¡¡Cuánta importancia tienen nuestros suelos agrícolas!! Es por ello que debemos cuidarlos, fomentarlos, tratarlos como un verdadero ente vivo, no es solo soporte y anclaje para los diferentes cultivos, sino que es un “todo” que engloba una vida brutal por cada uno de sus rincones más secretos….
Desde el punto de vista de la agroecología, los suelos adquieren un protagonismo principal. Son el punto de partida de todo lo relacionado con la alimentación y son proveedores del conocimiento y la metodología necesaria para desarrollar una agricultura ambientalmente sostenible.
Nos permite cuidar y conseguir una agricultura limpia de pesticidas, socialmente equitativa y económicamente viable.
Recordemos algunas cuestiones de vital importancia que hacen que el suelo – ente vivo – tenga suficiente vida microbiana y se puedan, por tanto, desarrollar los diferentes procesos bioquímicos que existen y se dan en él.
Es muy importante desarrollar y adaptarnos al suelo que nos ha tocado para producir alimentos sanos; cuidando y aportando una serie de beneficios que quiero recordar a sabiendas de que otro recurso en “peligro de extinción” acecha nuestras vidas, el agua.
- Defender la cubierta vegetal viva o inerte, como medida efectiva de conservación del suelo y el agua, mediante el uso de prácticas de labranza cero, uso de cultivos con cobertura vegetal espontánea o sembrada.
- Suplementos regulares de materia orgánica mediante la incorporación de abonos orgánicos, incorporando el picado y troceado de los restos de poda (cubierta vegetal inerte)… entre otras labores, para la composta y el buen desarrollo de la actividad microbiana del suelo.
- Mecanismos de reciclado de nutrientes a través del uso de cubiertas vegetales sembradas (como los abonos verdes), que se incorporan al final del ciclo en el suelo. Hablamos de diferentes especies de leguminosas, y mezclas con otras especies, como gramíneas y otras.
- Regulación de plagas asegurada mediante la actividad estimulada de los agentes de control biológico que pueden darse en el propio ecosistema suelo. Se alcanza mediante la manipulación de la biodiversidad y por la introducción y conservación de los enemigos naturales o insectos
auxiliares.
- Mallas de siembra para conservar la humedad y el agua, evitando que esta se pierda por lavado o lixiviación.
Esta nueva agricultura, cuyo actor principal debe ser el suelo, exige un mejor conocimiento de los componentes del agroecosistema y de las interrelaciones que se dan entre ellos. Ya no se debería avanzar hacia una tecnología exclusivamente de insumos, intensiva en capital y en técnicas relativas a los componentes individuales (cultivo, maleza, plaga o nutriente), sino hacia una tecnología que abarque al sistema en general, que tenga en cuenta las interacciones de todos sus componentes y principalmente el ente edafológico – (físicos, químicos, biológicos y socioeconómicos), sin olvidarnos, por supuesto, del impacto ambiental que estos producen.
El objetivo debería ser diseñar un agroecosistema que limite la estructura y función de los ecosistemas naturales locales; esto es, un sistema con una alta biodiversidad de especies y un suelo biológicamente activo; un sistema que promueva el control natural de plagas, el reciclaje de nutrientes y una alta cobertura del suelo que prevenga las pérdidas de recursos edáficos e hídricos.
Sería muy conveniente planificar todas las prácticas de manejo y conservación que aseguren la estabilidad permanente del suelo y disminuya los riesgos de erosión.
El propósito fundamental en un sistema de producción agrícola es mantener el suelo biológicamente estable, donde se crean las condiciones para mantener en equilibrio - la relación suelo sano-cultivo sano-. Para ello es necesario conservar las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo anteriormente mencionados.
Es por esto por lo que las estrategias que se llevan a cabo para mantener la conservación de suelos y la conservación hídrica pasan por insistir en estos planteamientos:
El aumento de la cobertura vegetal de los suelos (incluyendo rastrojos y residuos), respetándola al menos durante 6 meses de campaña de cultivo (en leñosos o permanentes) para proteger los suelos del impacto de la lluvia y del viento (erosiones hídricas y eólicas) y usando prácticas agronómicas adecuadas.
Este mejoramiento de la cobertura vegetal también puede lograrse aumentando la producción de biomasa de los cultivos con un uso adecuado de fertilizantes y enmiendas orgánicas.
El no laboreo o mínimo laboreo es una técnica que permite mantener los cultivos con una mínima remoción del suelo, dejando rastrojos sobre la superficie de este, consiguiendo así un mejoramiento continuo de las características del suelo.
Mejorar la estructura y el drenaje de los suelos favorecerá la infiltración del agua y la conservación de la humedad en ellos. Un suelo que contiene mucha materia orgánica absorbe con mayor facilidad el agua, evitando que escurra sobre su superficie. Es por ello por lo que, debemos aportar enmiendas orgánicas para establecer un nivel adecuado de materia orgánica (M.O.) en el suelo.
Cualquier práctica que enriquezca el suelo con materia orgánica ayuda a disminuir los riesgos de erosión. También podemos diseñar un sistema de drenaje que controle el escurrimiento con el fin de conservar el suelo y la pérdida de agua.
Mejorar las prácticas de preparación de suelos. Si tenemos en cuenta que su finalidad es aumentar la infiltración de agua en el perfil del suelo y reducir el escurrimiento superficial, se usará arado subsolador y cincel, arados superficiales, y un uso adecuado de enmiendas y fertilizantes, para eliminar la compactación ubicada entre 15 y 20 centímetros de profundidad.
La importancia que toma el uso eficiente en la fertilización orgánica. Ya tenemos por nuestras comarcas, zonas declaradas altamente de vulnerabilidad resultante por contaminación de Nitratos en aguas subterráneas. Este uso eficiente en la fertilización orgánica puede llegar a descontaminar estas sales y dar mayor resiliencia a los suelos de la zona para recuperarse de esta contaminación existente desde hace muchos años.
Cero quemas. La quema, y ya está demostrado, tiene un efecto negativo e irreversible para la calidad de suelo y pérdida de agua:
- Produce una desestabilización de los agregados, y una disgregación progresiva de los mismos; se forman superficies hidrofóbicas, debido a la formación de sustancias orgánicas repelentes al agua, así como por la modificación de determinados componentes minerales, especialmente minerales amorfos.
- El suelo no se moja en contacto con el agua, lo que facilita su pérdida por erosión y pérdida hídrica. Si la pérdida de suelo y de materia orgánica son elevados, ello implica un empobrecimiento en nutrientes. Por lo tanto, el suelo pierde fertilidad.
- Muchos organismos mueren por la acción del calor, lo cual supone una disminución de la actividad biológica del suelo, afectando negativamente a los ciclos biogeoquímicos de numerosos elementos, los cuales dependen de la biota del suelo.
En esta agricultura de conservación, incrementa el secuestro de carbono en el suelo respecto a sistemas convencionales de laboreo y suelo desprotegidos.
En definitiva, el suelo como verdadero ente vivo se encuentra a disposición de la humanidad para que esta lo trate como realmente merece para la producción de alimentos para el planeta.
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