Fue Charles Baudelaire quien escribió aquello de que del amor entre el hombre y el vino nace la poesía, “que brotará hacia Dios como una rara flor”. Ese espíritu creativo se encarnará los miércoles de marzo en el Salón Cardenal Mendoza, de la calle Lealas, donde va a tener lugar un taller sensorial de vino y poesía, denominado El lagar de las musas, que tendré el placer de impartir. La idea es aproximarnos al vino de Jerez a través de la poesía, pero también se trata de un acercamiento a este género literario con el aliciente de los caldos jerezanos.
Los participantes en el taller tendrán ocasión de analizar poemas donde el vino —y particularmente el jerez— alcanza celebrado protagonismo. Versos de autores clásicos y contemporáneos, para ser estudiados, nutrirse de sus recursos y que sirvan de pretexto para que cada uno ejecute sus propias creaciones. Al mismo tiempo, el vino va a estar presente, en cuerpo y alma. De modo que se realizarán catas para apreciar las sutiles diferencias —que son esencialmente poéticas— entre, por ejemplo, el fino Marismeño y la manzanilla Viva la Pepa. O entre un vino que tiende al amontillado como el Fino Perdido y un amontillado clásico como el NPU: “Jurarás que el cielo está en la tierra”, que dijo Pedro Antonio de Alarcón. O entre la virilidad de un oloroso Don José y el carácter divino del palo cortado Regente. O el laurel de la crema de los vinos dulces, el Iberia Cream y el pedro ximénez Duquesa.
En suma, una experiencia sensitiva, donde trabajarán los sentidos, pero también la imaginación y la emotividad. La vista, el olfato, el gusto, pero igualmente el oído y la palabra. Por eso, califico esta invitación al arte de vivir como la incitación a dejarse envolver por una sinestesia, es decir, por una asociación de elementos que proceden de diferentes dominios sensoriales. Aunque la relación entre vino y poesía venga de antiguo —de siempre—, creo que así planteada se trata de una actividad pionera. Para hacerla realidad está siendo fundamental la amable colaboración de las bodegas Sánchez Romate, así como el apoyo de la Fundación Caballero Bonald. El resto, como en todo trabajo colectivo, depende en gran medida de los inscritos en el taller. Por mi parte, procuraré ser el capitán sobrio que conduzca a buen puerto a los tripulantes de este barco ebrio de poesía.
Miguel Hernández, escribió: “Hay vinos para los ojos,/ hay vinos para las manos,/ vinos para el corazón/ y vinos para el olfato”. Pero también: “Los bebedores que son/ bebedores poco sabios/ en la ciencia de los vinos/ y en los estudios del trago,/ equivocan siempre el vino/ que han de poner en sus labios,/ y a los vinos y a los hombres/ jamás hay que equivocarlos”.
Con ese afán estaremos en El lagar de las musas. Ya sólo por los jereces es mucho lo que tendremos acertado. En todo caso, repetimos como nuestras las palabras del recordado vate portuense José Luis Tejada: “Gracias, Jerez. El mundo te lo debe/ y con todo el metal no te lo paga./ Resucita mortales. Dios lo haga,/ pues se hace vino y por amor se bebe”.
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