La llamada ruta de la muerte

Inmigrantes rescatados por Salvamento Marítimo.
25 de enero de 2025

Es considerada la ruta de migraciones más peligrosa del mundo, el trayecto de África a Canarias, fundamentalmente las de la parte más lejana, las que parten de Senegal o Gambia.

Se estima que aproximadamente dos de cada cuatro cayucos no llegan a su destino, algunos se hunden por el camino, otros derivan demasiado hacia el oeste y al no poder tocar tierra en la isla de El Hierro, que es su última posibilidad, terminan a la deriva en el Atlántico, se ha llegado a encontrar un cayuco en las costas de Brasil con cuerpos prácticamente momificados por la deshidratación. El total de las muertes que se producen en estas rutas al año equivalen a 32 al día, lo que equivale a su vez a una cada 45 minutos y esto no son simples números, son vidas humanas. Los datos de 2024 son más de 46 personas que o consiguieron y más de 10000, que se sepa no tuvieron esa suerte.

Lo que podía ser una travesía de 3-4 días se puede convertir en una más larga donde se agotan los alimentos y el agua, donde no tienen más remedio a veces que beber agua salada para intentar sobrevivir, donde van muriendo personas que tienen que ir tirando por la borda, donde tienen que estar 6-7-8 días sin poderse mover porque no hay espacio suficiente, donde se tienen que hacer sus necesidades encima si no tienes la suerte que te toque cerca de la borda, donde vienen con quemaduras en los glúteos por estar tanto tiempo en contacto con mezclas de agua, gasolina, orina..., ya que van sentados en el fondo del cayuco.

He estado durante una semana participando como voluntario de Cruz Roja en labores de salvamento, rescate de cayucos y atención en tierra a esas personas. No voy a poner imágenes porque no se trata de mostrar lo que he visto y hecho, sino de contar lo que he vivido y sentido y lo que he vivido y sobre todo sentido es indescriptible. Ha sido una semana con una emoción a flor de piel como jamás en mi vida había llegado a sentir y sí, he llorado y en más de una ocasión y no me avergüenzo de ello, creo que cualquier persona con un mínimo de humanidad hubiese sentido lo mismo. Es imposible no emocionarte cuando ves a niños de 10, 12, 15 años que vienen solos, ¿qué situación tienen que tener en sus lugares de origen para que una madre prefiera que se vaya en un cayuco donde no conoce a nadie, tiene muchas probabilidades de morir y si consigue sobrevivir va a un país donde va a estar solo, antes que estar con ella? Madres que abandonan todo con hijas de pocos años y se arriesgan a morir en el Atlántico antes que continuar donde han nacido porque son perseguidas, violadas o directamente asesinadas. Ver cómo salen de los cayucos prácticamente sin poder andar entumecidos, deshidratados y sin fuerzas para mantenerse en pie, o decirte que en los últimos días solo tenían una botellita de agua para tres personas pero que se la daban a los niños porque la prioridad era que sobreviviesen ellos y esto contado por chavales de 15-16 años.

La mayor de las gratificaciones era cuando les dedicabas una sonrisa unas palabras amables, un poco de calor humano, que quizás lleven mucho tiempo sin recibirlas, esas sonrisas y esas gracias, de profundo y sincero agradecimiento no se me borrarán de mi memoria en la vida, el hablar con ellos que sientan el calor y la comprensión y esa sonrisa... imborrable para mí. O que lo primero que te diga, prácticamente sin saber hablar español es gracias con la mano en el pecho y que lo siguiente sea "condolencias por lo de Valencia", cómo no te puedes emocionar con eso. En uno de los cayucos que se rescató a la deriva venía una joven con un bebé de poco menos de un mes, nacido en su duro viaje hasta llegar a la costa o incluso posiblemente fruto de una violación durante el mismo, ya que a veces tardan muchos meses e incluso años en llegar de sus lugares de residencia a la costa.

Cuando vienen en los cayucos algunos, los menos, traen una pequeña mochilita donde llevan lo poco que tienen, muchas madres vienen solas con sus hijos, ¡sin nada más! Al llegar a tierra se les quita lo poco que puedan tener, todo, solo son ellos y ellas en un mundo nuevo donde lo único que quieren es poder vivir en paz y tener una vida normal como cualquier persona, sin saber que lo que le espera aquí también va a ser muy duro e injusto, pero seguro que no tanto como lo que han dejado atrás.

He llegado a oír y leer el argumento de “tan necesitados no estarán cuando traen un móvil”. Quizás quienes lo dicen o escriben no tendrán la capacidad de entender que este teléfono es el único cordón umbilical que les puede unir a su familia, que han dejado atrás. Me ocurrió con dos chavales de no más de 17 años que me pidieron que por favor les compartiese el wifi para decirle a su madre y su padre que lo habían conseguido y que estaban vivos o como otro que me lo pidió para hacer un vídeo por WhatsApp y la madre llorando dándote las gracias por ver a su hijo vivo, imposible no emocionarte.

Y la manta, esa manta que también algunos critican diciendo que en Valencia no las han visto y que todas son para los inmigrantes, deberían de saber que esa manta es la que les da dignidad cuando se quedan desnudos despojados de sus sucias y desgarradas ropas, para ellos es un símbolo de que han sobrevivido y de que tienen la posibilidad de intentar tener una nueva vida digna. Ves como adolescentes, mujeres, jóvenes y niños, una vez que se les ha vestido, dado un poco de té caliente y algo de alimento para reponerse y se montan en el autobús para llevarlos a un centro de internamiento, cuando se olvidan la manta en la carpa bajan del autobús a por ellas porque como digo para ellos es lo que les ha abrigado y es lo único que tienen en el principio de su nueva vida.

La labor de este voluntariado es una experiencia dura, pero enriquecedora que te hace ver ciertas cosas desde otra perspectiva que no se puede apreciar por las imágenes que salen en la tele o en los medios digitales, hay que vivirlo.

Es impresionante el cariño y el amor que se les transmite, hay gente de la propia Isla que llevan varios años en esta labor, de la gente que vamos del resto de España, la gran mayoría repite, gente jubilada que dedica su tiempo a esto, gente que aprovechamos nuestras vacaciones para poder ir ¡y que volveremos!, en definitiva, aportar un granito de arena para intentar que este mundo sea un poco mejor y más justo.

Quienes dicen que la inmigración son solo "negros" que vienen a delinquir, a violar y a invadirnos, pienso que deberían pasar solo un día, un solo día, por allí para que vieran de verdad el drama humanitario que es la inmigración y que nadie que deja atrás su vida, su familia y su tierra para arriesgarse de esa manera lo hace por gusto.