Desde muy pequeña he acompañado a mi padre al campo, guarda rural de profesión, él siempre ha sabido hacer que las tardes en mi pueblo fueran especiales, interesantes y enriquecedoras para una niña que desde muy pequeña ha tenido claro a lo que se quería dedicar. He salido poco del Campo de Montiel, zona en la que vivo y de la cual estoy tremendamente orgullosa, pero lo suficiente para poder formarme en algo que me mantuviera unida a este medio de por vida.
A punto de cumplir la mayoría de edad me toco elegir, decidí irme a una ciudad a estudiar y formarme para después volver y conseguir trabajar por y para el medio rural. A día de hoy vivo en un pueblo, soy mujer rural y trabajo en temas tan apasionantes como el aprovechamiento forestal, la agricultura ecológica y la calidad en la industria agroalimentaria.
Hoy en día decir que quieres vivir y desarrollarte profesionalmente en el medio rural es poco habitual y no toda, pero parte de la sociedad te trata de ser conformista, de no querer evolucionar, de no querer salir de tu zona de confort. “¿Qué haces en tu pueblo?”,” ¿Tienes trabajo en tu pueblo?”, “¿No te aburres allí?”; estas son algunas de las preguntas a las cuales nos tenemos que enfrentar las personas que hemos decidido quedarnos.
Es difícil vivir en un pueblo situado en la altiplanicie del campo de Montiel con una altitud que oscila entre los 900-1000 metros, la climatológica es adversa podemos tener unas temperaturas superiores a 42°C en la época estival y en invierno heladas de hasta -15°C, es una zona dura para el desarrollo social y laboral, las ciudades están lejos, no tenemos servicios suficientes, nos cierran los bancos, las carreteras están envejecidas, en fin es complicado que la gente se quiera quedar en esta zona, pues por no haber no hay ni tiendas, lo único que puedes ver por las calles son casas antiguas en venta a precios asequibles. Aun así, merece la pena vivir en este medio por muchos motivos, es un modo de vida más sano, la calidad del aire es tremendamente mejor que en las grandes urbes, el socializar es más fácil en los pueblos, el beneficiarse del entorno natural, el poder disfrutar de tus familiares, sobre todo de los mayores a los que tanto les debemos, son muchos de los motivos por los que creo que vivir en un pueblo merece la pena.
En este mundo tan incongruente es difícil educar a nuestros jóvenes, hay demasiados aparatos funcionando para que nos escuchen, pero deberían de saber que el sector primario lo van a necesitar todos los días para comer y si nos vamos todos del campo, “¿Quién se va a encargar de cultivar?”,” ¿Quién se ocupará del ganado?”. Sabemos que lo que tenemos que hacer, simplemente es educar, la población debe de ser consciente del trabajo que cuesta la producción de los productos primarios y se debe de poner en valor el medio donde se produce.
Terminando ya casi el año 2023 con la gran evolución en temas como la digitalización del campo, la modernización de la maquinaria, el manejo adecuado de los cultivos para conseguir cosechas de calidad, el ahorro de agua en los regadíos, etc.; es vital que nuestros jóvenes aprendan, que se formen y vuelvan para quedarse en las zonas rurales. Hay que conseguir una agricultura de calidad, que sea respetuosa y sostenible, y lograr, por tanto, un equilibrio con el medio ambiente; para ello es vital la existencia de jóvenes gestores que sean partícipes y se responsabilicen de los enormes retos a los que se va a enfrentar el medio rural y consecuentemente la agricultura y la ganadería.