Una salud de bolsillo

Se me quedan los ojos como platos cada vez que veo los anuncios de empresas privadas que te ofrecen sus servicios por 15 euros al mes. No me salen las cuentas a no ser que con los 15 euros estés pagando que te cojan el teléfono

Lola Sanisidro

Soy maestra jubilada, es decir maestra.

Una protesta en defensa de la sanidad pública en Jerez.
Una protesta en defensa de la sanidad pública en Jerez. MANU GARCÍA

Que dicen las derechas que donde mejor está el dinero es en el bolsillo, lo que no queda claro es en el bolsillo de quien, ni quien tiene dinero en el bolsillo para hacer frente a las vueltas que da la vida, sobre todo cuando a la vuelta de la esquina lo que te espera es la necesidad de atender a la salud.

Por eso, desde la izquierda se promovió históricamente la sanidad pública más allá de la beneficencia, para atender de forma colectiva a las necesidades que no podemos sufragar de forma individual. Nuestros impuestos también sirven para eso, para aportar a esa hucha común que puede salvarnos la vida.

Con frecuencia decimos que la salud no tiene precio, pero atenderla debidamente sí que tiene un coste que la mayor parte de las familias no podríamos abordar. Quizá algunos datos nos sirvan para ilustrar la situación. Se trata de datos que nos proporciona el portal de la Sanidad Pública y que nos resulta imposible contrastar con los costes de las empresas sanitarias privadas.

Desde que nacemos necesitamos atención, y no se crean ustedes que nacer es gratis. La atención para llegar al mundo, si se trata de un parto simple, puede rondar los 2.900 euros, que alcanzarán los 3.700 si se trata de un parto con cesárea.

Puede ser que la recién nacida no haya alcanzado el peso necesario y precise la atención a neonatos, lo que viene a costar entre 36.000 y 47.000 euros. Disponer de ese dinero en el bolsillo familiar puede suponer la diferencia entre crecer y no llegar.

A lo largo de la infancia y la juventud son frecuentes las caídas y fracturas que te pueden salir por unos 4.000, una simple bronquitis por 2.800.

Más adelante, una intervención de vesícula o una apendicitis, entre las más asequibles, supone el desembolso de entre 3.000 y 4.000. Si hablamos del corazón, un sten puede andar sobre los 7.500. Una mastectomía, 5.800; una intervención en el útero, sobre los 5.000.

No sé si debería pedir disculpas por este baile de cifras y costes, pero creo que a veces es necesario poner nombre a las cosas para saber de qué hablamos cuando defendemos el derecho a la sanidad pública sin las servidumbres que impone el mercado.

Se me quedan los ojos como platos cada vez que veo los anuncios de empresas privadas que te ofrecen sus servicios por 15 euros al mes. No me salen las cuentas a no ser que con los 15 euros estés pagando que te cojan el teléfono. A ver, que esto del teléfono también adquiere su punto de ironía cuando una gran empresa sanitaria privada te deja en espera con la sintonía de “Toda una vida” 

Dice la patronal de los empresarios del ramo que todo eso ellos lo hacen más barato en las clínicas privadas. Eso sí que es ideología -de derechas, por supuesto- que no se compadece con la realidad y también debe ser cuestión de fe porque no aportan datos y no traten ustedes de recabarlos porque no los hacen públicos en sus portales de empresa, y eso ya suena mal o a que algo se esconde detrás de la palabrería. Y, de todas maneras, vuelven a no salirnos las cuentas porque una empresa privada es un negocio que espera obtener beneficios y esos beneficios se detraen de la atención que se debe prestar. O la atención es peor, o las condiciones de trabajo y los salarios son más bajos, lo que también redunda en la atención efectiva. Por no hablar de cómo te derivan a la pública cuando se trata de una intervención complicada o costosa.

En cualquier caso, la derecha ha decidido en qué bolsillo está mejor el dinero destinado a la salud, y ese bolsillo es el pozo sin fondo del negocio de las empresas privadas. Y si para ese camino tienen que destrozar el sistema público de salud, que la salud se hunda. Y ya luego, cuando la hayamos perdido, serán esas empresas las que fijen el precio que tendremos que pagar y no podremos porque los mercaderes de la salud habrán arrasado nuestra bolsa común. 

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