Hace más de un año nuestra familia se mudó a una casa de piedra de la dehesa, en la provincia de Cáceres, Extremadura.
Había sido un sueño que compartimos mi marido, español, y yo, alemana, que comentábamos entre nosotros, tomándonos un vino, de “irnos un día a vivir en el campo y tener una granja”. Yo había finalizado mi carrera en Berlín y por trabajo, había estado viajando y trabajando en Asia: las Filipinas, la India, y África: Etiopia y en Europa, al final, con entidades sin ánimo de lucro en Madrid.
Cuando pasó covid, nos encontramos en la capital española y nuestros hijos ya iban al colegio; nos vimos afirmados de seguir buscando nuestro nuevo hogar … y a finales del 2019 lo encontramos. ¿Sabéis como se siente cuando caminas por un bosque y aparece la casa de tus sueños delante de tus ojos… como si fuera en cuento, una manifestación del universo? Pues, era justo así:
Mi marido, Óscar, es astrofísico y desde que era pequeño le mueve una pasión por observar e investigar el cielo profundo. Quizás no todos lo sabéis: España es uno de los países Europeos con los cielos más oscuros, es decir menos contaminados lumínicamente, sobre todo en las zonas con menos población (si queréis indagar sobre ello, os dejo abajo el enlace donde se ve reflejado la contaminación lumínica*). Entonces, buscamos los sitios más oscuros en nuestra búsqueda de nuestro nuevo hogar… Y encontramos una zona que apareció como una de las más oscuras de España, a 2 horas de Madrid. La comarca de las Villuercas, Ibores, Jara.
Con una calificación del cielo oscuro en la escala Borttle 2. (Si visualizáis una escala de 1-10 calificando la contaminación lumínica, pues, la 9 (Madrid) es una visibilidad de las estrellas que te dejan ver 15 estrellas en el cielo (las más brillantes), 1 es una oscuridad absoluta que en la tierra se puede experimentar o en el desierto o en el mar abierto cuando no se puede distinguir el horizonte entre tierra y cielo). Aquí, en una noche de luna nueva, se puede visualizar a simple vista 3.000 estrellas. Y con una cámara a exposición de 15 segundos, se pueden tomar fotos que reflejan hasta 15.000 estrellas que no se pueden apreciar a simple vista. El simple hecho de ver la vía láctea en una noche de luna nueva es un lujo que nunca había experimentado, habiendo crecido en Alemania donde la población es tan grande y densa y el clima tan nubloso que no se puede apreciar un cielo así en ningún momento del año.
Siguiendo la llamada del cielo, llegamos a las Villuercas – habiendo respondido a un anuncio de un señor que vendía una parcela. La vimos pero no había casa y no resonaba con nosotros. De repente, nos dijo el señor si teníamos algo más de tiempo porque iba a enseñarnos algo. Nosotros asentamos y nos llevó… cuesta arriba desde la parcela que habíamos visto. Y paramos enfrente de una casa de piedra de campo… preciosa.
Yo estaba pensando en este momento: ¿porque nos enseña ahora su casa? Estaba reformada con tanto cariño y tanto detalle. Subiendo la escalera, nos pregunta: “Os interesa?” Sorprendidos, nos miramos y pensamos a la vez: nunca podremos comprárnosla, con lo que nos pedirá por ella. Cuando nos dijo el precio, no nos lo pudimos creer. Era una suma que nunca podrías ni siquiera comprarte un piso pequeño en los barrios más humildes de Madrid!
El día siguiente le dijimos que SÍ.
Hacia falta alguna reforma sobre la casa pero aunque no todo estaba aún terminado, nos mudamos el año siguiente, dejando atrás un trabajo de oficina, cambiándolo a opciones de teletrabajo.
Sentimos que nuestros vecinos del barrio de Madrid, al subir las cajas en la camioneta, nos miraban algo desconcertados. Cuando ves algún pájaro paraíso aparecer detrás de la esquina…
Y me pregunto: ¿cuando ha sido de dejar ser algo atractivo vivir en el campo, en la montaña, rodeado de la naturaleza, con silencio, calma, con un cielo increíble?, dado que España tiene uno de los paisajes más increíbles.
¿Porque pensamos que la cuidad es el mejor sitio donde vivir?
Sí, los servicios.. ¿Pero la calidad de vida? ¿Sobre todo en los tiempos que corren? ¿Lo que aprendimos (o no) de covid?
He vivido en varias capitales Europeas: Berlín, luego Ginebra y Madrid. ¡Y sí! ¡Son fantásticas! Y aún vuelvo a visitar familia en Madrid y Berlín.
Pero este año pasado que he estado experimentando la vida rural de esta zona tan privilegiada: la belleza del entorno, la fauna, la flora, donde aún hay relaciones de convivencia y ayuda mutua entre la gente del pueblo – me ha cambiado literalmente la vida.
La sorpresa también fue que vimos que la gente del pueblo nos miraba como aquel pájaro colorido. ¿Por qué cambiar la vida de cuidad por el del pueblo? ¿Por qué ir a un sitio donde no tenemos relaciones familiares? ¿Por qué el Valle de los Ibores?
Siendo psicóloga, una de las condiciones humanas es obviamente que no valoramos lo que tenemos. Y además, la ciudad, socialmente, siempre ha reflejado aquí en España la posibilidad de tener una vida mejor, estudios, un trabajo.
Lo que me realmente asustó era ver últimamente una fachada en Madrid de vidrio y detrás de cada cuadrícula, se les veía a los trabajadores de la empresa, en camisetas, de manera uniforme, detrás de sus mesas. ¡Eran cientos!
Esta imagen me impactó mucho.
Creo que hace falta una reflexión sobre nuestra manera de vivir. Las cosas que precisamos en la vida. ¿Qué necesitamos? ¿Qué nos hace falta para vivir una “buena vida”?
Hay un dicho alemán que dice: “Wo ein Wille ist, ist ein Weg”. La libre traducción sería: "Si tu corazón lo quiere, hay camino para llegar a ello".
Hay trabajo en el campo. Hay posibilidades. Una vida se puede recrear, siempre y cuando uno lo quiera.
Lo que sí hace falta es que nuestra sociedad re-descubra el valor del medio rural, los espacios abiertos, los silencios, las relaciones de ayuda mutua, la calidad de los alimentos, la belleza de la naturaleza. La vida sencilla – pero llena de buenas cosas.
Yo lo estoy redescubriendo. Y mi vida no es la que era antes, lo aseguro.
Me gustaría con este artículo hacer una llamada a los lectores (si resuenan mis palabras) de preguntarse únicamente: "¿Y si…?".
Volver a enamorarse con la naturaleza que ha sido el entorno que en la historia humana ha sido siempre el entorno de evolución, no lo urbano. Volver a disfrutarla y cuidar de ella – que tanta falta hace en los tiempos que corren.
Creo firmemente que perdemos de la vista lo esencial, lo importante, lo saludable que puede ser la vida en el campo, en conexión con la naturaleza. Nos lleva de vuelta a lo que realmente importa. Es lo que quería compartir.
Y si de aquí en adelante se formara una comunidad de personas que también sienten que necesitan dar “el paso” a una vida diferente, pues, estaría encantada de ayudar a cocrear algo así. Lo que nos hace falta es un movimiento “de vuelta a nuestras raíces”. Yo, curiosamente, siendo alemana, me siento tan en casa que me extraña y me sorprende a mi misma de que yo llamo a esta tierra que he llegado a querer mi hogar. Una finca en medio de la dehesa que ni siquiera tiene dirección de correo postal;)
The home is where the heart is. – El hogar está donde se encuentra el corazón.
Es hora de preguntarse cada uno: ¿Estoy en casa? O ¿tengo que ir en búsqueda de ello? Una cosa que me ha enseñado Extremadura (hogar de las personas más atrevidas en la historia española: los exploradores) – la gente española tiene esta gran capacidad y el valor a explorar nuevos horizontes. Animo a volver a conectar con estos raíces también y dar el paso.
La vida es una aventura. Y solamente vives una vez. ¡No te la pierdas!