En España no existen encuestas oficiales sobre las simpatías de los españoles a la monarquía o a un régimen republicano. Nunca se han hecho, aunque debieran hacerse. Ni el CIS ni el INE las hacen para no deteriorar el régimen monárquico actual. Alegan que no es un problema primordial actual en la sociedad española.
Las estadísticas realizadas por medios independientes son dispares y poco fiables. Oscilan entre los datos de Público y National Geographic que dan una mayoría de republicanos frente a monárquicos (39%- 31%) a las del El Español que da un 58% de españoles favorables a la monarquía frente a un 32% que apoyan la república. Entre ambos hay valoraciones intermedias, destacando la encuesta de la Sexta de enero de 2024 que observa un repunte de la monarquía alcanzando un 54% frente a un 30% de apoyo a la república. En el menor de los casos, este último, habría que aceptar que 11 millones de electores españoles se declaran abiertamente republicanos. Son muchos, para que el CIS obvie una encuesta seria al respecto.
Todas las encuestas coinciden en varios aspectos. Uno es que un porcentaje importante no sabe o no contesta (20-30%). Incluso una de las encuestas certifica que un 6% de los encuestados ni siquiera distingue entre monarquía y república, que si se extrapola al censo de votantes daría un dato preocupante de que más de 2 millones de votantes no saben la diferencia existente. Otro dato es que los partidarios de la república son mayoría entre las edades más jóvenes (18-25 años). Jóvenes que se han educado en el sistema democrático y que cuestionan críticamente una Jefatura de Estado hereditaria. Por último, hay una gran mayoría (entre el 50%-60% en todas las encuestas) que son partidarias de un referéndum en España para definir el modelo de estado. Se incluyen muchos monárquicos convencidos de la existencia actual de una mayoría monárquica abrumadora y que con un resultado previsiblemente favorable se acabaría con el problema para siempre. Aunque una votación con un 20%-30% de electores que ahora no se definen podría decantar la balanza hacia el otro lado.
En España, la Jefatura de Estado familiar y hereditaria, que es en sí la monarquía, se acompaña con la Capitanía General del monarca sobre el ejército. Ocurre también en otras monarquías como la británica o la belga. Con esta medida, la monarquía española se blinda con la fidelidad incondicional del ejército. Muchos consideran que esta medida coloca al monarca como defensor neutral de la democracia y se alude al 23-F cuando Juan Carlos I obligó a todos los mandos del ejército a plegarse a su obediencia. Aún así, Tejero ha manifestado varias veces el conocimiento previo de Juan Carlos I de la asonada, algo que la historia tendrá que dilucidar en el futuro, cuando haya más perspectiva histórica.
La derecha española es plenamente monárquica, defensora de la tradición y contraria a una república que identifican con la de 1931 y consideran históricamente nefasta. No existe en España una derecha republicana como existe en muchos países democráticos, excepto la derecha independentista de Junts. La izquierda está dividida. El PSOE se manifiesta monárquico, aunque la mitad de sus afiliados se consideran republicanos. Todos los partidos a su izquierda se declaran abiertamente republicanos. Asimismo, todos los partidos nacionalistas, que rechazan la figura del rey como garante de la unidad de España. Es obvio que la derecha española y la fidelidad monárquica se autoalimentan ante el planteamiento soberanistas de los independentistas.
Muchos defienden la monarquía por la tradición monárquica española, aunque la monarquía ha sido defenestrada en muchos países que fueron abiertamente monárquicos: Francia (de donde provienen los Borbones), la vecina Portugal, Austria (el antiguo Imperio Austro-húngaro), Alemania (el antiguo Sacro Imperio Romano Germánico), la Rusia zarista, Grecia, la Italia de los Saboyas y de la unificación, la Turquía Otomana, la Persia del Sah, etc. En el mundo siguen existiendo 42 países monárquicos que oscilan entre las monarquías parlamentarias y democráticas europeas hasta monarquías cuasi medievales donde los reyes tienen un poder absoluto y semidivino. Prácticamente, el 75% de los países del mundo son repúblicas.
La monarquía española actual fue impuesta por el franquismo, que esperaba que Juan Carlos I mantuviera los principios del régimen. Los monárquicos españoles conspiraron abiertamente contra la II República y presionaron al régimen dictatorial de Franco para instaurar un régimen monárquico. Y lo consiguieron. Muchos republicanos de la Transición se declararon abiertamente Juancarlistas por la labor en pro de las libertades realizada por el monarca. El propio PCE de Carrillo aceptó la monarquía, la constitución y la bandera actual de España aceptando un estado liberal y democrático por encima de los principios republicanos. En realidad, la democracia española venía con la monarquía incluida, era un progreso muy grande en la Transición y así fue aceptada por la mayoría de los españoles en su parlamento y en referéndum. Pero eso no significa que la mayoría de los españoles fuesen entonces monárquicos y mucho menos que lo sigan siendo ahora.
Una república es mucho más democrática que una monarquía, porque la elección de la Jefatura del Estado, la máxima representación del país, es elegida por el pueblo. Los más jóvenes lo tienen claro, pero entre los más mayores hay un empecinamiento en defender la tradición, el miedo a los cambios y un sentimiento anti republicano que fomentó el franquismo. Pi i Margall promulgó en 1873 un modelo de República Federal, muy avanzado para su época, que no fue entendido ni por los suyos, que desembocó en las Revueltas Cantonales. Algunos, como Marcelino Camacho, defendieron abiertamente una República Federal en la Transición. Quizá hubiese sido un modelo aceptado plenamente por los nacionalismos de la Península, y nos hubiésemos ahorrado los problemas nacionalistas actuales. Una República Federal como hoy la tienen países prósperos como EEUU, Alemania y Suiza, que no tienen sólo leyes y organismos propios como nuestras autonomías, sino donde cada federación gestiona la mayoría de sus impuestos (parecido al cupo vasco y navarro).
Además, se parte de la creencia de una familia real ejemplar y no ha sido así. Ahí está el caso Noós que llevó a la cárcel a Undargarín o las cuentas poco claras de Juan Carlos I, que no ha sido imputado judicialmente porque nuestra constitución vergonzosamente tiene blindada judicialmente la figura del rey declarándolo "inimputable". Un hecho que demuestra la desigualdad entre los españoles que conlleva el modelo monárquico. La propia constitución –artículo que debe cambiarse ya aunque muchos no quieren tocar la constitución– ha consentido que reine el primogénito varón, Felipe VI, en vez de su hermana mayor, la infanta Elena. Un artículo constitucional obsoleto, como obsoleto es para muchos el modelo monárquico.
Ser republicano no es ser antisistema ni querer menos a España. Es defender una mayor riqueza democrática donde el conjunto de los españoles pueda elegir libremente al Jefe del Estado, como ocurre en muchos países democráticos del mundo. Se avanza así más en la igualdad de todos los españoles. Por eso, el 14 de abril, recordando la República popular de 1931, a la que no dejaron crecer, muchos republicanos reivindicamos una república democrática para España y gritamos libremente: ¡Viva la República!