No sé cuándo empezó exactamente esto de manipular el calendario festivo, pero el caso es que hace unos días se hizo con la Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. El anuncio de lluvias llevó a adelantarla un día. Conforme a ello, en algunos hogares los regalos de Reyes aparecieron en la mañana del 5. La decisión era razonable, salvaba las expectativas populares y los preparativos oficiales y, además, los niños contaban un día más para jugar.
Un precedente probable de este tipo de arreglo puede ser el referéndum sobre los días de la Feria de abril de 2016. La verdad es que el calendario tradicional estaba hecho un poco a traspiés. Más razonable era empezar un sábado y acabar al sábado siguiente. Pero, tate, que este año el cambio se ha revertido y tendremos otra vez Feria de lunes a domingo, porque tantos días de rebujitos no hay quien los aguante.
La mejor ordenación de la vida social parece animada por la posibilidad de cálculo de factores. Inversión económica, días laborables, descanso, adversidades meteorológicas… Datos ahora más a la mano y convincentes que elevan a los gobernantes por encima de la naturaleza, que debe ser el sumun de un político. Pero también esto puede hacerle caer en desgracia si no demuestra la suficiente diligencia.
El adelanto de la Cabalgata es una modificación menuda pero no inocua. Más allá de su acierto, ha evidenciado dos tipos de familia, a un lado la positivista con su pragmatismo adaptativo y, al otro, la familia conservadora por un mundo aún reconocible (ya saben sofistas contra platónicos). Así, los adelantados recibieron juguetes que no pudieron compartir con los del calendario tradicional. El día 5 quedó como un día de Reyes chico y gélido. Por los envoltorios desvencijados en los contenedores de basura la mañana de Reyes mayoritaria debió seguir siendo la del 6, que se abrió bajo un cielo azul infantil.
Tenemos aquí algunos anticipos de la Smart city. También lo fueron los controles de desplazamiento zonificados durante el estado de alarma, el análisis de la gestión de la Dana o, como se pretende también la regulación de las zonas de mercado tensionado del alquiler. Información disponible y gobernanza de precisión forman parte de la nueva política (Smart City). Pero todavía tenemos un pie en la Confusing city.
Un asunto de enjundia que exige tacto es la vivienda. Las leyes autonómicas aprobadas desde la crisis de 2008 para obligar a los propietarios pueden calificarse al día de hoy como un fracaso y sin embargo se ceja en la misma línea. Según los datos disponibles la gran mayoría de viviendas son propiedad de particulares, es decir, de familias españolas y, por tanto, una buena gestión aconseja tratar a éstos como aliados, no como enemigos o como tutelados.
El efecto lógico de la desconfianza es la disminución de la oferta de alquiler. Que es lo que está pasando y parte de la causa de la subida de los precios. Tampoco en la evaluación de medios disponibles es realista dicho enfoque porque la Administración no tiene capacidad suficiente para vigilar y castigar a los propietarios. En cualquier caso, el progreso es un hecho y gran parte del mérito o la desgracia de la política está en el manejo de la información disponible.
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