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Al precipicio con el espantajo

Vaya por delante que Andalucía es sobre todo Andalucía y debe actuar según sus intereses, independientemente de lo que eso provoque en el resto

19 de junio de 2022 a las 09:28h
Cierre del PSOE.
Cierre del PSOE.

Estas dos semanas de campaña electoral se ha librado un pulso entre el miedo y la apatía, entre el temor y la desilusión. Un pulso que puede ser determinante para el resultado que arrojen mañana las urnas en las elecciones de Andalucía. Elecciones fundamentales para el futuro de nuestra tierra, cruciales se miren por donde se miren. Cruciales especialmente para la supervivencia de los servicios públicos, pero también para la economía, para la cultura andaluza, para el medio ambiente, para la igualdad de género, para la aceptación de las personas diferentes, de los inmigrantes, de los que tienen otras ideas y de los que tienen dificultades de movilidad o de integración. Cruciales incluso para la salvaguarda de una sociedad pacífica y tolerante. En Andalucía, y por extensión en toda España, puede haber un antes y un después de mañana.

En toda España, porque lo que pasa en Andalucía tiene siempre un fuerte efecto en el conjunto del país. Andalucía no es una comunidad más, sino la clave de bóveda sobre la que se sostiene gran parte del edificio estatal. Otras comunidades pueden permitirse veleidades de cualquier tipo, incluso independentistas, sin que ello tenga en el conjunto un efecto tan determinante como lo que haga Andalucía. No digo, ni mucho menos, que España sea Andalucía ni que Andalucía sea España, sino que nuestras decisiones políticas avanzan lo que puede ocurrir en el país. Un ejemplo de lo anterior: la coalición PP-Vox en Castilla y León es importante para el conjunto, pero un gobierno de ese tipo en Andalucía tendría un efecto infinitamente mayor si se diera en Andalucía. Por tamaño, por peso poblacional, por repercusión política y por efecto contagio.

Vaya por delante que Andalucía es sobre todo Andalucía y debe actuar según sus intereses, independientemente de lo que eso provoque en el resto. Pero Andalucía es determinante y eso nos obliga a hacer un ejercicio mayor de reflexión. Por ejemplo, la llegada del partido anti andaluz a las instituciones de toda España empezó aquí en las autonómicas de diciembre de 2018. Casi cuarenta años antes, Andalucía marcó el rumbo a toda España en el referéndum del 28 de febrero de 1980 que fijó el modelo autonómico del "café para todos" frente a la pretensión de la UCD de un país a dos velocidades. Andalucía no sólo puso el rumbo, sino que adelantó la liquidación del partido de Adolfo Suárez por cuestionar el valor igualitario de la pauta autonómica andaluza. Dos años más tarde, en 1982, Andalucía volvió a marcar tendencia con el triunfo arrollador del PSOE en las autonómicas del 23 de mayo. El 28 de octubre de ese mismo año, el tándem andaluz formado por Felipe González y Alfonso Guerra logró un espectacular triunfo electoral en toda España frente a una UCD desahuciada por Andalucía.

Elecciones cruciales para Andalucía porque un partido anti andaluz pueda determinar la composición y marcar las líneas de actuación de la Junta de Andalucía. El lobo al cuidado de las ovejas. Hay miedo, como lo hubo en diciembre de 2018, a pesar de lo cual el lobo se hizo con 12 de los 109 escaños del Parlamento andaluz. El día siguiente, miles de personas se manifestaron en todas las capitales de Andalucía en contra de ese hecho inédito. El miedo no evitó la entrada del lobo en las instituciones, algo se ha repetido en todas las alecciones habidas desde entonces en toda España. Y de nuevo estamos ante el abismo. ¿Habrá más miedo este domingo del que hubo el 2 de diciembre de 2018? ¿Irán a votar esta vez muchos de los que se abstuvieron entonces y al día siguiente se manifestaron contra el ascenso del partido anti andaluz? ¿Los tres años y medio de legislatura han servido para "naturalizar" a la extrema derecha y, por el contrario, aumentan el miedo porque ya no se trata de que viene el lobo, sino que está aquí?

Haya más o menos miedo ahora que entonces, lo que está claro es que el voto del miedo no es bueno para el sistema democrático. Ningún partido debería alegrarse de que exista. Está claro que el miedo electoral es pan para hoy y hambre para mañana. El partido que se beneficie de los votos del miedo es una organización sin futuro si no reacciona a tiempo corrigiendo los errores que la han llevado a esa situación. Una sociedad no debería actuar por reacción, sino por determinación, no por rechazo, sino por convicción. ¿Ha perdido el rumbo Andalucía -como España, Europa, Reino Unido, EEUU...- dando alas a la extrema derecha? Más bien creo que está mandando mensajes de avisos a los partidos mayoritarios. Como el presidente que advierte al torero que debe ir terminando su faena, que algo está haciendo mal y que al tercer aviso le devuelve el toro al corral. 

Para empezar, me cuesta creer que el electorado andaluz se haya vuelto de derechas. Como me cuesta creer que quiera un gobierno formado por un partido anti andaluz y de extrema derecha. Creo que Andalucía sigue siendo de izquierdas. Desencantada, pero de izquierdas. Y orgullosa de su identidad. Estoy seguro es que no quiere un gobierno formado por un partido -o partidos- que no le resuelvan los problemas, que son muchos y acuciantes. Lo que está pidiendo a gritos el electorado andaluz son soluciones y, como no se le escucha, saca el espantajo que más asusta. En 2012 le dio un serio aviso al PSOE poniéndole por delante al PP de Javier Arenas. No le hizo caso. En 2015, Susana Díaz vuelve a ganar, aunque irrumpen Podemos y Ciudadanos. Tampoco salen los partidos del ensimismamiento en el que se encuentran. Entonces, en la siguiente convocatoria (2018) el electorado saca el espantajo de la extrema derecha. Y ahora vuelve a amenazar. El problema es que el espantajo puede cobrar vida propia, que la cobrará, y puede acabar arrastrándonos al precipicio a todos, que nos arrastrará.

 

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