¿Quién nos iba a decir que después de tanto tiempo, íbamos a acabar juntos en un amor consolidado, eterno y público? Estoy haciendo balance de estos casi siete años juntos, en los que hemos compartido cada uno de sus días, de sus minutos y de sus segundos.
Recuerdo como te amaba cuando era solo una niña, la emoción que sentía al verte, y como, según fui creciendo, amaba que mi ropa y mi pelo oliera a ti. Eran otros tiempos y tú no eras lo suficientemente bueno para una “mujer con todo el futuro por delante”, y yo… no fui lo suficientemente valiente para defenderte como te merecías. Crecí… crecimos, y el tiempo nos separó.
Empezamos a no pasar tanto tiempo juntos, a vernos cada año un poco menos con la excusa de los estudios, del trabajo, … de la vida… Se nos olvidó lo más importante: Cuidarnos. Empezó mi vida laboral en la ciudad. A los ojos del mundo, lo tenía todo, mi vida era perfecta. Al final conseguí ser lo que el mundo esperaba de mí, pero no había un solo día en el que no te echara de menos.
Después nació mi hija, y para mi grata sorpresa, ¡también te quería! Preguntaba por ti y no había un solo fin de semana que no me pidiera ir a verte. Llegó un punto en el que verte solo los fines de semana ya no era suficiente y con tal de poder disfrutar, aunque fuera solo un poquito de ti cada día, cambié mi mundo entero.
Me fui a vivir con mi familia a una finca apartada del barullo de la ciudad para poder poner en práctica todo lo que me habías enseñado y ahí, justo ahí fue donde volvió mi alegría, volví a ser la que conociste y todo el mundo pudo al fin conocer nuestro amor. Siempre prometí que si algún día la vida me daba la oportunidad de volver atrás, te defendería como te mereces y no volvería a irme de tu lado.
¡Cómo ha pasado el tiempo y cómo hemos cambiado nosotros! Aunque… sinceramente, a ti la vida te ha tratado peor. Mi amado campo, mi monte, mi Sierra de La Culebra. Tuviste que arder para que la gente volviera su cabeza para ver lo que yo tanto he amado, lo que ha sido una parte de mi ADN. Tus montes, tu tierra, tu fauna, tus fuentes… TUS GENTES!
Gracias por enseñarme todo lo que sé. Por enseñarme a amar el monte, por enseñarme a entenderte, por enseñarme a respetarte y por descubrirme cada uno de tus secretos, sobre todo, tu gran tesoro: EL MUNDO DE LAS SETAS. Ahora es el momento de que todo lo que hemos aprendido con EntreSetas, te lo devolvamos para ayudarte en tu larga lucha por regenerarte y volver a ser el mismo que conocimos no hace tanto tiempo.
Ahora ya ha llegado el momento. Ya somos ecológicos, tenemos múltiples galardones nacionales, somos 3 veces campeones de Europa de agricultura… Ha tenido que suceder todo esto para que llegues a ser "digno de una mujer con todo el futuro por delante".
Si volviera a nacer, solo hay una cosa que cambiaría: Te elegiría a TI desde el principio.
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