Sin permiso, le llamaré estado terrorista

Cuando se publiquen estas líneas, se habrán sumado más bombardeos, más muertos, más heridos, tanto en Líbano como en Gaza y Cisjordania

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Escritora y analista social.

Destrozos en Gaza.
Destrozos en Gaza.

El Ejército de Israel ha pedido a los habitantes de las numerosas aldeas del sur de Líbano que abandonen el lugar, porque quiere atacar de forma “precisa” los lugares que le indique la Inteligencia (IA más que humana). Es decir, bombardear y después, no sería extraño, atacar por tierra. Lo mismo que hicieron (siguen haciendo) en la Franja de Gaza, el territorio palestino convertido en campo de pruebas del más reciente armamento de guerra: las tecnologías vinculadas a la Inteligencia Artificial (IA).  

Antes de esta petición, Israel ha bombardeado Beirut, la capital de Líbano y zonas del sur, del este y noreste del país, matando a cientos de personas y muchas más heridas. Esto ha ocurrido días después de las explosiones masivas de “buscas” y walkie-talkies, que han matado a algunas personas y han dejado heridas a miles. También niños. Han hecho explotar a distancia estos dispositivos, convirtiendo en arma de guerra un objeto de uso civil (nuestros móviles, por ejemplo). Convertir en arma de guerra, un objeto cotidiano es un ataque contra toda la humanidad. Es mostrarnos con toda claridad hasta qué extremo puede llegar un estado para conseguir una finalidad. Una persona (adulta, menor, anciana) deja de ser una persona para convertirse en objeto junto a su dispositivo de comunicación. Y esté donde esté: en su lugar de trabajo, junto a su hijo, en la caja del súper, comiendo con su familia... 

A principios de siglo hubo una oleada de atentados terroristas en ciudades europeas, que también afectaron a España. Explosiones en diversos lugares de vida cotidiana (plazas, metro...). Murieron muchas personas, muchas resultaron heridas. Se les llamó atentados terroristas, nadie ni ningún país ni medio de comunicación dudó. ¿Por qué si es un estado quien ejecuta el acto de matar y herir a ciegas, sea quien sea, no se le puede llamar terrorista? ¿No sería acaso terrorismo de estado? ¿O solo es terrorismo si el acto lo perpetra un grupo y no un estado? ¿Por qué, a la vista de los hechos en Líbano y Gaza, a Israel no se le puede llamar estado terrorista y genocida? ¿Qué ataduras tenemos con Israel para no cortar relaciones diplomáticas y cesar el comercio armamentístico y tecnológico? 

Si la guerra en Ucrania nos ha mostrado cómo maniobra la industria armamentística en colaboración con EE. UU., la OTAN y la Unión Europea para conseguir sustanciosos contratos, deshacerse del armamento obsoleto y tomar diligencia para fabricar uno actualizado, en las batallas que libra Israel (Gaza, Líbano, Siria, Cisjordania) queda patente la prueba y puesta a punto de nuevas tecnologías aplicadas de manera mortífera. El ejército de EE. UU. tomó los descubrimientos y avances en la fusión y fisón nuclear y fabricó las bombas atómicas, cuya eficacia puso a prueba en la II Guerra Mundial. Después se han seguido perfeccionando. ¿Estamos asistiendo a un Hiroshima y Nagasaki de la alta tecnología digital y la Inteligencia Artificial? 

No soy la única que piensa que estamos viviendo un punto de inflexión en la historia. Tampoco soy la única que piensa que si lo hacen con ellos, lo pueden hacer donde y cuando quieran y con quienes quieran. Porque si bien es Israel quien está empleando masivamente estos avances tecnológicos, digitales y de IA, los posee también EE. UU. al menos. 

Cuando se publiquen estas líneas, se habrán sumado más bombardeos, más muertos, más heridos, tanto en Líbano como en Gaza y Cisjordania. De todas las edades, niños también. De ayer a hoy medio millar de muertos y más de mil heridos en Líbano, Beirut nuevamente bombardeada y EE. UU. con su frase preferida: Israel tiene derecho a defenderse (y reforzando sus tropas en la zona).  

Solo que Israel no es una pobre víctima, tiene comportamientos de maltratador. Y si a un maltratador no le paras los pies, mata. Si a un maltratador se le ríen las gracias, se siente cada vez más poderoso, y ejerce ese poder cada día que pasa con más crueldad, desmesura y atrocidad. También es la táctica de un maltratador aislar a sus víctimas, dejarlas incomunicadas. ¿Qué si no son los asesinatos de periodistas en Gaza, la persecución de Al Yazira para limitar su capacidad de informar, el impedir que las ONG realicen su trabajo y hasta tirotearlas? Y provocar el miedo y la inseguridad en toda una población, más allá de a quienes considera enemigos bélicos. Sembrar el miedo y la inseguridad a base de desplazar a la población de un lado a otro sin que nunca encuentre lugar protegido y seguro, o sentir temor ante un objeto cotidiano como si este fuese una mina antipersona (que, de hecho, es lo que han resultado ser los “buscas” y walkie-talkies). 

Que la guerra se extienda o no por todo Oriente Próximo depende no solo de Israel, sino de EE. UU., Irán, Egipto, Arabia Saudí y el resto de países con poder en la zona. Y también de la pasividad de los países de la Unión Europea que comercian armamento y tecnología con Israel y mantienen allá sus embajadas, incluida España, como si nada ocurriera. Vergüenza. 

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