Tiriti tran tran tran

La vergüenza y el sentido del ridículo brilla por su ausencia en cualquier rincón del planeta y claro... ¡Así nos brilla también el pelo!

Momento en que Trump es evacuado por los servicios de seguridad, segundos después del disparo.
Momento en que Trump es evacuado por los servicios de seguridad, segundos después del disparo.

Seguramente en menos de 24 horas ya a todos se nos olvidó el atentado que se perpetró a Donald Trump, ese disparo en la oreja cuyas imágenes han recorrido el mundo entero y el cual a algún que otro fotógrafo que tenía en este caso apuntando su objetivo al presidente en el mismo momento que el francotirador, le ha servido de impulso para salir del anonimato.  Hemos llegado a tal punto en que sacamos beneficio de todo aquello que se presente, aunque no todo el mundo sabe hacerlo y los más espabilados (porque no voy a calificar a ciertos seres humanos de inteligentes) que curiosamente suelen ser siempre los mismos, se lucran sin escrúpulos de situaciones tan sorpresivas como está a la que me estoy refiriendo hasta el momento. Cierto es que los fotógrafos y periodistas no hacen más que desarrollar su trabajo y que ante acontecimientos imprevisibles su vida llega a estar en riesgo inevitablemente. 

El propio Trump y lejos de parecer una víctima al microsegundo de impactar la bala en la parte de su cuerpo ya mencionada, osó de levantar su brazo y gritar que estaba vivo en un intento loco de querer demostrar que no podían derrotarlo y que se siente invencible. Imagino que esta acción por parte del político aterrorizó aún más a las personas allí presentes y a los que resultaron heridos, que, dicho sea de paso, si el tiro del presidente ha pasado al olvido en un abrir y cerrar de ojos a un segundo plano, los que resultaron heridos pasaron a un cuarto, quinto o indivisible plano casi a la misma velocidad que fue aniquilado el francotirador que acometió el disparo. 

Pero bromas y memes aparte, que hubo muchos porque es otra herramienta para mirar para otro lado (algo de lo que hablé en artículos anteriores), días después de que ya todos los medios de comunicación se hartaran de vomitar una y otra vez el fallido atentado, de repente, veo en televisión unas imágenes que me llegaron a asustar o preocupar más que las de la propia bala perforando la oreja del político. Cuando los simpatizantes de un partido político o de un personaje en particular acuden a mítines con una oreja vendada “en apoyo a su representante” yo que quieren que piensen señores, o la que se pierde soy yo, o ya en este mundo, tierra, universo o como lo quieran llamar seguro está todo perdido.

La vergüenza y el sentido del ridículo brilla por su ausencia en cualquier rincón del planeta y claro... ¡Así nos brilla también el pelo! Y no solo eso, sino que parece que cuanto más nos brille mejor. No sé si han leído o escuchado aquello de “Cuando suena el tiro, ya la bala ha salido”, así que una vez que la herida sangra, lo único que podemos hacer es intentar curarla ¿Puede ser que por eso algunos a pesar de no sangrar se vendaron la oreja?  Poner el parche antes que la herida a menudo es un acto de cobardía, o al menos a mí así me lo parece. 

Tiriti tran tran tran
Tiriti tran tran tran tran
Tiriti tran tran tran trero

¡Ay tiriti Trump Trump Trump!

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