La Pac, la de antes y especialmente la de ahora, ha situado a la ganadería extensiva en un momento especialmente crítico, que amenaza con su desaparición en el corto plazo. Estamos hablando de un sistema que aúna el oficio humano con la producción de alimentos en la naturaleza y en íntima relación con ella. La suma de estos tres factores, animal, manejo y medio, consiguen con mínimo gasto energético, máxima incardinación en el medio rural, producción de alimentos saludables, secuestro de carbono, prevención de incendios, mantenimiento de la Biodiversidad y ese largo etcétera con se llena la boca la Política Comunitaria.
¿No es esto lo que se persigue desde las grandes organizaciones internacionales y europeas, cuando se gastan tantísimos recursos en las políticas de descarbonización, economía circular, alimentación sana y recuperación de la biodiversidad? ¡Todo un teatro esperpéntico!
Tenemos la herramienta perfecta para conseguirlo en todo el planeta: la Ganadería Extensiva.
Recientemente ha culminado un trabajo de varios años tras declararse Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO a la Trashumancia, una práctica ancestral de movimientos de los ganados de unas tierras a otras para aprovechar los recursos de forma natural, mejorando la biodiversidad de los territorios y creando un patrimonio cultural, medioambiental y social de primer orden.
Porque eso es la Ganadería extensiva: un patrimonio inmenso que la voracidad e ignorancia humana han puesto en peligro de desaparición.
Ignorancia de los poderes públicos, esos hombres y mujeres alejados de la tierra y de la naturaleza, cuyas vidas se desarrollan entre coches oficiales, modernos despachos pagados de su propia importancia que cifran en grandes sueldos que gastan compulsivamente en bienes y servicios absolutamente inútiles. Estos son los que deciden con su insensibilidad e ignorancia el futuro de los demás y el futuro de la tierra.
Mientras tanto, las pocas voces que se alzan contra esta barbarie de sociedad son tachadas de radicalismo extremista, cuando no se le aplica la ideología que convenga a cada cual, condenando a la marginalidad a lo que debería ser una conciencia común de lo que nos conviene como seres humanos, parte de la vida en la Tierra.
Volvamos a la Ganadería Extensiva: la Política Agrícola Común ha sido un juego de intereses espureos, de balanzas de poder y de silenciar voces. Como siempre ha ganado el dinero; Lobbies en defensa del poder y del status quo de aquellos que forman parte del equipo ganador y que mientras están aquí se lo quieren llevar todo por delante.
El que venga detrás que arree sin conciencia alguna del bien común y sin consideración hacia las generaciones futuras. Para ellos ha legislado la PAC. Ministerios, consejerías, funcionarios, OPAS, asociaciones, todos en el mismo pesebre. Ahí dentro.
Fuera, los pastores, las ganaderas en los valles asturianos con sus rebaños de montaña, los ganaderos con sus razas autóctonas en las Dehesas mediterráneas, los pequeños rebaños de las montañas navarras y vascas, la lucha de las ganaderas en Andalucía, últimos pobladores de un mundo rural sin recursos, sobreviviendo o abandonando, los últimos quijotes de España. Y la PAC repartiendo migajas a su mejor recurso para la consecución de unos objetivos mundiales, los pocos que merecerían ser mimados: los ganaderos de extensivo.
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