¿Saben cuál fue la respuesta neoliberal que nos recetaron desde el norte de Europa para paliar la crisis del coronavirus? Abandonar a nuestros mayores. Así, a secas. Tal como suena. Consideraban que nuestros padres, que nuestras madres, que los abuelos y las abuelas eran una carga social. Por tanto, para el bien de la economía y del mercado, lo mejor en esta crisis era obviar su situación. Dejarlos a su suerte.
¿Saben qué hemos hecho desde el Ayuntamiento de Cádiz? Hemos decidido triplicar el alcance del servicio de comida a domicilio para las personas mayores durante el estado de alarma.
Este ejemplo sencillo, esta situación de contrastes, podría resumir perfectamente el papel del municipalismo desde que se decretó la pandemia del Covid-19. Un papel que parte de un punto: humanizar la política. Un papel que tiene un objetivo: ser la primera red de apoyo de cada vecino y vecina en esta ciudad. Porque somos también la primera puerta a la que llaman y porque tenemos la obligación de ofrecer una solución.
En nuestra gestión no existen los números, sino los rostros. No trabajamos con cifras, sino con nombres. Tras cada decisión que tomamos se encuentran las historias de Manuela, de Antonio, de Carmen o David. Historias que conocemos de cerca, que las llevamos grabadas. Porque tras cada medida, se clavan en nuestra mente las miradas de cada uno y cada una a la que arrastra y afecta una decisión política. Convivimos. Formamos parte.
No vivimos ajenos. No decidimos sobre las vidas y el destino de miles de personas a cientos de miles de kilómetros. Lo hacemos sobre el terreno. Sobre la verdad y la realidad. Por eso hierve la sangre, más si cabe, y se revuelve el estómago cuando comprobamos que en Estados Unidos, por ejemplo, han habilitado un aparcamiento al aire libre y han pintado líneas blancas sobre el asfalto para delimitar el espacio y el suelo en el que deben dormir las personas sin hogar.
Por eso hierve la sangre, repito, y se revuelve el estómago a sabiendas que existe otro método humanizado como acondicionar un espacio: el complejo CN Elcano, en nuestro caso, para no sólo ofrecer unas condiciones dignas de vida, sino para trabajar, empoderar e intentar que cuando esto acabe, alguna de las personas que han convivido allí sean capaces de abandonar la calle. O, al menos, haber dado pasos en este sentido.
Por eso, asumimos nuestras competencias. Y también las que no son si detrás se esconde la necesidad. Por eso, cuando se demora por ejemplo el reparto de alimentos para los escolares que lo necesitan, cogemos las riendas y las tareas. Por eso retorcemos las cifras de un Ayuntamiento absolutamente infrafinanciado, un Ayuntamiento endeudado, un Ayuntamiento al que faltan recursos y se hacen más notorios en un contexto como este.
Y por eso, precisamente por eso, porque lo llevamos grabado en la piel, tenemos una premisa: que esta crisis no deje a nadie atrás. Porque no son cifras, ni son números, ni los mayores, a secas. Es la gente. A la que pertenecemos y formamos partes. Es nuestra comunidad.
Este artículo se publicó originalmente en Portal de Andalucía
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