José Antonio Díaz, concejal del Grupo Municipal Socialista
En todas las actividades humanas existe un vocabulario específico que utilizan fundamentalmente los que se dedican a ellas o quienes son aficionados, aunque no las ejerzan. Es lógico pensar que quienes practican una determinada profesión o afición conocen muy bien el léxico propio, que no conocerán quienes se sientan ajenos a ella. Pero algunas palabras de estos repertorios han pasado al habla cotidiana.
A mi juicio el último Pleno evidenció que la señora Pelayo intentó sin éxito pinchar en hueso para atacar a quien suscribe estas líneas para llamarme alegremente dictador. Lo que ella desconocía es que ese calificativo más que acusador es definitorio de ella misma, y si no que lo pregunten a los sufridos trabajadores municipales y a la castigada población de Jerez, con 33.000 almas desempleadas en busca de un cambio de rumbo para sus vidas.
Para los no avezados en el tema, pinchar en hueso no es más que el intento del matador de toros de clavar el estoque en el cuerpo del vetusto animal y éste no poder penetrar en el cuerpo, porque ha tropezado en alguna vértebra del animal. Así no puede conseguir su objetivo y debe entrar a matar de nuevo. Fuera del ámbito taurino, pinchar en hueso se utiliza para indicar el fracaso de alguien en su intento de conseguir algún beneficio de otra persona.
Justamente ese fue el intento de nuestra alcaldesa con este humilde concejal de la oposición: intentar desprestigiar con resultado de fracaso escandaloso. Dice otra expresión popular que “no hace daño el que quiere, sino el que puede”, y en este caso ocurrió así. Cuando desde la derecha se intenta desprestigiar al rival político apelando a su intransigencia democrática, no hay que irse muy lejos en la reciente historia de España del siglo XX para conocer a los padres ideológicos del PP y precursores del franquismo.
Tampoco hay que ahondar mucho en la historia política para saber quien hizo cada cosa en cada momento y que la derecha justamente, encarnada en la senadora del PP y alcaldesa, no encaja en el ideario de palabras como democracia, justicia social y defensa de las capas populares. Existe como en este caso quien no se reconoce ante el espejo como en el mito de Orfeo, y aún más el poder de sus acciones despóticas y arbitrarias que practica una y otra vez al frente del Ayuntamiento de Jerez, al que está dejando como un solar.
Las lecciones retóricas o magistrales sólo pueden venir de personas honradas y venerables, aunque este último adjetivo está muy de moda estos días en España y no precisamente por su acepción positiva. La dictadura de las acciones y la actitud de Pelayo sí que son una realidad palpable, y lamentablemente escupe verbalmente hacia afuera lo que ella misma es para arremeter contra el adversario: simple mensajero de las demandas que nos realizan los vecinos de las barriadas olvidadas y que sufren el mayor castigo municipal de la historia reciente con un importante nivel de abandono y graves carencias.
Con esta impronta verbal no conseguirán acallar al pueblo y aún menos a los representantes que legítimamente hemos sido elegidos para defender el interés general. Señora alcaldesa, en este edil siento decirle que pinchó en hueso inútilmente… Pregúntese por qué.