Que poner la vida y los cuidados en el centro es posible, lo evidencia la creciente criminalización de quienes, ya sea de forma voluntaria o forzadxs por la situación, se han puesto a ello.
¿Cómo, si no, se explica, que cinco familias sevillanas que han tratado de organizarse colectivamente para el cuidado de sus hijxs en tiempos de pandemia hayan sido acusadas de montar una guardería ilegal? La simple mención a tal disparate causaría risa si no fuera por dos hechos: uno, la insistencia policial en la acusación, a pesar de contar con toda la información que la convierte en descabellada; y dos, la difusión de este no-hecho por prácticamente todos los medios de desinformación de masas, ya sea a nivel local, andaluz o estatal.
Los adalides y sicarios del capitalismo, en el que todo se compra y se vende, ponen todo tipo de muros y obstáculos a quienes tratan de organizarse y sobrevivir mediante la cooperación y el apoyo mutuo, logrando convertir en vigilantes del orden (establecido) a cualquier hijo de vecino asomado a un balcón o a una ventana. Todo cuanto se sale de la norma(lidad), ya sea vieja o nueva, es criminalizado y, en consecuencia, denunciado por lxs “patriotas” aspirantes a héroes televisivos.
Colocar la vida y los cuidados en el centro es incompatible con el sistema capitalista
¿Cuáles habrían sido los delitos de estas cinco familias, de esta banda de amigxs? Tratar de conciliar, mediante la cooperación y el apoyo mutuo, el ámbito familiar y laboral; perseguir el bienestar de sus hijxs con la compañía de otros niños y niñas (siempre atentos a lo permitido según fase de desescalada); y cuidar las redes de amistad para hacer la vida más agradable y alegre.
Colocar la vida y los cuidados en el centro es incompatible con el sistema capitalista, por eso, mediante un lenguaje que oculta la realidad, se invisibiliza (o se fabrican ausencias, que diría Boaventura de Sousa Santos), se criminaliza y/o se deslegitima todo cuanto no entre en la lógica del Mercado. Así, en este caso, las fuerzas de “seguridad” y medios de comunicación han definido como negocio sin licencia lo que es una vivienda particular, han presentado a un grupo de amigxs como una banda criminal, han definido la cooperación y el apoyo mutuo de estas cinco familias en términos de ilegalidad y clandestinidad (hablándose incluso de “desarticulación” de estas madres y padres organizados, como si de una célula terrorista se tratara)… En la tergiversación de la realidad mediante el lenguaje podríamos seguir “hasta el infinito y más allá”, que diría Buzz Lightyear, el guardián del espacio en la primera entrega de Toy Story. Se nombra y, en consecuencia, se fabrica el mundo a la medida de los ganadores, un pequeño sector al que sobra toda actividad no integrada en el Mercado y toda persona no productiva, tanto las ya jubiladas (no voy a extenderme aquí en el tratamiento que han recibido), como las niñas y niños, definidos simplemente como “vectores de contagio”.
Nos encontramos en un momento histórico en el que para sobrevivir no hay más remedio que activar y crear nuevas redes de cuidados y ayuda; son justamente estas redes, contrarias a los valores encumbrados por el capitalismo (individualislmo, competitividad, crecimiento…) las que pueden significar una alternativa real a un sistema injusto y ecocida. Cada vez más sectores de la población seremos criminalizados por tratar de sobrevivir en los márgenes no controlados por la norma(lidad), cada vez seremos más las excluidas del sistema, las sufridoras del sistema. Y, precisamente, para justificar nuestra exclusión, seremos construidas como criminales (de esto saben bien las personas inmigrantes en situación irregular, criminalizadas y encerradas sin haber cometido delito alguno).
Que no hay un camino marcado, lo sabemos, aunque traten de darnos como única salida aquello que nos ha traído hasta aquí. En Andalucía, muchas propuestas alternativas al modelo neoliberal-patriarcal-colonial están dándose a conocer desde distintos colectivos movilizados. Los proyectos son múltiples, pero todos tienen en común ese colocar la vida y los cuidados en el centro. Ya se criminalizó la solidaridad (con casos como el del Open Arms), ahora quieren criminalizar las redes de cuidados. Nosotras seguiremos siendo solidarias y cuidadoras porque, como cantaría María Salgado, no vamos a perder la vida solo por miedo.
Este artículo se publicó originalmente en Portal de Andalucía
Comentarios