La coincidencia es una posibilidad o quizás el devenir vital está enlazado por trazas concurrentes que discurren con autonomía propia, pero terminando la lectura del texto Los nuevos leviatanes. Reflexiones para después del liberalismo (John Gray) y con el fondo de análisis de la caída del régimen de Bashar al-Ásad como nuevo elemento agravante en Oriente Medio, acontece en mi ciudad lo que parece el evento del siglo en forma de multitudinaria procesión con la nada modesta autodenominación de “magna”. Es difícil para un autóctono evitar el campo de actuaciones religiosas porque básicamente inundan todo el año y el espacio del casco histórico, ya no solo con una Semana Santa de diez días, sino con un inventario clásico o novedoso de coronaciones, traslados, besamanos, jubileos, conciertos, altares de culto extraordinarios, rosas de oro, santos entierros grandes y lo que tenga que venir.
El justificante esta vez han sido 40 horas de saturación de masas para sacar cuatro imágenes del top hispalense cofrade, a la virgen patrona de la ciudad y a otras tres devociones invitadas y respectivas en importancia a las localidades de Dos Hermanas, Lora del Río y Utrera. Todo como colofón al II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular que se salda con un gasto público de 600.000 euros “sobrantes” y aportados por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 49.900 euros de la Diputación de Sevilla, 203.000 euros en limpieza, transporte, seguridad y movilidad del Ayuntamiento de Sevilla, más la movilización del gobierno central en lo que atañe hasta un total de 2.000 agentes de cuerpos y fuerzas de seguridad. Además de aportaciones y donaciones o los más de 70.000 euros recaudados de las sillas de asistentes (sin cobro por tasa por ocupación de la vía pública al Consejo de Hermandades y Cofradías), el montante total de este dispendio parece estar en los 2.450.000 euros (incluye porcentaje obra social). Da que pensar motivo y gasto.
Restringido el espacio aéreo, pintado de líneas almagra en calles para delimitar zonas críticas de aglomeración y aforos, retirada de luces navideñas para el gálibo máximo de los pasos, intento de ley seca, aparcamientos extras habilitados, refuerzos de autobuses…todo lo posible y necesario para un millón de visitantes que quedó en 700.000. Monseñor Saiz Meneses se muestra agradecido por los resultados de esta “piedad popular” y no faltan voces para repeticiones venideras. Las únicas críticas han sido por la prevención y contención en la seguridad, y en concreto por la limitación de veladores y la merma en los ingresos del todopoderoso lobby hostelero y hotelero que apesadumbrado, esgrimía además la espantada del visitante externo en un afán de quererlo todo, resultando apropiado recordar aquello de “teta y sopa no caben en la boca”. El alcalde José Luis Sanz entona el mea culpa posterior como pecado venial, pero saca pecho por la organización y evento como seña de identidad. En el conjunto de la escena política, mutis y sintonía general laudatorio o como mucho y con boca pequeña…la formación Adelante incide en cuestionar los gastos, pero dejando claro su “comprensión y defensa” hacia cualquier tipo de manifestación del pueblo y referente andaluz (…no vaya a ser que evolucionemos).
En lo mediático bombo y platillo, costando encontrar disidencia, porque escribiendo estas líneas me pregunto si vivo en el mismo planeta o me estoy ganando el destierro y debo ir buscando un faro, torreón o paraje aislado para resistir los años venideros. Confieso que me supera esta voracidad lúdica gregaria que hace de esta ciudad que habito un circo gigantesco que solo vive para el turismo masivo o bacanales pagano-religiosas. Lo cierto es que la realidad supera a la caricatura y se transforma en desmesura continuada, algo que me remite a la machadiana “charanga y pandereta, cerrado y sacristía”, buscando refugio conceptual en el heterónimo-apócrifo Abel Infanzón y su “Sevilla sin sevillanos, qué maravilla”, más no por revancha o inquina sino precisamente por amar profundamente la urbe que me vio nacer y que ahora parece ensoñación pasada y paraíso perdido.
El libro reseñado al comienzo hace referencia y renovación a la obra homónima de Thomas Hobbes, en el concepto de la sumisión de un pueblo por un pacto a un principio de autoridad frente al concepto de verdad. El absolutismo de tiempos pasados se ha sustituido por nuevos paradigmas, en especial el concepto de teocratización de los estados que en formas variables pasa a ser el elemento director de su poder y pretendida unión de súbditos. Cita Gray el ejemplo de la actual Rusia con una Iglesia Ortodoxa que viene literalmente a sustituir al Partido Comunista en la identidad referencial, con una cultura eslava que engarza la tiranía con las tesis euroasianistas y mesiánicas de Alexandr Duguin y anteriormente de Nikolái Berdiáyev. Hasta el mismo Patriarca Cirilo de Moscú describió al ejército ruso como “manifestación activa del amor evangélico al prójimo” y a Putin como “guerrero contra el Anticristo”.
Como metáfora cercana a la blanca obsesión marina de Ahab-Melville, vivimos una época de irracionalidad manifiesta que todo lo justifica y ampara, generando una transversalidad global que viene apuntalando que la autoridad política se considera emanada de Dios. Mientras nos preguntamos sobre la radicalidad o adaptación de la Sharía del nuevo gobierno de Damasco (Afganistán se volvió a dejar en la oscuridad fanática tras 20 años de intervención), sería interesante comparar los fanatismos que pueden vislumbrarse en la impunidad de un Israel actual (pueblo elegido para el judaísmo), el papel del confucianismo, budismo y taoísmo como forma de sincretismo monolítico en la dictadura china y el pensamiento asiático, o ese electorado de Estados Unidos que se alinea con un Trump redentor de patria y espíritu para una población protegida por la bendición divina. En el último caso recordemos que un lema básico de esa cultura y que aparece en su moneda legal es “In god we trust”, no muy diferente del lema prusiano “Gott mit uns” (Dios con nosotros) llevado en las hebillas de cinturón en la Primera Guerra Mundial, el Reichswehr de la República de Weimar, la Wehrmacht en el Tercer Reich y hasta 1970 por fuerzas policiales de la Alemania Occidental; por cierto, bastante similar al “Nobiscum Deus” de Roma, Bizancio o la Orden Teutónica.
Volviendo al terruño hispánico, recientemente el veterano político popular Jaime Mayor Oreja (presidente de la Fundación Neos y confeso católico de estirpe), se quedó tan ancho en la defensa de teorías creacionistas frente a evolucionismo, no siendo un verso suelto. Supongo que antes que volvamos a un terraplanismo sería bueno darle alguna vuelta al concepto religioso como inspiración y eje vital. Ya me gustaría que se dedicaran recursos al laicismo como los 3,5 millones de euros reservados por la Consejería de Turismo en 2025 para la primera fase del proyecto “Senderos del Rocío” (subvención previa de la Junta de Andalucía de 275.000 euros a la idea de José Manuel Soto, adalid contra los chiringuitos según sea el destinatario y la causa). Podemos seguir haciendo una Sevilla abarrotada de procesiones con ediciones Super Bowl de cofrades, un nuevo Concilio de Trento, sacar la mano incorrupta de Santa Teresa o volver a una cruzada del movimiento nacional católico, pero para variar…nos podríamos centrar un poquito en la razón y la cultura exenta de fe.
Frente a la argumentación dialéctica supongo que es más fácil ganar corazones y mentes (más bien lo primero), en un espectáculo aturdidor y anulador de voluntades, pero cualquier fervoroso ciudadano debería ser consciente del hecho relativo de las creencias (en función de espacios geográficos y temporales); por ejemplificar si se nace en Lalish tienes todas las papeletas para ser yazidí, en Náyaz practicarás el chiismo, en Utah mormón o en Amritsar un sij. En realidad, podría decirse que cualquier creencia tiene el mismo valor de certeza (como si es un chamán del Amazonas), aunque más bien la expresión correcta sería de “no certeza demostrable”. Como en fases históricas anteriores, el mundo se torna crédulo en lo intangible y el poder apuesta por ello porque sabe que es un arma de control poderosa. Creía que seguíamos la senda del gorro frigio centrados en la racionalidad individual y colectiva, pero parece que me equivoco y mi alma (sic) debe estar irremisiblemente condenada por no entender y compartir un sentir colectivo.
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