Imaginemos que hemos conseguido colonizar un planeta lejano que es habitable. Hay que construir todo y dar sustento a los nuevos pobladores. ¡Qué oportunidad para diseñar todo con la tecnología y los conocimientos disponibles!
La agricultura es la profesión del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre, escribió Cicerón hace más de veinte siglos. ¿Pero es aplicable esta sentencia hoy en día?
Sabiduría, Dignidad, Libertad son tres propiedades que Cicerón vio en la agricultura que él practicaba. Saber traducir al momento actual un sencillo me resulta bien complicado. ¿Serán esas las propiedades de la agricultura que practicaremos en el planeta que colonicemos? Todo lo que escribo son suposiciones y opiniones subjetivas que no tienen más valor que el de un relato veraniego. Nadie se ofenda.
Prever el futuro puede ser muy simple, solo es necesario extender el presente. Por tanto, veamos primero lo que ocurre hoy, al menos en el entorno más conocido de una agricultura gobernada por los mercados internacionales, los fondos de inversión, la especulación de los mercados de futuros, las estrategias de todo tipo para controlar el acceso y distribución de alimentos. No es necesario mirar el detalle de lo que vive un agricultor en su explotación, de sus vicisitudes, es insignificante.
En ese entorno, la dignidad de cada persona es indiscutible, pero para verla en la profesión de agricultor hay que tener mucha imaginación. Y si hablamos de la libertad, es cierto que podemos verla bucólicamente en los pastores que acompañan a sus rebaños por campos y montañas, por entornos ambientalmente preciosos. Y también que resulta más difícil de encontrar en muchas otras explotaciones agrícolas y ganaderas, estranguladas por las deudas generadas por la modernización (maquinaria, energía, fertilizantes, productos sanitarios, piensos, …), por los precios que fluctúan sin poder hacer nada por recuperar el mínimo que necesitan y por las inclemencias climáticas que pueden dar al traste con sus producciones.
Y sobre la sabiduría, es más complejo aún saber donde encontrarla. Porque se confunde con demasiada frecuencia sabiduría con conocimiento, con tecnología, y no tiene nada que ver. Seguramente la hay en muchos agricultores, pero se pierde en un sistema que funciona con reglas muy distantes de las que marcaría una acción sabia.
Se trata por tanto de una agricultura muy diferente a la que vivió Cicerón. Y es esta moderna agricultura la que llevaremos al nuevo planeta. Habrá muy pocos agricultores, que deberán estar muy cualificados para usar la compleja y potente tecnología con la que se cultivará o se producirán los alimentos. Todos los trabajos los harán máquinas robotizadas. Se cultivarán pocas especies y variedades de plantas. No sabemos si habrá cultivo al aire libre, si esa atmosfera lo permitirá, pero es más probable que se trate de cultivos protegidos para controlar el consumo de agua y las plagas y enfermedades. La ganadería, tal como la concebimos, no se implantará, al menos en las primeras etapas, porque resultará más complicado y requerirá de personal muy poco disponible. Pero no faltarán alimentos de tipo cárnico o lácteo. No me atrevo a denominarlos de origen animal porque se producirán en biorreactores, mediante el cultivo celular en unos casos o mediante microorganismos modificados para producir cada constituyente.
Pasarán años hasta que surja la preocupación medioambiental por el planeta ocupado, por sus ecosistemas. Al principio habrá muy poca densidad de población y concentrada en ciudades protegidas. Todo se orientará al bienestar de esos pocos habitantes.
Pero tal vez me haya perdido en el relato, no sé si hablo del futuro en un planeta lejano o si me he quedado en esta Tierra en el momento presente.
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