San Buenaventura y San Atanasio de Nápoles son los santos más destacados del 15 de julio. Los jerezanos hoy, así como muchos otros días, pues, todos vemos al pasar las enormes colas que se forman por las mañanas, en la calle Corredera, 27, en la Oficina de Atención al Usuario del autobús urbano, y aunque la Iglesia católica lo festeje el día 3 de julio, hemos recordado al apóstol de Galilea Santo Tomás, el pescador. Célebre por su incredulidad que hizo la confesión de fe: “Señor mío y Dios mío”, luego que Jesús, a los ocho días de haber resucitado, se apareció nuevamente ante sus discípulos y lo invitó a meter su mano en la llaga de su costado. Según se cuenta en el Evangelio de San Juan que narra su incredulidad.
Hemos escuchado hablar de la optimización de recursos públicos, también de la gestión de recursos públicos, de los centros de barrio, de la descentralización, del número de parados... de tantas cosas, que como bien dicen los antiguos vivir para ver, y añado, para creer.
Los residentes en Jerez pagamos impuestos a los gestores de nuestro Ayuntamiento, y por ende, a los gestores del servicio de autobuses urbanos, pero tenemos que vivir un periplo impúdico, impuesto por las rutinas obsoletas implantadas hace años por ustedes y no revisadas. ¡Señores y señoras ediles, actualícense!
Aunque el sentido común sea el menos común de los sentidos, sí está, la racionalidad en la observación. Claro que la rutina y la costumbre llega a ser fuente del Derecho. Y la servidumbre en la actualidad está mal vista, pero, para algunos sectores no. Hay que actualizar conceptos y procesos, para así no tener a los ciudadanos en la calle haciendo colas de horas en muchos casos para nada. Pongo un ejemplo: solicitas la tarjera del autobús en la delegación de San Benito. Tardan con suerte unos tres meses, en otros casos no aparece y hay que volver a pedirla. Una vez vas a recogerla, tienes que recoger un número de orden y esperar, entregan una cartulina verde manzana con tus datos personales y un numero de identidad, donde se indica en un recuadrito punteado en la parte superior izquierda, que lo recortes y plastifiques (acto privado) para luego llevar a cabo la paciente excursión de activarla. ¿Dónde? En la mencionada Oficina de Atención al Usuario del Autobús, de la calle Corredera. Allí, como bien decía una jerezana esta mañana, “aquí esperando se te cae el alma”.
¡Señores y señoras ediles, actualícense! ¿Es que no pueden hacer la tarjeta con la fotografía desde el principio en los centros de barrio, para así distribuir a los distintos habitantes de la ciudad en sus lugares más próximos a sus domicilios, en vez de agruparlos en la calle Corredera? Sufriendo en la calle las inclemencias del tiempo de pie o en sus sillas de ruedas los parapléjicos y minusválidos, incluidos sus acompañantes; los de movilidad reducida con muletas o bastones, las largas horas de espera.
Anécdota: Ahora viene lo más alucinante. El proceso de desplazamiento a la delegación de San Benito, el dinero de la plastificación de la tarjeta recortable de la cartulina verde, el tiempo de espera, tanto en la delegación, como en la Oficina de Atención al Usuario, se ve sustituido todo, en la citada oficina, por la entrega de una tarjeta estándar de plástico de color azul (se adjunta imagen), sin identificación personal, y para colmo, te indican lleves las dos en el monedero por si te la piden.
Luego la recargas por el importe que estimes pertinente. No es óbice recargarla más de lo necesario, para evita el periplo que te espera si se vacía.
¡Señores y señoras ediles actualícense! Ustedes ganarían en eficiencia, ya que ahorrarían procesos, si todo se realizara en una sola acción en el centro de barrio correspondiente. Y a los ciudadanos les ahorran inconvenientes y molestias, si todo desde el principio se realizara desde los centros de barrio. Con una sola tarjeta identificativa y nominal, para poderla recargar en establecimientos concertados o bien, en los mismos centros de barrio.
Hay una teoría de la calidad, cuyo primer principio es el enfoque al cliente = ciudadano, que consiste en satisfacer sus necesidades, incluyendo también las expectativas. El éxito se consigue cuando, en su caso la entidad municipal y sus servicios, consigue atraer y retener la confianza de los ciudadanos y de otras partes de las que depende.
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