Llevamos unos días cuanto menos convulsos después de que la DANA arreciase con saña contra Valencia. Las redes sociales, los periódicos y las televisiones se han convertido en escenarios donde dos posturas contrapuestas pugnan y pugnan, como dos ciervos entrechocando sus cornamentas. O como un duelo a garrotazos. Últimamente, se afirma de un lado que desde el Gobierno no se ha hecho nada mal; que todo es culpa de la Comunidad Valenciana. O sea: de Mazón. Que de no ser por su ineptitud, todo hubiese funcionado a las mil maravillas, se hubiese actuado con celeridad y la situación se habría solventado enseguida. Es más: de haber sido Sánchez el presidente de la Generalitat Valenciana, la Dana se hubiese quedado en agua de borrajas. Pero claro, ahí estaba Mazón, bloqueando el talento, la excelencia política…
En fin, no constato nada nuevo, pero definitivamente hemos perdido la cabeza. Ir contra los políticos en general, o sea, lo que la izquierda ha hecho siempre, lo que el pueblo hacía cuando estaba hasta la coronilla de la corrupción, se ha convertido en una rareza. Los hunos contra los hotros, ya lo decía la semana pasada.
Hace poco veía imágenes de una manifestación en la que buena parte de los manifestantes trataban de silenciar a un pequeño grupo que portaba una pancarta que decía: "Sánchez y Mazón, la misma mierda son". Querían que dejaran de manifestarse, que se largasen de allí; porque la manifestación era exclusivamente contra el president —único culpable de todo, recordemos—. Sin duda, son la muestra del perfecto lacayo; el que es capaz de traicionar a su igual por favorecer a su señor. Hasta este punto hemos llegado. Y los políticos encantados, por supuesto: han conseguido lo que querían. De hecho, hace poco decía nuestro querido presi que tocaba salir a aplaudir a las 8, por lo bien que lo había hecho el Estado. Te mean en la cara y dicen que llueve. Y encima agua bendita. Me recuerda a cuando Óscar Puente —que, por cierto, qué cambio de actitud, vaya caída del caballo— respondió ante las críticas por los problemas de la red ferroviaria diciendo algo como: “Nada, nada, no es que Renfe vaya mal, ¡es que va mejor que nunca!”. ¿Que la gente se quede tirada a unos kilómetros de su destino y tenga que reventar ventanas para no morir asfixiada, como sucedió este verano? Bulos de la ultraderecha, supongo. Igual que cuando llegaron los bomberos franceses a Valencia y les dijeron los vecinos que ellos habían sido los primeros en llegar. ¿Eso? Otro bulo de la ultraderecha. Y lo peor es que la gente asiente y da la razón a nuestros políticos.
Y no niego que hay mucho politicastro, y mucho vil lacayo tratando de aprovechar la situación para sacar rédito y terminar de hundir a nuestro gobierno, echando mano de bulos. Hasta aquí estamos de acuerdo. Pero que muchos no sean capaces de ver aquí un motivo para la fraternidad, para unirnos todos frente a la crueldad ciega de la naturaleza, frente a la mala gestión de nuestros gobernantes… me apena mucho. El enemigo común es lo que une más a todas las sociedades. Incluso las sociedades más fragmentadas se unen para combatir la común amenaza. Pero nosotros no sabemos verla. Y continuamos con el duelo a garrotazos.
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