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La sinrazón impera en toda Europa

El truco consiste en crear un gran problema donde no lo había (o si lo había era de poca monta) y acto seguido presentarse con la solución bajo el brazo

23 de marzo de 2025 a las 20:20h
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, hablando sobre el rearme de Europa.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, hablando sobre el rearme de Europa.

A la extrema derecha no le ha hecho falta ganar unas elecciones para imponer su discurso y lograr que todos los gobiernos, sean del signo que sean, adopten su programa político: auge del rancio militarismo, rechazo de la diversidad, abandono de la lucha contra la violencia de género, recorte de los controles medioambientales para atajar el cambio climático, olvido de las políticas sociales, privatización sanitaria, criminalización de los inmigrantes... Da igual que gobierne la socialdemocracia, la derecha tradicional y la nueva-vieja extrema derecha porque todos dicen lo mismo, con ligeros matices de discurso, que no de fondo. Con el pretexto de contrarrestar el avance de la extrema derecha, todos abrazan sus políticas reaccionarias. El resultado es que rigen en estos momentos Europa y Estados Unidos las mentiras que hace apenas unos años la extrema derecha copió del fascismo de los años cuarenta del siglo pasado. Desde España a Finlandia, desde Francia a Polonia.

Vamos por partes. Europa dice que destinará 800.000 millones de euros en armas para hacer frente a nadie sabe qué enemigo. ¿Rusia? Rusia no tiene ejército ni poder económico para atacar a la UE. No hay más que ver los apuros que está pasando para avanzar en Ucrania. Consolidar el escaso territorio ucraniano que ha ocupado en tres años de guerra y agarrarse al clavo ardiendo del alto el fuego que le ofrece Estados Unidos son ahora su mejor opción para cortar la sangría de vidas humanas que sufren sus soldados y la ruina económica en la que Putin ha metido a su país. A Estados Unidos le interesa Putin porque le sirve para debilitar a la UE y porque, con su espantajo, la empuja a destinar fondos a la compra de armas. ¿A quién comprará esas armas? La mayor parte a EE.UU. claro está.

La política de la extrema derecha es nefasta para las clases populares -para los ricos es magnífica, especialmente para los fabricantes de armas y para los señores del tecnofeudalismo- pero tiene como positivo que no engaña a nadie. Trump y sus acólitos europeos no dicen una cosa y hacen otra. Dicen y hacen políticas antisociales y siembran odio sin importarles el sufrimiento que provocan. Su modo de actuar es una copia exacta de las prácticas mafiosas del Chicago de los años cincuenta. La mafia cooperaba con bandas criminales que sembraban inseguridad entre los comerciantes de la ciudad. Entonces aparecía la Cosa Nostra ofreciendo sus servicios de matones que, a cambio de una donación "desinteresada", obtenían la ansiada tranquilidad. En el mundo de los negocios casi todo está inventado y lo que procede es adaptarlo a las nuevas circunstancias.

En resumen, el truco consiste en crear un gran problema donde no lo había (o si lo había era de poca monta) y acto seguido presentarse con la solución bajo el brazo. Algo parecido ocurre con el fenómeno ocupa, que existe, sí, pero afecta a muy pocos particulares (más a los grandes tenedores de viviendas vacías) pero agrandado y ampliamente publicitado por las empresas de seguridad para engordar sus cuentas de resultados. Con respecto a la inmigración, cualquiera que conozca el fenómeno sabe que el origen de muchas de sus distorsiones son fruto de la falta de papeles, de la precariedad laboral, de la falta de recursos que sufren los servicios sanitarios y las escuelas, de la carestía de la vivienda, del bloqueo de la reagrupación familia... 

Ahora, Trump y sus secuaces europeos ofrecen la solución la comprar armas para hacer frente a la gigantesca amenaza de guerra que se avecina. Algo similar ocurre con la inmigración, con el movimiento LGTBI, con las "feminazis", con el cambio climático, con los impuestos que se necesitan para financiar los servicios sanitarios y con el abuso de las pensiones. La inmigración amenaza la estabilidad de Europa, dicen a coro los gobiernos siguiendo la partitura que les dicta la extrema derecha. La llegada en cayucos de niños africanos tiene en jaque a las 17 comunidades autónomas españolas, que en un alarde de insensibilidad propia de fascistas se los quitan de encima como si fuesen demonios. Son niños y necesitan amparo. Señorías, ¿con qué cara miran a sus hijos cuando llegan a casa?

 

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