Recorriendo el camino

Un juez corroído por la envidia de no ser capaz de estar al nivel de esta deportista decide darle la vuelta a un acto generoso y ejemplar en el mundo del deporte

Congost, en el momento en que su guía no podía continuar.
Congost, en el momento en que su guía no podía continuar.

Por suerte, desde hace un tiempo, y sin la necesidad de cumplir años (aún puedo presumir de ser joven) una se da cuenta de lo que verdaderamente importa. Aunque claro, pueden pensar ahora que lo que es importante para mí no lo es para otro. No hablo de cosas mediocres, sino de aquello que afecta a todos en general, pero que, a veces, nos negamos a reconocer por miedo la importancia que realmente tiene.

Los seres humanos hemos transformado al mundo en un lugar injusto precisamente por esto y por los sentimientos de la envidia, egoísmo y otros muchos que de forma negativa nos hacen daño y que en vez de aprender a gestionar volcamos en los demás sin recordar cuanto mal nos hicieron a nosotros, de otra forma no desearíamos para los demás lo que no queremos para nosotros. Si quieren un ejemplo recuerden el no muy lejano caso acontecido con la atleta barcelonesa Elena Congost a la cual le quitaron el bronce por ayudar a su guía a escasos metros de cruzar la línea de meta.

Un juez corroído por la envidia de no ser capaz de estar al nivel de esta deportista decide darle la vuelta a un acto generoso y ejemplar en el mundo del deporte y en vez de valorar como el resto de la población mundial este gesto de la atleta con su compañero de carrera y guía, decide no solo no darle una merecida medalla sino que ni siquiera se para a pensar en las consecuencias de sus actos, porque está deportista como otras muchas si no cumplen objetivos en su profesión pierden las becas o ayudas que hacen posible que puedan seguir practicando la disciplina. 

Esta atleta además de ser deportista es madre de familia numerosa y tiene derecho a serlo y a procrear tanto como le dé la gana, no está pidiendo limosna, solo lo que le pertenece por méritos propios, ya que además solo hace un año que dio a luz a su último hijo y ha conseguido en este poco tiempo calificarse para estar en las para olimpíadas sin descuidar la crianza de sus hijos.

Una niña de diez años se da cuenta de que su madre lo único que hizo es ayudar a su guía en la carrera y le comenta a esta que por qué esa injusticia ¿Y un señor adulto no es capaz de entenderlo? ¡Venga ya! ¡A ver quién es más ciego en este asunto! Pues estas situaciones pasan a diario entre personas anónimas. El egoísmo y el daño se respira en todas partes, vecinos, compañeros de trabajo, amigos ¡Y si miran en redes sociales todo lo que hay es rivalidad! ¡Por eso yo decidí publicar en redes lo que me venga en gana y el envidioso que reviente! Yo no compito con nadie y tengo la suerte de no tener ciertos sentimientos nocivos hacia nadie. 

En fin, que una acaba de empezar a vivir su cuarenta y dos vueltas al sol y de verdad prefiero no mirar para atrás y observar al frente. El que se quede en mis alrededores que tenga valor para mirarme de cara e igual decido que me acompañe en el camino ¡Pero ojo que en el camino hay cunetas llenas de farsantes! (específico que si escribo sobre algo no quiere decir que me haya sucedido personalmente) Por último, recordar que la venganza no conduce a ninguna parte, o tal vez también a algunas de esas cunetas.

Algo más de veinte personas celebraron conmigo ayer mi cumpleaños e igual podría haber invitado a algunos más, pero si no terminaron conmigo la vuelta número cuarenta y uno no voy a invitar a gente no deseable en mi vida por llenar una foto.  No soy ninguna santa, doy cuando recibo, pero tampoco espero nada, es la única forma de intentar ser feliz. Doy gracias por lo que tengo y quienes me valoran y quieren. Los sentimientos negativos, injusticias y falsedades no están hechos para mí ¿Y tú qué opinas? 

Os deseo siempre lo mejor y recordar que es nuestro deber esforzarnos por ser mejores ¡Feliz semana, lectores! 

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