A poco más de un mes del 4D, día de gran relevancia para el andalucismo, es importante que empecemos a entonar el himno ANDALÚ. Así que manos a la obra:
La bandera blanca y verde. Todos los estandartes del mundo, se han labrado a golpe de conflictos bélicos con la conclusión de independencias. Finalmente, el resultado ha sido que los del norte dominan, controlan y cordinan los recursos para decirnos, a los del sur, cómo tenemos que vivir. Además, ellos y ellas se reparten los recursos, manteniendo sus privilegios, mientras el resto nos quedamos con las sobras, es decir, con la desigualdad. En el caso de los pueblos que conforman la bandera verde y blanca, después de más de cuarenta años de democracia, somos cuarenta veces más desiguales. Así, que la ansiada convergencia entre las regiones españolas ni se ha dado ni se espera que ocurra.
Vuelve tras siglos de guerra. Con desigualdad jamás habrá paz. Es cierto, que las guerras tienen connotaciones relacionadas con la religión, la ideología política, y la variante de la raza o etnia, entre otros. Pero la cuestión de fondo siempre alumbra la desigualdad y la conquista de recursos para el dominio mundial. Además, para ello, se une el interés del conquistador y la desesperación de la inmensa mayoría con la consecuencia fatal que ya conocemos. En este sentido, y condenando todo acto que viole los derechos humanos, solidaridad con Palestina, Yemen, Sahara, Tibet y cualquier pueblo que se encuentre oprimido y condenado a no satisfacer sus necesidades más básicas. Luchemos por saber qué intereses socioeconómicos realmente hay detrás; denunciemos y construyamos.
A decir paz y esperanza. No podemos tener paz, ya que Marta del Castillo, una de nosotras, sigue sin aparecer debido a la maldad de un asesino que le segó la vida. El feminismo, junto con la sociedad, debe de buscar la igualdad entre el hombre y la mujer pero, también, la justicia y sororidad por encontrar, en este caso, sus huesos contra sus huesos y sus polvo entre su polvo porque es nuestra hermana, nuestra amiga, y nuestra hija y pudo haber sido nuestra madre, y, cuando la luna plateada empezase acariciar su cabello, nuestra abuela; y no podemos permitir su paradero desconocido por las manos de un cobarde. Esa luna que sigue triste al igual que las palabras de los sonetos, teatros y rimas del poeta Federico García Lorca, ya que no podemos homenajearlo como merece debido a otro cuerpo desaparecido por culpa de unos actos criminales de un bando en blanco y negro. Es cierto que prefiero las bibliotecas a los ataúdes para recordarlo, pero eso no quita tener el derecho de saber dónde está. Mientras sigamos con la esperanza de que aparezcan sus cuerpos, por muy poco que quede de ellos, más grande será su memoria y eterno su cometido para un mayor feminismo y apuesta por la cultura andaluza.
Bajo el sol de nuestra tierra. Parece ser que la estrella que más brilla del firmamento sólo alumbra económicamente, en Andalucía, al sector turístico. Un turismo que refleja tres puntos: primero, las miserias del trabajador debido a unos horarios interminables, un convenio colectivo de cachondeo, unas nóminas mal pagadas y una cotización a la Seguridad Social que no siempre muestra lo realmente labrado. Estas condiciones laborales, en el sector terciario, hacen que la persona no llegue a final de mes, proyectando un nuevo concepto de pobreza; es decir, ejercer una profesión sin tener posibilidad de cubrir sus necesidades, ni siquiera, fisiológicas. Segundo: tenemos un concepto de establecer políticas turísticas mediante la expulsión de los habitantes autóctonos a las afueras de la ciudad debido, entre otros motivos, a la subida de los precios de los pisos del casco histórico. Con esta tesitura, ¿es posible que las ciudades pierdan su encanto cultural?. Y tercero, ¿son realmente sostenibles las medidas relacionadas con el turismo de hoy?
¡Andaluces, levantaos! Flojos, catetos y bufones. Así nos ven. No obstante, no podemos seguir contemplando los peores indicadores en matemáticas, ciencia, lectura y números de alumnos y alumnas por aula de toda la península, ya que corremos el peligro de instaurar el analfabetismo del nuevo siglo; que es aquella sociedad que ni entiende lo que lee ni sabe expresarse al escribir. Por ello, de nosotros y nosotras depende. Así que levantémonos hacia una ciudadanía andaluza que edifique una actitud crítica suficiente que haga romper los estereotipos del, “indolente andaluz“; nación de pandereta y sociedad de haraganes. Eso sí, con nuestro acento: NO NI NA.
¡Pedid tierra y libertad!. Habitan los terratenientes del siglo XXI que se disfrazan de intermediarios y de grandes almacenes de alimentación que le ponen el yugo al cumplimiento de las necesidades básicas de los agricultores y agricultoras debido a los precios ridículos que deben venderles sus rubros agrícolas. Esta situación asfixia a quienes nos proporcionan alimentos y si no encontramos la fórmula que facilite una comercialización donde ellos y ellas logren el mayor margen comercial, finalmente, terminarán por perecer. De esta manera, los campos serán abandonados y todo quedará en propiedad de unos pocos con la llama de la concentración de la riqueza dejando en jaque el futuro alimenticio de nuestros hijos e hijas. Así que no mancillemos las manos manchadas de tierra de los jornaleros y jornaleras puesto que en su proceder agropecuario reside nuestra soberanía alimentaria y empieza nuestra libertad.
Sean por Andalucía libre. Europa ha fomentado una globalización, con permiso del mercado y del progreso, que convierte a generaciones enteras en unos miserables verdiblancos y verdiblancas sin oportunidades para vivir en su tierra. Nos pintaron que el sufragio universal era el adalid de la democracia y no es así puesto que con la pocas oportunidades que tenemos ha construido más bien un naufragio universal en cada una de nuestras calles. Aquí la única libertad no reside en el voto de una urna sino en las oportunidades que generemos.
España y la humanidad. El “centralismo“ español ha tenido poca “humanidad" con Andalucía. En este caso, si un chulito españolito y patriótico te pone la bandera rojigualda por encima de tu hombro; tú, joven andaluz o andaluza, por un lado, muéstrale la arbonaida, que es más bonita, y, por otro lado, acompañado de una Constitución Española donde esté subrayado el artículo 14, que explicita la igualdad de todos y todas ante la ley, le regalas el último informe de El Estado de la Pobreza escrito por EAPN (European Anti Poverty Network). Y, a continuación, le réplicas, en qué grado el centralismo le ha ayudado a Andalucía en términos de pobreza y exclusión social.
Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos. No hay ninguna duda de la vetusta histórica de Andalucía ya que poseemos las ciudades más antiguas de occidente. Esto nos da la razón de ser pioneros en dotar cultura al viejo continente convirtiéndonos en el faro de la civilización europea. Sin embargo, la atalaya lumínica se apagó y ya solo nos queda en ser referencia a todo tipo de desigualdades ya sea económica, género, orientación sexual, geográfica, y racial, entre otros.
Hombres de luz, que a los hombres alma de hombres le dimos. Sin luz andalucista en el Congreso de los Diputados ni podremos denunciar nuestras miserias; ni lograremos la inversión ejecutada al cien por cien en función de lo planificado; ni seremos dueños del destino de tales inversiones; y ni la financiación autonómica será la más justa para Andalucía. De esta manera, si no somos partícipes en la configuración de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) el sueño andaluz quedará en una eterna utopía. Ahora bién, si un partido se declara andalucista y no defiende a Andalucía como una nación…
¡Andaluces, levantaos! ¡Pedid tierra y libertad!. Una tierra que tiene su techo en las lágrimas nevadas de la cima del Mulhacén, coronando la sierra helada de Granada; con unos campos jienenses de aceites y olivos con principio pero sin fin; unas estremecedoras noches sevillanas en los Patios de los Naranjos; cactus a cactus decoran el desierto embriagador almeriense; para sumergirnos en esta región que mejor entrada que cualquiera de las que engalana la Mezquita cordobesa con olor al-Ándalus; doradas caballas acompañan a la arena tostada de las playas malagueñas; un puerto marítimo onubense que nos recuerda que fue allí donde supimos que teníamos hermanos y hermanas en el Nuevo Mundo; y unas costas gaditanas que sirven como mirador antes los atardeceres que te regala el Atlántico; siendo éste escenario de tu primer beso que provocan el sonrojo de tus cachetes del mismo color cárdeno del cielo cuando el sol se despide de la jornada allá en el crepúsculo oceánico. Además, estas orillas de Cádiz va dando continuos guiños al continente africano donde se vislumbra nuestra hermana Ceuta que con su mujer muerta nos escribe un horizonte morado y feminista. Pues en esta tierra sureña de múltiples paisajes, colores y sabores de lo más variopinto, es hora de añadir en el himno andaluz, con letra de Blas Infante, el término de “andaluzas” que ya empieza a chirriar tanto hombres y hércules.
Sean por Andalucía libre, España y la humanidad. No podemos ser libres unida a una España tan apostólica, románica y católica, entre otras razones, porque en esa religión los desiguales no pudimos escribir ningún párrafo de sus sagradas escrituras y/o libros sagrados. En este caso, creer en oraciones donde no hemos sido partícipe de su elaboración no tiene mucho sentido y, además, nos han convertido prisioneros de unas imágenes, cruces, y credos que ya no nos representan ya que su élite está al servicio de otras élites. Busquemos otros templos para declarar nuestras confesiones más sinceras y así resucitar en otro paradigma más justo con el desamparado y con mayor humanidad. Por ello, menos hombros en las procesiones paganas y más tintas en papel para el resurgimiento de una ciudadanía con inquietud.
Disculparme si no he respetado por completo la letra del himno pero, a veces, la canto con más pena e impotencia que gloria debido que al ver los tristes datos socioeconómicos de Andalucía me salen los demonios.
Andalucía nunca será libre hasta que no tengamos soberanía; y no tendremos soberanía hasta que recuperemos y gestionemos cada elemento de la cesta de la compra (alimentación, energía, servicios financieros, y vivienda, entre otros); y no conquistaremos la cesta de la compra hasta que no dejemos de vender nuestra tierra al mejor postor.
Andalucía date prisa en cambiar tu rumbo ya que hay familias que llevan lustros tiritando con los “dolores“ de la barriga vacía, la cartera bajo mínimos y los sueños rotos.
Por último, Andalucía porque no te conviertes en referente de los pueblos del sur y mejoras así las relaciones socioeconómicas con Latinoamérica; quizás ahí resida parte de nuestra solución ya que nos une más sus realidades que con las regiones del norte.
Por todo lo anterior, desiguales verdiblancas y verdiblancos luchemos, luego galoparemos…
X la revolución de los desiguales…
Comentarios (1)