OTAN flamenca

Esta OTAN flamenca decide, por ejemplo, que en la Bienal de Sevilla continúe un buen ramillete de lo que suele estar casi siempre y que, por supuesto, no opten a participar otros por más que se lo merezcan

jose (2)

Trabajador social en Fakali, Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas

Los jefes de Estado en la cumbre de la OTAN.
Los jefes de Estado en la cumbre de la OTAN.

En estos días de celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid, venía haciendo símiles entre los parecidos que tiene la Alianza Atlántica con otros organismos establecidos para la protección de nuestros intereses. Efectivamente, el ser humano necesita de estos estamentos para hacerse más fuerte y, si fuera necesario, emplear la fuerza bruta frente a la perversión enemiga. Y de esta manera encontramos decenas de alianzas más o menos óptimas para resumir el entramado de intereses entre países. Aquí, ya más cerca de nosotros tenemos la OTAN flamenca, encargada de velar por el bien común del cante, del toque y del baile. 

Salvando las distancias con su homónima, en la OTAN flamenca no está Biden, ni Macron ni tampoco Orbán – que en realidad no debería estar en ningún lado por vulnerar los derechos democráticos sistemáticamente, pero bueno-. En su lugar, los representantes de la proyección del Flamenco se cuentan en esta alianza conformada por los mandamases públicos y algunos privados que, pese a su tradición castellana, demuestran descaradamente el desconocimiento de la causa flamenca una y otra vez. En esta OTAN flamenca también están los gestores de los festivales más conocidos y los de las políticas culturales. Y ahí no llega nadie más salvo quienes los miembros de esta OTAN flamenca deciden. Por eso, si ahora se lleva lo underground es lo underground lo que debe prevalecer, aunque le faltemos el respeto a lo establecido, que sigue llenando teatros en Broadway o en la Cochinchina. 

Esta OTAN flamenca decide, por ejemplo, que en la Bienal de Sevilla continúe un buen ramillete de lo que suele estar casi siempre y que, por supuesto, no opten a participar otros por más que se lo merezcan. Da pereza, lo sé, pero el presupuesto que esta OTAN maneja para defensa se invierte en personajes que rebuznan y se ponen en pelotas en el escenario mientras vuelven a rebuznar – y que luego las toman contra activistas romaníes en redes sociales, dicho sea de paso -. Esta OTAN flamenca se gastó en defensa el 60% del presupuesto de la noche Blanca de Córdoba para traer a alguien que, por mucho que se empecinen en defender lo indefendible, no es cantaora. Saoko y el Motomami no entran por Martinetes, pero nos dan gato por liebre desde las arcas municipales. Esta OTAN flamenca le da todo el pábulo del mundo e incluso cargos a dedo a defensores de la ortodoxia y la extrema ortodoxia que, de tanto estirar se han ido de compás hasta decirnos que el rock andaluz es flamenco, por ejemplo. Esta OTAN flamenca no entra en una Peña Flamenca porque ahí radican los puristas y esos, pues oye, son enemigos. Esta OTAN, que te promete la incursión del Flamenco en las aulas, sigue sin contar con un conservatorio del cante, del baile y del toque por lo que ya me contarán cómo narices brota savia nueva si no es de los barrios pobres, a los que, por cierto, se les siguen cayendo las casas a pedazos.  

Esta Alianza flamenca no tiene ejército, pero tiene bombas. Y por más trenzas que nos hagamos sigue estando al alza con permiso de todo el ramillete de gestores culturales que admiten el troleo constante en festivales y bienales hasta que un día claro está, haya una guerra de intereses. Mientras, hasta una parte de la prensa, subalternos de estos mandamases, seguirán hablando de lo bien que se está dentro de este organismo proteccionista poniendo zancadillas a la creación de festivales alternativos, que son los que dan aire fresco a tanta protección de boquilla.  

Cómo no, siempre salimos los majaras a protestar en contra de estas tropelías que hace la OTAN, pero tenemos que hacerlo porque las bases siguen estando donde no tienen que estar. Y eso que hablo de la OTAN flamenca, que no de la otra.

 

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