Antonio Gonçalves, antropólogo de la Universidad de Sao Paulo, investiga para qué se excavaron en el suelo de la selva, estructuras geométricas conocidas como geoglifos. Las evidencias arqueológicas señalan que corresponden a jardines despensa y arboretos prehistóricos. Se maneja la hipótesis, todavía por confirmar. de que los nativos amazónicos llevaron a cabo una revolución neolítica antes de que los europeos desembarcaran en las costas el Nuevo Mundo. Se equivocan quienes aseguran que los yanomamis y el resto de pueblos cazadores-recolectores son fósiles vivientes de la Edad de Piedra. Lo leo en el libro Un trozo de tierra de Santiago Beruete, Ediciones Turner.
"Ahora —señala el autor— que solo una transformación radical de nuestros modos de producción y consumo evitará el desastre medioambiental del cambio climático, debemos volver la mirada hacia esas sociedades mal llamadas primitivas o salvajes, antes de que sea demasiado tarde y atravesemos el umbral de un calentamiento irreversible. Los yanomamis son los perfectos guardianes de la selva, porque toda su cultura material e inmaterial depende de ella. Ellos saben algo que nosotros pretendemos ignorar: el mundo está enfermo. El que los aislados yanomamis pudieran ser los lejanos descendientes de una sociedad agraria que colapsó por causas desconocidas, debiera hacernos pensar. Si no aprendemos a absorber más gases de efecto invernadero de los que emitimos, el problema empeorará en las próximas décadas y los humanos nos convertiremos en una especie más en riesgo de extinción".
En mi libro S.O.S. Emergencia Climática, el futuro de la Humanidad en peligro, Utopía Libros, ofrezco múltiples ejemplos y declaraciones de expertos en ese sentido, si no transformamos nuestra forma de vida, nuestra economía, nuestro consumo, nuestra movilidad, las energías fósiles por las renovables, nuestros nietos lo pasarán muy mal.
Sobre el uso insostenible del agua. La actividad agrícola debe revisarse. Los cultivos muy demandantes de agua deben ir sustituyéndose por otros menos consumidores del líquido elemento cada vez más escaso. El cambio climático nos obliga a extremar el consumo de agua en las urbes, en el consumo humano, pero sobre todo en la industria y en la Agricultura y ganadería
En el sector primario estamos consumiendo casi el 85% del agua disponible, eso es insostenible. La desalación, aún cuando resulte algo cara todavía, se irá reduciendo con el tiempo, y aunque tenga problemas ecológicos derivados de su retorno al mar, debe ser una de las bazas en las poblaciones y explotaciones agrícolas costeras. En Almería ya se utiliza el agua desalada para los cultivos bajo plástico y le resulta rentable al agricultor, pues los acuíferos allí están salinizándose. En Israel llevan décadas usando agua desalada y es una solución. Los embalses irán perdiendo fuerza por los cambios drásticos en el régimen de lluvias, que serán menos frecuentes y más intensas dificultando su almacenamiento, además de las pérdidas por evaporación debido al aumento de las temperaturas y las olas de calor. Los acuíferos no se regeneran en poco tiempo, si no llueve superficialmente, pues al no calar bien en la tierra, el agua no llega a las capas subterráneas.
Habrá que reducir la actividad agraria, e introducir cambios en la producción de los cultivos que deberán ser más eficientes, si queremos tener una reserva ecológica de agua suficiente para mantener vivos nuestros bosques, y parques naturales, como es el caso de Doñana. La laguna de Santa Olalla en Doñana siempre ha sido un termómetro para analizar el recurso subterráneo del agua; pues bien, ya hemos visto secarse la laguna en los dos últimos veranos en esta prolongada sequía, de 5 años. La proposición de ley de PP y Vox para aumentar el regadío en la corona norte de Doñana es de una insensatez y una aberración supinas, desoyendo los informes técnicos que desaconsejan la propuesta. El sostenella y no enmendalla es un empecinamiento fruto de la ignorancia y de haberse comprometido los proponentes, ante unos centenares de agricultores para dar satisfacción a sus ilegales o alegales demandas, a cambio de sus votos en procesos electorales.
La Fundación Savia ha enviado recientes cartas al presidente de la Junta y a la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico para que, tras el compromiso para estudiar conjuntamente el problema del agua, y su uso eficiente en la agricultura, y en la conservación de Doñana, se activen las reuniones y los acuerdos para resolver el problema. Y para ello, hay que contar con el Consejo de Participación de Doñana que preside Miguel Delibes, y formado por todos los agentes sociales, económicos y científicos de Doñana y su entorno. Por otra parte, la reconversión del olivar de secano en regadío en amplias zonas de Jaén, Córdoba, Sevilla, Málaga y Granada, nos lleva a un aumento del consumo de agua superficial y de los acuíferos que resulta insostenible, tanto como los cultivos subtropicales en las costas de Málaga y Granada, donde el agua escasea, poniendo en peligro el consumo humano.
Las macrogranjas de animales, grandes consumidoras de agua son otra aberración insostenible por la contaminación que suponen y el consumo tremendo de agua en esas explotaciones. Hay que proteger la ganadería extensiva y el pastoreo que cuida y protege la dehesa y los montes. Podríamos poner otros ejemplos como el deterioro de las tablas de Daimiel o la desaparición de la laguna de la Janda. Confiemos en que estas borrascas irregulares y danas que están recorriendo la península ibérica restablezcan un tanto el agua embalsada, hoy bajo mínimos y a este sufriente periodo de sequía le suceda, como ha ocurrido tradicionalmente, otro de lluvias regulares a lo largo del año que nos devuelvan a una normalidad perdida en el almacenamiento y abastecimiento del agua, un medio cada vez, más escaso e imprescindible para la vida.
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