Hoy hemos disfrutado de un paréntesis en esta cuarta ola de calor de este tórrido verano. A las seis y media de la tarde de un domingo agosteño tenemos 33ºC, que es una temperatura soportable, pero venimos de días con temperaturas máximas de 39 a 41, y lo peor, las mínimas, que algunas noches no han bajado de los 26ºC. las previsiones de AEMET para esta noche son de 19ºC, una delicia vamos. Leo en "Público": "Cada vez llueve menos y de forma diferente en Andalucía, las borrascas atlánticas que vienen por el oeste se frenan en el Guadalquivir y no llegan a Málaga y Jaén, como ocurría antes", lo afirma Joan Corominas, Presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, quien añade que la situación volverá a ser difícil tras la prolongada sequía que hemos padecido en los últimos cinco años. Según Corominas, "en Andalucía llueve cada vez menos, y en los últimos años esa carencia de lluvia se acentúa en la margen izquierda del Guadalquivir. Hay que adaptarse a la nueva situación".
Oigo el concierto para violonchelo y orquesta en la menor opus 129 de Robert Schumann (1810-1856), interpretado al chelo por Jacqueline Du Pré, y la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Daniel Baremboim. He encendido una barrita de incienso para aromatizar el estudio y he puesto en marcha el acondicionador de aire, que lo tengo en 24ºC, que es lo recomendable, para ser eficientes en el uso de los aparatos acondicionadores en verano; en invierno, conviene poner el calefactor entre 21 ó 22 grados.
La cuarta ola de calor veraniego ha coincidido con la aparición en el cielo de las Perseidas o lágrimas de San Lorenzo, lo que conocemos a mediados de agosto como las estrellas fugaces que vemos en noches de poca luna, cuando cruzan el firmamento fugazmente y desaparecen, y al verlas la tradición nos recomienda pedir un deseo, así que debemos estar atentos por si vemos a las Perseidas iluminar algunas de nuestras noches estivales si estamos en un lugar con poca contaminación lumínica, en las ciudades es más difícil verlas. Días atrás, los termómetros han llegado a 40ºC en Mérida, y en Córdoba; y en lugares de Huesca, Navarra, País Vasco y Cantabria, el termómetro rozó los 40ºC.
Con estos datos y los registros que tenemos de las últimas décadas se evidencia que año tras año vamos superando las temperaturas medias precedentes. Este julio la media de temperatura en España, ha superado las medias de los últimos años anteriores. El clima está cambiando y a ello contribuye la actividad humana de las más de 8.169 millones de personas que vivimos actualmente en el Planeta, según los datos de población mundial en tiempo real que puedes ver por medio de Google.
El humorista sevillano y andaluz de Dos Hermanas, Manu Sánchez, bromeaba en un monólogo reciente subido a Facebook y decía que hay que distinguir entre tener calor, y la caló, señalando entre las risas del público, que cuando llega la caló como está ocurriendo este verano, hay que apretarse los machos para soportar en Andalucía estas altas temperaturas y aguantar las noches de insomnio con esos termómetros que no bajan de 29 grados y hacen insoportable el descanso y el sueño.
En "La venganza de la Tierra", Planeta, 2006, el prestigioso científico, químico y ecologista británico James Lovelock (1919-2022), señala: "Gaia, la Tierra viva, es vieja y no tan fuerte como hace dos mil millones de años. Se esfuerza por mantener el planeta lo bastante frío para sus millares de formas de vida contra el implacable aumento del calor del sol, pero los humanos, unos respondones animales tribales con sueños de conquista, incluso de otros planetas, han tratado de utilizarla en su exclusivo beneficio y han tomado los depósitos de carbono que Gaia había enterrado para que la atmósfera mantuviera un nivel de oxígeno adecuado y los han quemado. Hoy las pruebas que nos llegan de los observatorios de todo el mundo, nos hablan de un cambio inminente en nuestro clima hacia otro que fácilmente puede ser descrito como un infierno, tan caliente, tan letal, que sólo un puñado de los miles de millones de personas que hoy pueblan la Tierra, sobrevivirán".
No es mi intención amargarle las tan merecidas vacaciones después de un año de trabajo deseando disfrutarlas, pero las evidencias cada vez mayores aportadas por los más del millar de científicos que componen el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU, nos señalan que o mitigamos los efectos del Cambio Global, en este siglo XXI, o el control del clima se nos irá de las manos, como ya está ocurriendo y está en peligro el futuro de la Humanidad y la Sexta extinción de la especie humana. En mi libro "S.O.S. Emergencia Climática", Utopía Libros, 2020, señalo en la introducción: La vida tal como la conocemos, está amenazada por el Cambio Global con alteraciones sociales, económicas, naturales y climatológicas que harán más difícil nuestra existencia en la Tierra. Y nosotros, las generaciones actuales, seríamos los responsables del sufrimiento de nuestros nietos, a quienes les debemos legar esta maravillosa vida que hoy disfrutamos. Luchemos hoy, por la supervivencia de nuestra especie el día de mañana.
¿Y qué podemos hacer? Pues, reducir nuestro consumo desenfrenado, consumir alimentos de cercanía a ser posible ecológicos y elaborados por agricultores, ganaderos y pescadores locales, para mantener vivo el medio rural y costero, y evitar su despoblamiento. Transformar nuestro modelo energético basado en los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas), por energías verdes y renovables, como la solar, la eólica, y la eólica marina. Reducir y reciclar la basura, los envases, cristal, papel, cartón, plásticos y demás objetos del consumo.
Transformar el modelo de Turismo insostenible que está originando que la vida en muchas ciudades y pueblos esté al servicio del turista, perjudicando a la vida diaria de las personas que habitan esos lugares invadidos por la masa turística que provoca la subida de los alquileres de los pisos y consume los recursos escasos de los nativos, como el agua. Reducir la movilidad aérea que origina el turismo mundial y el parque automovilístico mundial, insostenible, con el consiguiente aumento de emisiones de CO2 a la atmósfera, causando el aumento de temperatura. En 2050 deberíamos cambiar el modelo de automóviles de combustión fósil por los eléctricos, no creo que podamos, pero hay que intentarlo. Los escenarios futuros de sequía y de desertización del Sureste de la Península Ibérica, nos obligan a ser cuidadosos en extremo con el consumo de agua, imprescindible para la vida y cada vez más escasa.
Todos los sectores, industria, transporte, comercio, servicios, deberán reducir el consumo de agua, y especialmente el agrícola y ganadero, que consume casi el 80 % del agua dulce disponible. Hay que hacer esfuerzos en infraestructuras de almacenamiento, distribución y en conducciones de agua, pero también en modificar nuestros modelos de cultivo, optando por aquellos que demanden menos agua para su producción. Y te preguntarás, ¿Y yo qué puedo hacer?
En la selva amazónica se desató un voraz incendio, como éstos de sexta generación que ahora queman y arrasan nuestros montes y montañas en Andalucía, un colibrí se llenaba el pico de agua de un río y lo arrojaba al fuego. Un águila que le vio le dijo: ¡Eres tonto con esa insignificancia de agua no conseguirás hacer nada contra el fuego! Y el colibrí le respondió, yo hago mi parte y duermo tranquilo, si todos contribuyeramos con nuestra parte la vida mejoraría para todos, y éste incendio se sofocaría en menos tiempo del que tú te imaginas. Plantemos árboles, una forma de contribuir a mitigar el Cambio Climático y a generar sombra en los pueblos y ciudades. Los árboles nos dan oxígeno, secuestran CO2, nos dan sombra en las calles de los pueblos y ciudades, y nos ofrecen frutos para alimentarnos, son nuestros mejores aliados en la lucha contra el Cambio Climático. ¡Carpe diem!