La oveja lojeña es una raza autóctona, que se cría en régimen extensivo y ecológico certificado. Una ganadería de alta montaña con manejo homeopático y otras prácticas ancestrales. Las ovejas se crían libres, pastorean en la sierra y "duermen bajo el manto de las estrellas", como apunta el ingeniero agrónomo Juan Miguel Ruiz Rivera, técnico del CADE, quien se autodenomina amigo de la oveja lojeña.
Añade que la sierra está llena de caminos que han trazado las ovejas en sus desplazamientos en libertad, destacando el hecho de que existe un binomio muy particular entre la oveja lojeña y el ecosistema en el que se cría, originado por ese deambular libre que favorece el abono natural de las tierras y produce unos pastos muy ricos y unas aromáticas singulares, que aportan un sabor especial a la carne de esta especie tan preciada en el mercado.
A la crianza de esta raza ovina se dedica una cincuentena de ganaderos, el noventa por ciento situados en la Sierra de Loja y que se caracterizan por el cuidado en la calidad del producto y por la unidad entre los propietarios de las diferentes explotaciones, que les lleva incluso a adquirir en común subproductos agrícolas para la alimentación del ganado, como la cáscara de almendra, hojas de olivo o borra de algodón. Dentro de estos ganaderos destaca la familia de Juan Antonio Moreno García pioneros en la distribución de los corderos en coordenadas geográficas novedosas y a establecer un sistema de venta directa que rebasa los límites comerciales para adentrarse en los culturales, porque como dijo Henry Ford, "un negocio que solo da dinero, es un negocio pobre".
Dice su hijo, con quien comparte nombre y oficio, que Juan Antonio Moreno García, a sus ochenta y ocho años, sigue con la misma ilusión de siempre y llevando aún una vida social intensa. Este lojeño que ha llevado los productos de su tierra a las grandes ferias gastronómicas como el Salón Gourmet en la feria Alimentaria de Barcelona, y ganaderas como FIGAN en Zaragoza, Salamanca, Trujillo, Zafra, Jerez de la Frontera, incluso algunas en Marruecos, nació en el año 1936, hijo de Emilia García Morales y Juan Moreno Cano.
Su vida transcurrió en un ambiente rural, concretamente en el Cortijo del Almendro, finca en la que estuvieron de arrendatarios, y pasó más tarde a ser de su propiedad. Juan Antonio habla con orgullo de su trabajo y la proyección internacional que ha alcanzado y, sobre todo, de su familia. Él, que vivió al lado de sus padres y su abuelo materno Manuel, siempre recuerda en su casa varias especies de ganado: equino, asnal, caprino ovino, porcino y aviar.
Fue junto a su padre y su abuelo con quien comenzó su singladura por las ferias de ganado. Estas experiencias despertaron su espíritu comercial y sentaron las bases de un aprendizaje que le llevaría a defender con ahínco sus productos en distintos mercados y ferias ganaderas. En la actualidad, y desde hace tiempo, tiene una explotación ganadera de 1.200 cabezas de ganado ovino lojeño. Siempre intentó defender sus corderos en mercados como Baza, Sollana de Valencia y desde hace doce años ha encontrado un nicho de mercado muy interesante en la comunidad musulmana, para sus fiestas de Ramadán y Fiesta del Cordero.
Las comunidades de Ceuta, Melilla, Francia, son el destino de sus corderos muy apreciados, no sólo por ser halal, sino porque su morfología y tamaño son muy valorados. Allí son transportados vivos en un proceso de venta directa.
Pero lo más importante es que han consolidado un canal de transferencia comercial, al mismo tiempo que han abierto una vía de conocimiento y empatía que ha afianzado las relaciones personales con sus compradores. Su espíritu emprendedor ha impulsado proyectos tan novedosos como la comercializaron jamones y embutidos de cordero ecológico lojeño, a través de la empresa Balkis Gourmet, en Qatar, Emiratos, Arabia Saudí y Dubai.
Nunca se ha detenido ante nada. Contactó con los Reyes de España, a quienes hizo entrega de obsequios por parte de la Asociación Raza Ovina Lojeña y con altas personalidades del Reino de Marruecos.
Su dedicación a la ganadería y a la agricultura lo ha hecho merecedor de numerosos reconocimientos como el de la Cooperativa Oleicola S.Isidro, tras sus cuarenta años de socio y treinta y cinco como vicepresidente ; el de ECOVALIA, como socio de honor, en los Premios Nuñes de Prado ; Reconocimiento por la Fundación Savia, como decano y el patrono de mayor edad; por la Cofradía Gastronómica al-Ándalus; por la Abutarda Bujalanceña junto a los ganaderos de la Asociacion Raza Ovina Lojeña.
Y este mismo año, en la vigésima edición de los Premios a los Mejores Aceites de Oliva Vírgenes Extra 'Poniente de Granada' fue reconocido por su larga trayectoria como vicepresidente y vocal de la cooperativa San Isidro de Loja, compatibilizada con su dedicación olivarera y ganadera, siendo firme defensor y promotor de la raza de ovina lojeña.
Además de trabajador incansable, agricultor y ganadero, su hijo lo define como “una persona muy responsable” desde pequeño y, con don especial, reforzado por la enseñanza de padres y abuelo, que lo han convertido en un “extraordinario ingeniero” que supo construir puentes para favorecer las buenas relaciones entre todas las personas.
Sobre todo, es un hombre de gran valía, buen padre, buen esposo y amigo de todo el mundo Como dice él mismo, intenta dar a conocer su enciclopedia descuadrada y no deja de aprender cuanto puede, para seguir llenando esa enciclopedia que tiene como tesoro.
El primer día que pude conversar con Juan Antonio, me contaba como a lo largo de su vida, sus vecinos lo buscaban para ejercer de mediador de conflictos de toda índole. Se vanagloriaba de haber logrado unir a muchas personas distanciadas por la falta de diálogo o de comprensión. Es el hombre de la sonrisa franca, de la escucha reflexiva y del discurso preciso. Quien para sellar un trato basta con que te dé un apretón de manos. El eterno buscador de nuevos horizontes. Y es, en el buen sentido de la palabra, un hombre bueno.
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