El agricultor está inmerso en su trabajo y los cambios normativos y el aumento de la burocracia le atropellan sin saber como ni por qué…
Son diversos los factores que llevan al agricultor a encontrarse perdido en el camino, pero uno de ellos es la pérdida de rentabilidad de las explotaciones. El aumento de los costes de producción, la concentración de la demanda en la distribución, así como de las empresa de insumos que son necesarios para el día a día del agricultor/ganadero familiar hace que sea un poquito más difícil seguir en la brecha. Otro muy importante es la burocracia.
A esto hay que añadir la desventaja competitiva de las zonas donde el regadío es deficitario o simplemente no hay posibilidad. En este grupo también se puede hablar de los ganaderos en extensivo. En estos casos todo se agrava porque hay que añadir todo lo anteriormente descrito a la baja productividad y al aumento de los costes. Podemos profundizar más. En estos casos llegar a cubrir costes de producción puede ser una tarea titánica ya que la globalización se lleva por delante a todo aquel que no sea capaz de producir al precio que marcan los “mercados”. ¿Cómo se hace? Con sacrificio. Si le preguntas al agricultor/ganadero de a pie es fácil que te responda: es que si contamos todos los gastos es mejor que nos quedemos en nuestras casas.
En septiembre estuve en Córdoba en el 'XVII CONGRESO EUROPEO DE PRODUCCIÓN ECOLÓGICA' organizado por Ecovalia e IFOAM. Muchas de la problemáticas que estos días están saliendo en la calle ya se debatían en este foro internacional. También la soluciones que a día de hoy son tan válidas como en su día se debatía en el palacio de Congresos se Córdoba. Las propuestas y el debate creado podrían ser una solución viable tanto para la agricultura como para la sociedad proporcionando unos alimentos más saludables y sostenibles medioambientalmente, con premisas con visión de futuro.
Por ejemplo se podría llegar a pensar que las verdaderas políticas subvencionables deberían ser para las que cuiden y respeten el medioambiente. El resto de actividades son lícitas pero no deberían ser subvencionadas sino todo lo contrario, deberían incluir en el precio de mercado su impacto ambiental pues no puede ser subvencionable una actividad que destruye nuestro planeta. ¿Cuánto cuesta descontaminar un acuífero, un río, un pantano donde se abastece de agua la población y los animales? ¿Cuál es el coste real de los productos agrícolas mal llamados “convencionales” teniendo todas estas variables? ¿Por qué un agricultor para certificar los productos ecológicos debe contratar una certificadora donde demuestre que su producto es respetuoso con el medio ambiente, que cumple con la normativa europea de agricultura ecológica y un agricultor convencional no tiene que demostrar donde contamina, con qué contamina y cuál es el coste de descontaminar si ese fuese el caso?
Otra pregunta pertinente que se me viene a la cabeza estos días es: ¿Se puede dar agua a todo el agricultor que quiera tener regadío viva donde viva? Se podría pensar que si ya que existen territorios que no tienen agua pero les llegan infraestructuras para llevar agua de unas zonas a otras y que puedan tener cultivos de regadío. Entonces se puede pensar que cualquier agricultor podría exigir lo mismo. Y en esa estamos desorientados pensado que todos tenemos derecho a ese agua sin pensar que no hay agua para todos. Añadir que el agricultor de secano está en una desventaja clara, porque son sus cultivos los que sufren la sequía. Siendo los cultivos de secano más sostenibles dejan de ser rentables con estas prácticas.
Estas preguntas y sus posibles soluciones que el sector ecológico debatió en septiembre del año pasado en la bonita ciudad de Córdoba se han desbordado estos días. Los agricultores europeos hemos salido del campo a las ciudades para protestar. Son lícitas estas protestas. Estamos en una época de cambios donde el calentamiento global acelerado por la actividad humana nos condiciona ya el día a día. Las proclamas eran múltiples y han sido mucho más llamativas las que niegan precisamente el factor más importante que tenemos los agricultores y ganaderos: el cambio climático. Los del gorrito de papel de plata, los terraplanistas, han llevado la voz cantante. Puede ser por oportunismo como se ha encauzado esta protesta contra el gobierno central español, cuando las política agrícolas son europeas y precisamente la presidenta y el comisario son de partidos políticos opuestos al gobierno español.
¿Qué estamos viendo? ¿Cuál es la respuesta de las instituciones? Pues por la poca información que tengo cuando escribo estas lineas se puede decir que se van a relajar las medidas medioambientales… ya sea por rebajar las obligaciones en los ecoregímenes o por mantener en el mercado productos fitosanitarios con materias que ya no se iban a poder echar en el campo europeo.
Por lo pronto solo se ven medidas cortoplacistas, dando respuesta a propuestas demagógicas que vienen de una parte del sector que ha sido inteligente y ha sabido encauzar el descontento de los agricultores. Pero no nos engañemos la desorientación seguirá porque la solución que se le está dando va en sentido contrario. El sentido común me dice que esto no acaba aquí… que se le da una patada hacia adelante. Se opta desde las instituciones aplacar el descontento con el aumento de la productividad asumiendo que el coste lo tendrán que pagar las generaciones futuras. La desorientación no solo es del campo europeo sino de la sociedad europea que no sabe dar solución a un problema que hemos creado entre todos y que solo a unos pocos les va bien.
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