El periódico británico The Economist ha elegido a España como la mejor economía entre las más desarrolladas, los parámetros en los que se basa para llevar a cabo su listado han sido: el crecimiento del PIB, la inflación, la bolsa, desempleo y el desequilibrio presupuestario. Una noticia que refleja el buen momento de la política económica llevada a cabo en los últimos años, visto desde el punto de vista de una fuente especializada como es este periódico.
Sin embargo, el clima político que se respira en nuestro país está lejos de reflejar estos buenos datos, de los que todos nos beneficiamos, lo que me lleva a hacerme la siguiente reflexión.
El discurso político está lejos de los verdaderos intereses de los españoles, la polarización ha puesto en el ideario colectivo discursos estériles llenos de demagogia que no profundizan en una mejora de las condiciones de la ciudadanía, sino que, por el contrario, nos enfrenta.
Sin embargo los acuerdos a los que llegan los distintos partidos políticos pone en evidencia a quien benefician, por ejemplo, hace unos días partidos tan distintos como el PP, Junts Per Catalunya, Esquerra Republicana y PNV, con el visto bueno de Vox, han llegado a un acuerdo para proponer la eliminación del impuesto a las empresas energéticas en España, este impuesto aporta a las arcas públicas más de mil millones de euros al Estado, un dinero que sirve para financiar los servicios públicos que disfrutamos.
Es evidente que todo es mejorable y que existen muchos márgenes de mejora en la economía española, pero ésta podría avanzar si los debates de aquellos que se dedican a legislar y los que se dedican a fiscalizarlos, lo que es decir gobierno y oposición, estuviera centrado en temas serios y dejaran de plantear debates estériles que no nos llevan a ningún lado y de paso bajaran la tensión en los discursos, más centrados en denostar al oponente que en plantear opciones.
Si los políticos son el reflejo del pueblo al que gobiernan, deberíamos reflexionar, como sociedad, si realmente queremos seguir por el camino de la confrontación o si por el contrario debemos exigirnos tener políticos que miren por los intereses de la mayoría de la población, al fin y al cabo son nuestros votos los que ponen y quitan gobiernos.
“Los pueblos débiles y flojos, sin voluntad y sin conciencia, son los que se complacen en ser mal gobernados”. Jacinto Benavente