Somos muGeRes ganaderas y mucho más: mujeres rurales, ganaderas de extensivo, hijas, madres, educadoras, luchadoras... Un impulso nos ha traído hasta aquí, desde nuestros ancestros o a través de un sueño de aires nuevos. Un impulso que nos mueve a continuar, a transmitirlo a nuestras hijas, a hacer partícipe a toda la sociedad de esta chispa de vida, de arraigo a la tierra, de aire fresco y animales libres. Porque somos mujeres con el alma en la tierra, el viento en el pelo y el ganado en el corazón.
Éramos poquitas, o eso parecía de tan dispersas que estábamos. Y unas a otras se fue corriendo la voz que había un grupo de valientes por tierras del noroeste que se estaban uniendo, y allá que fuimos poco a poco sumándonos a este movimiento.
Todas ganaderas y pastoras de extensivo, con ovejas, vacas, cabras y algún cerdito y abejas. Y todas quisimos unir nuestras palabras y nuestros pensamientos para hacernos ver. Porque existíamos, pero aparte de nuestro entorno poca gente nos conocía, a veces ni nosotras mismas sabíamos cual era nuestra identidad, de tanto que nuestros caminos se habían enmarañado.
E hicimos una red, fuimos tejiéndola con hilos de entendimiento, de igual a igual. Y quisimos que esta red se extendiera más allá de nosotras, que la viera todo el mundo y se uniera a otras redes para que fuera más fuerte y tuviera más empuje.
Y tras este movimiento hay 180 mujeres valientes, 180 realidades distintas. Desde la que se levanta bien temprano a ordeñar su ganado y sacarlo a pastar, la que sufre ataques del lobo y aún así participa en foros y reuniones con diversos grupos para llevar la voz de los ganaderos. Unas dan los buenos días y otras nos desean buenas noches, otras dan palabras de aliento en los días difíciles o nos hacen sacar una carcajada con cualquier anécdota. Hay compañeras que llevan nuestra voz para conseguir una PAC más acorde a la ganadería extensiva, o gestionan nuestros mensajes a través de las redes sociales. Y aún siendo tan distintas, es maravilloso saber que tenemos una mano amiga que nos escuchará, nos sostendrá si nos venimos abajo, nos guiará en el camino cuando lo necesitemos.
Algunas son las que ya no están con nosotras, por decisión propia o por verse obligadas a dejar la ganadería por tantos obstáculos que se han encontrado. Y para todas ellas nuestro cariño y apoyo, por haber estado ahí y haber ayudado cada una según sus posibilidades.
Desde el norte y sur, este y oeste y hasta de las regiones ultraperiféricas, cada año estas mujeres hacemos una pequeña trashumancia a un lugar de encuentro donde nos esperan nuestras Ger-anfitrionas. Este encuentro es pura magia, no solo vemos el recorrido del año anterior, si no que establecemos nuevas metas y trabajos que repartimos entre todas. Y también confraternizamos, buscamos ratitos para reír y compartir y estrechar lazos de amistad.
En Ganaderas en Red decidimos que todas somos iguales y que la mejor manera de tomar decisiones era en horizontal, sin un organigrama que nos dijera que una estaba en una posición por encima del resto. Por ello no somos asociación y las decisiones las debatimos y tomamos entre todas, desde si participamos en una reunión con algún partido político hasta si escribimos un artículo para un medio de comunicación, qué fotos se van a incluir en nuestro calendario anual o dónde será el próximo encuentro.
Tradicionalmente las mujeres somos las fijadoras de población, las que anclan las familias a los pueblos. Eso no excluye que ahora hay nuevos modelos de familia que también tienen su lugar en el mundo rural. Y para todos se necesitan puestos de trabajo, medios que les permitan a los niños ir a las escuelas, tiendas para abastecer las despensas y lugares que garanticen ciertos momentos de ocio. Y dónde asentarse mejor que cerca de estos recursos, y si además contamos con hermosos paisajes, gente afable, y sobre todo un campo enorme de oportunidades para emprender en ganadería y agricultura ecológica y regenerativa, en turismo sostenible, en actividades respetuosas con el medio ambiente, en trabajos artesanales y tradicionales.
En los pueblos nuestros ritmos no los marca ningún reloj que nos apremie, en los pueblos el ritmo lo marcan los ciclos naturales. Los pobladores rurales ponemos nuestro trabajo en sí, pero sobre todo el alma, en todo aquello que hacemos.
Por eso es tan importante que estos recursos no se pierdan, habitantes, instituciones y servicios forman un circulo que se retroalimenta, no sobreviven uno sin el otro. Sin personas no hay pueblos vivos, se van poco a poco, sin hacer ruido hasta que en las calles no se oye un murmullo, risas de niños ni conversaciones de los vecinos. Sin los recursos sus habitantes decidirán ir a otro lugar donde ser felices. Y sin habitantes las instituciones no tienen sentido de ser.
Nosotras con nuestra ganadería extensiva, con pequeñas granjas de razas autóctonas que pastan en altas montañas o amplios valles, que aprovechan rastrojos y cunetas, que estercolan y dan vida a parajes que de otro modo estarían yermos y que ayudan a prevenir los mortíferos incendios que vemos estos últimos años. Nosotras cuidamos este paisaje rural, mantenemos en pie sus muros para que no caigan más casas en el olvido, mantenemos nuestro lenguaje popular, tradiciones como la trashumancia y producimos y elaboramos alimentos para todos con el mismo mimo y cariño que ponemos en el cuidado de nuestros animales.
Si nosotras somos la continuación de un legado, tenemos la obligación de mantenerlo para quienes recojan nuestro testigo. Podemos trabajar de sol a sol, poner todo nuestro empeño en mejorar la ganadería y preservar el medio ambiente. Pero no lo hacemos sólo por un interés personal, lo hacemos porque contamos con niños y niñas a los que queremos ver viviendo en los pueblos, y por qué no con la ganadería como oficio. Porque somos ganaderas y queremos transmitir este orgullo a quienes nos sucedan.
Ya sean hijas, nietos, sobrinas o hijos de amigos, que vean la ganadería extensiva como una buena oportunidad de trabajo, que puedan apostar por este sector laboral. Y para ello trabajamos día a día no sólo con nuestros animales si no solicitando a las instituciones más apoyo a los jóvenes ganaderos, que cuenten con tierras donde asentar su ganadería, menos piedras en el camino en el momento de iniciar su andadura, soluciones reales a problemas reales que nuestra experiencia nos ha dicho cuáles son y cómo superarlos. Por eso pedimos a la administración que nos escuche y legisle en base a esta experiencia a pie de calle que es tan valiosa.
En este camino tan duro y hermoso no estamos solas, cada día contamos más con el apoyo de quienes nos va conociendo y apreciando nuestro trabajo, ciudadanos que empiezan a apostar por una ganadería unida a la tierra, por un consumo sostenible y de calidad, por un mundo rural vivo y por mujeres valientes.
Gracias de corazón a todos por darnos la oportunidad de mostraros nuestra labor ganadera, social y ambiental. Gracias a 180 corazones por decidir unirse y trabajar juntas, porque SOLAS SOMOS INVISIBLES, JUNTAS SOMOS INVENCIBLES.
Comentarios