sido su imagen. En este país, al igual que se tapan los muertos, se encubren las responsabilidades y a los responsables. Poco más que contarles, pues cada día me considero afortunada de no haber estado literalmente hundida en el fango y comprobar de primera mano que habrá cosas que seguirán apestando siempre. Orgullosa de tener cerca a personas que son un ejemplo tanto en las buenas como en las no tan buenas. Y tomo distancia de aquellos a los que molesta la realidad y no son más que unos cobardes que temen que se aproxime el día en que se le caigan las caretas, (y no hablo solo de políticos). Mis mejores deseos a todos los afectados por esta catástrofe meteorológica que quieran o no nos incumbe a todos. Ojalá no pierdan la esperanza de que mañana todo pueda ser mejor que hoy.
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