Cuando cursé los estudios de Ingeniería Técnica Agrícola en mi querida Universidad del Cortijo de Cuarto, que para mí en ese momento era la Universidad de la Vida, no sabía que me terminaría fascinando tanto el campo. Aunque ya desde pequeño me encantaba, (siempre me gustó la Naturaleza, y el Mundo Animal), y eso que me encaminaba para otra carrera universitaria, la de Ciencias del Mar, dispuesto para irme a Tenerife ya que aún en Cádiz no estaba creada dicha universidad. Alternaba los programas de Jackes Cousteau con los de Félix Rodríguez de la Fuente; una mezcla explosiva.
Una vez que fui creciendo profesionalmente y después de adquirir conocimientos durante años, terminé enfrascándome en un proyecto profesional con mi novia, ya mi mujer, en crear con la ayuda de mi familia y las virtudes que Dios puso en mí, una empresa dedicada enteramente a la dirección técnica y al cuidado de las fincas y explotaciones agrícolas ecológicas. Por aquel tiempo no éramos muchos los que nos dedicábamos por entero a ese mundo. Y con el tiempo, me fui enamorando aún más de la Agricultura Ecológica, pero más si cabe de su ciencia, la Agroecología, una aventura fascinadora que te introduce en un mundo aún más amplio, holístico, y que a su vez engloba tantas ciencias y que parece interminable… vaya, la vida misma.
El suelo, como diría Juana Labrador, constituye el soporte sobre el cual se asientan el resto de los servicios ambientales que brindan los ecosistemas, y se describe como un sistema formado por factores bióticos y abióticos. Así, aparece el concepto de “Edafosfera”, equivalente al de biosfera, hidrsofera, litosfera, haciendo referencia a la capa que forma la cubierta de la superficie terrestre (Ibáñez y Boix, 2002).
Pero también el suelo, además de ser un ecosistema vivo, complejo, multifuncional, es extremadamente vulnerable. Ahí entra la Agricultura Orgánica o Ecológica, ya que desgraciadamente el aumento de los procesos de degradación de nuestros suelos, hace que aún sea más vulnerables frente a la Agricultura más agresiva e intensiva, así que necesitamos políticas de protección eficaz. De esta forma, nos hacemos todos, y no sólo los que nos dedicamos a la Agricultura, responsables de garantizar la sustentabilidad, cuidado y conservación del mismo y hacer posible un equilibrio perdurable entre producción, calidad de las producciones, conservación de los recursos, y seguridad y soberanía alimentaria. Y uno de los principales actores de este suelo que describimos, es el papel de la MATERIA ORGÁNICA, es el material orgánico de origen biológico que procede de alteraciones bioquímicas del resto de animales, platas y microorganismos, y de compuestos procedentes del metabolismo de origen vegetal y microbiano.
Realmente su papel es tan importante que puede ser capaz de almacenar nutrientes si estos están bloqueados, de retener la humedad, mitigar la producción de gases del efecto invernadero, pues secuestran el carbono; también la M.O. resiste la degradación física, química y biológica y actúa como un “filtro biológico” eficaz contra plagas y enfermedades (hongos, bacterias y virus) de cualquier cultivo de forma general.
Vamos perdiendo suelo todos los años de una forma brutal, Pérdidas anuales de 75.000 millones toneladas de tierra fértil; pérdida o abandono de 12 millones de hectáreas de tierra cultivadas al año, y la tasa de erosión de las tierras cultivadas en toda Europa, es alrededor de 17 t / ha /año, siendo España el país que más suelo va perdiendo. (Pimentel et al. (1995) Environmental and Economic Costs of Soil Erosion and Conservation Benefits. Science, 267: 1117-1123. Y es que se pierde muchos suelos al año, algo brutal, que está provocando la desertificación (de ahí el proyecto LUCDEME). Pérdidas anuales de 75.000 millones toneladas de tierra fértil, siendo España el país que más pierde suelo de Europa (en la cuenca Mediterránea).
Por ejemplo, en nuestros olivares andaluces ecológicos y de media tenemos una tasa neta anual de unos 250 kg Carbono/Ha, de secuestro de Carbono orgánico derivado de la presencia también de las cubiertas vegetales. Para el conjunto de los olivares de Andalucía supondría la retirada de anual de 375.000 toneladas de CO2 de la atmósfera, que en el mercado de CO2 supondría 6 millones € (García-Ruiz y Gómez-Muñoz, 2011). Por ello, tenemos que ser astutos y corregir los suelos haciendo que la M.O. aumente de forma progresiva, ya que puede influir positivamente en optimizar las propiedades física y química de los suelos, además de provocar suelos supresivos que son aquellos que, por su naturaleza sana y biota activa, son capaces de no dejar que se desarrolle ninguna enfermedad en cualquier cultivo al que se siente, aunque se encuentre el patógeno conviviendo con él en el suelo. Todo un verdadero detalle.
Así que la importancia que tienen los suelos es descomunal; nuestra responsabilidad pasa por apoyarnos en la Agroecología que ofrece las herramientas necesarias para acometer los procesos de conservación y recuperación del suelo desde una perspectiva global, y con el tiempo estos procesos de ayuda a los suelos nos permitirán tener mayor fertilidad edáfica y resiliencia en el tiempo.
Y en relación a este mundo, siempre defendí siendo estudiante de ingeniería técnica agrícola lo que significaba para la Agricultura en general los suelos. ¡¡¡¡Hay que despertar de una vez!!!!!!!!; la importancia que tiene para la humanidad un suelo agrícola, como si fuera el corazón palpitante de nuestra Madre Tierra.
Porque sin suelos, o más bien, con suelos inertes, carentes de materia orgánica, agotados, muertos… no podemos producir alimentos de sanos ni de calidad; no podíamos esperar absolutamente nada., es por eso que tenemos que defender políticas que conserven nuestro patrimonio de la humanidad que es el suelo agrícola, ser más prácticos y defender con más energía las políticas europeas para conservar dicho patrimonio sin ceder ni un ápice, y que dichas políticas dispongan las herramientas necesarias para conservar y salvaguardar lo más preciado de la Agricultura, que es la alimentación de hoy y de mañana… porque es un ENTE MUY VIVO que actúa, respira, intercambia, conecta, se dan los procesos más impresionantes y del todo invisibles al ojo humano, se dan los procesos más vitales del Agricultura, y si no lo cuidamos, nos quedaremos sin él y será el principio del fin de nuestro planeta, porque no tenemos otro porque lo hemos alterado hasta límite insospechados, y si queremos seguir viviendo en este mundo y no en otros planetas, debemos arreglar el desaguisado, comenzando por los que rigen las leyes y detrás todos nosotros.
La Tierra no es más que una mota de polvo en el cosmos, pero es nuestra mota de polvo, cuanto más la cuidemos, más posibilidades tendremos de contribuir a que siga siendo habitable para especies como la nuestra. Si queremos y ponemos de nuestra parte, aún hay tiempo, y si somos capaces de cuidar y preservar nuestros suelos, habremos hecho un trabajo enorme en post de nuestras generaciones, y entonces éstas podrán sentirse orgullosos de nuestra generación por haber conseguido que el suelo sea Patrimonio de la Humanidad.
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