La gestión de los ayuntamientos durante la pandemia refuerza la necesidad de llevar a cabo la segunda descentralización que dote de más competencias y, con ellas, más partidas presupuestarias a la administración más cercana a los ciudadanos, los ayuntamientos.
Es una reforma pendiente y necesaria que ha quedado durmiendo el sueño de los justos, reclamada con voz suave, tenue, sin molestar por la FEMP y olvidada por intereses regionales de competencias y dotaciones presupuestarias, a veces, claves en procesos electorales.
Esta reforma no debe de ir acompañada solo de competencias y más fondos para su desarrollo, también de un estricto control que aleje intereses cortoplacistas de politicos locales practicando un derroche desmesurado por revalidar exitos que les aseguren cuatro años más en un sillón en el que a veces pierden la noción de la realidad política y social.
Nuestra Constitución, en su artículo 140, garantiza la autonomía de los municipios, pero dicha autonomía falseada por la falta de competencias y capacidad de financiacion de la administracion más cercana a la ciudadanía además algunas competencias impropias que asumen los ayuntamientos son una considerable merma en los presupuestos municipales, llegando estas a suponer hasta un 30% de sus presupuestos en mucho de ellos.
Estas transferencias de las autonomías a los ayuntamientos también significarían un ahorro, no solo en la prestación de servicios, también en la eliminación de duplicidades políticas interesadas electoralmente y que no siempre benefician a la ciudadanía.
Podemos ver en muchos de nuestros pueblos y ciudades duplicidad de infraestructuras infrautilizadas y construidas por intereses electorales, dos edificios culturales sin contenido y "abandonados" del objetivo primario tras su construcción: uno, la inversión municipal y el otro la dotación provincial o autonómica, para una población no muy numerosa pero golosa políticamente.
Muchos politicos reivindican últimamente el municipalismo, ¿pero sabrán es o se quedan en los titulares? El municipalismo es la verdadera escuela politica por la que debería pasar toda aquella persona que se involucre en ella; conocer la gestión y los problemas desde las aceras de los barrios, y no menos importante, saber gestionar las herramientas con las que dar solución a los mismos.
Segunda descentralización, sí, pero sin perder de vista la gestión y control que dé soluciones y no termine siendo un problema, una buena herramienta que, en manos de politicos mediocres, acabe en reinos de taifas que nos puede hundir más en el lodo de las deudas municipales actuales.