Esta noche resucitará Chacón. Cuando cierren los tabancos y los que han regresado no tengan boca donde reposar el alma, se echarán a la lengua un trago de NPU y les vendrá recordar los cantes de los viejos en sus cuartos nómadas. Kimoni jitomini Kampai lanza feliz el japonés a lo que nos queda de luna. Y en Fukuoka, sus mendigos, ya cargan bolsas repletas de latas vacías de Asahi y Sapporo. Y la polaca le dará otro trago al reloj. Nah zdrov-yeh. Los polacos saben de lo importante que no es perder el tiempo.
En el borde de otra cama, en San Mateo, se precipita una guitarra por soleá a medio afinar. Son esas prisas andariegas por lamer y palpar y adentrarse en lo que uno considera suyo, las que acelera el pulso al guitarrista. Su amante extranjera a medio metro de saliva y semen. Les sucede año tras año, en su cuartito de la calle de Alegría, como les ocurre a esas cigüeñas fieles que se encuentran, otoño más otoño, aquí donde el norte rompe con el sur. El que ama no duerme y ellos se aman. El sinvergüenza de Febrero, en cambio, despierta poco a poco de su letargo. Se frota sus ojos, sus manos y sus ocho apellidos, que proclama flamencos a sus presas, cuando la seguiriya sabe que fue parida por la muerte e inseminada por la vida. Pura mitología andaluza.
En la rotonda de los casinos se lee, con la dificultad que tiene leer bajo cristales rotos, Jerez 2030 Ciudad Europea de la Cultura. Cuidao Chacón, resucita esta noche lejos de la Empedrada porque está llena de mierda. Y a cientos de metros de la resurrección, la Porvera se ha quedado muda. Se alquila puso el chino en letras naranjas porque el chino era chino y no entendía ná de letra. Y las jacarandas dejarán de florecer porque no sólo de dinero vive el hombre. Y los borrachos que ahora tiene su bar, son los más borrachos porque es mentira que el alcohol ahoga las penas. Ahoga a los que penan. Y las tristezas que se derraman en su barra son las más tristes que se pueden encontrar porque son aquellas penas que el flamenco no quiere aliviar. Te entre aire y pelesía rabian los adoquines escarabajos.
Renace Manuel Torre en la cama de la Alegría. A clavito y canela me hueles a mí susurra el guitarrista a su cigüeña del norte. Por qué no te quedas a viví conmigo pregunta el muchacho de la plaza del mercado. Amore, no me robes la alegría di rivederti, de volver a verte.