No voy a ser yo quien valore el acuerdo porque no me corresponde, corresponde -única y exclusivamente- a los trabajadores y a las trabajadoras. Evidentemente no es mi acuerdo, hubiera preferido otro en el que se reconociesen más mejoras -justas y necesarias- para la situación de los eventuales, que acabase con la temporalidad, y no existiera una pérdida de poder adquisitivo para quienes se dejan la piel y la espalda cada mañana. Pero es el que se ha acordado y como tal no sólo lo asumo, sino que seré el primero en exigir que se cumpla, que no se vulnere, que existan más inspectores que vigilen a los empresarios que intenten regatear cada punto conquistado y peleado. Lo que sí quiero valorar, lo que sí quiero repetir es lo que dije el primer día, es lo que mantuve con ustedes, megáfono en mano, cuando intentaban criminalizar una reivindicación legítima, y es: la lucha colectiva sirve.
Estoy orgulloso de mi ciudad y mis vecinos. Sois ejemplo. Un ejemplo que ha traspasado fronteras y en el que hemos sentido el apoyo y la solidaridad de cada rincón y cada territorio. No somos criminales, somos obreros, y tras nueve días de pelea, represión y unión el tiempo nos ha dado la razón.
Se ha demostrado que violencia es tener que mentir tras un accidente laboral, no poder acompañar a un familiar ingresado en el hospital, o no llegar a fin de mes pese a interminables jornadas laborales. Eso es violencia, los que ejercen esa opresión son los violentos y no quienes habéis salido a la calle por lo que es justo y os pertenece. Por ello, gracias. Porque no ha sido fácil con tanta criminalización mediática y tan escaso apoyo institucional. Y gracias también a quienes habéis demostrado empatía en el conflicto. Respecto a quienes mandaron tanquetas, pelotas de goma y bombas de humo allí donde se necesitaba empleo digno, exigiremos que se depure hasta la última consecuencia.
Se firmará un convenio, pero los problemas de la Bahía continúan. Y continúan pese a las medallas que ahora se ponen tanto desde la Junta como desde el Gobierno, pese a las medallas que se otorgan quienes no han estado ni se les ha esperado durante el conflicto. Me alegro, sinceramente, de que vuelvan a tener cobertura en sus teléfonos para poner el tuit de autocomplacencia, pero verán, en el último mes además de las reivindicaciones del metal hemos sufrido el anuncio del cierre de una fábrica en Puerto Real, decenas de despidos en Alestis y la precariedad del sector naval.
Ahora, con los ánimos más calmados, con la cabeza fría y con Wifi en los móviles, insisto y reitero la necesidad de una reunión urgente con las ministras de Trabajo, de Hacienda y de Industria para abordar el tan necesario plan de reindustrialización y de inspección laboral de nuestra tierra. Porque Airbus Puerto Real no puede cerrar. Porque no podemos permitirnos que cierren aquí una planta mientras invierten 400 millones de dinero público en Getafe. Mientras mi gente, mis amigos, tienen que emigrar a cientos de kilómetros para currar como soldadores. Airbus Puerto Real no puede cerrar, repito. Gritaremos hasta dejarnos el último aliento. Porque es mentira, como dicen desde el Gobierno central, que no se perderá ningún puesto de empleo. Es falso. Y porque lo que perdemos, como perdimos Delphi, después cae en el olvido.
Tras estos nueve días de huelga no sólo se esconde la firma de un convenio, sino la situación estructural de una provincia que se desangra, a la que sólo quieren como chiringuito de Europa. De ahí el respaldo tan mayoritario. Cádiz necesita un plan sostenible y sostenido. Cádiz merece estabilidad, presente y futuro, ¿entienden ahora el porqué de estos nueve días de calle y lucha? Ojalá que no sean necesaria más señales de humo para estar en las cabezas y en los planes de quienes nos gobiernan. Déjennos mostrarles la realidad que se esconde tras cuatro décadas de desigualdad, cuatro décadas en la que para silenciarnos sólo nos han concedido migajas. No queremos las sobras; exigimos un compromiso serio y real con el sector naval y el aeroespacial.
Pese a todo, pese a lo que queda y pese a lo que arrastramos en nuestra piel, trabajadores y trabajadoras, vecinos y vecinas, que nadie -absolutamente nadie- se apodere de una victoria y de un ejemplo de dignidad y unidad que es sólo vuestro. Ni del Gobierno, ni de la patronal ni, mucho menos, de una Junta de Andalucía que es responsable directa en el conflicto y que debe ocuparse y condicionar las ayudas de dinero público a las empresas al cumplimiento y el respeto de los derechos laborales. Sin esta premisa, no debe haber ayuda que valga.
Ganamos cuando estamos unidos y unidas. Ganamos cuando confiamos, creemos y apostamos por una lucha colectiva. Una lucha que continúa. Una lucha por el presente y el futuro de esta tierra. Decía Galeano que el mundo se divide en indignos o indignados. El pueblo de Cádiz ha elegido ser lo segundo.
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