Últimamente, cuando tengo que dar opinión sobre algo que está ocurriendo, no sé ni por dónde empezar, porque ¡Mira que pasan cosas y a cada minuto! Hace dos días me enteré estando trabajando, por ejemplo, que Carles Puigdemont se había dado a la fuga. Pero no voy a opinar esta semana de este personaje (ni siquiera le voy a llamar político), ya que me temo que, entre otras cosas, es lo que desea que el mundo haga, hablar de él, lamentablemente lo está consiguiendo, puesto que hasta en la prensa extranjera hablan de lo sucedido.
Pero hay un político al cual sí que voy a hacer referencia hoy, y aunque me gusta dejar claro lo que cada cual es para mí y lo más probable es que esto no llegue a Venezuela, por si acaso, en esta ocasión no diré lo que es para mí este ser, no sea que se me complique la vida (ja, ja, ja). Ayer leí un post en la red social que antes llamábamos Twitter, donde un periodista analista y político daba como una noticia urgente de difundir la última determinación de Nicolás Maduro, que no es otra que arrestar a todo aquel que publique actas electorales en redes sociales.
Llamaba, como venezolano residente fuera del país, a todo aquel que no residiera en Venezuela a compartir en redes dichos datos, para ponérselo difícil al impostor. Tengo que reconocer que, cuando vi, leí y escuché que no solo el pueblo venezolano, sino también el ejército y fuerzas del orden se habían revelado en contra de un nuevo fraude electoral, me alegré y pensé que al fin algo estaban cambiando las cosas. Deseo que esta revolución triunfe y que sirva de ejemplo de lo que no es concebible y de cuán importante es el deseo y derecho de vivir libre y dignamente del ser humano.
Aquí en España no son tan descarados como Maduro, nos hacen creer que tenemos buena calidad de vida con mentiras y tapaderas de la realidad social en la que nos encontramos. Buena falta haría que tomáramos las calles y obligar a dimitir a más de uno y de una que lo mejor que saben hacer es pactar con delincuentes que se dan a la fuga (la izquierda de ahora no me representa). Aquí no nos cortan el internet, la estrategia es distinta. ¡Cuanto más distraído esté el populacho, más margen y menos trabajo les cuesta crear un rebaño de analfabetos con los españoles!
Interesa que ni se trabaje, ni se estudie, y así una excusa más para privatizarlo todo. Mi conclusión es que tal como se acontecen las cosas, sería genial poder parar el mundo y bajarse como gritaba Mafalda. Yo me iría al planeta Marte con los marcianos, aunque estoy segura de que si hay vida en otros planetas serán seres superiores a nosotros, los terrícolas, en todos los aspectos.
¡Gran invento, el de la inteligencia artificial! Esta es una estupenda invención para los sinvergüenzas y aprovechados que hay en el mundo, una herramienta más para ponérselo más fácil y ayudarnos a pensar menos. De momento no me queda otra y al igual que nos sucede a la mayoría, pues habrá que buscar esos pequeños momentos de felicidad y rezar para que los maestros liendres que gobiernan, empiecen a entender algo y nos expliquen al resto.
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