La Yolanda Díaz que conocimos como ministra, exponía sus tesis bajo la premisa de desmontar las falsedades mediante datos contundentes y fehacientes, arrojando unos resultados que desmentían las afirmaciones que afeaban su labor al frente del Ministerio de Trabajo.
Esa dinámica no es la que hoy preside su actuación al frente del partido movimiento Sumar. Los datos que corroboran ese abandono, como seguidamente se expondrán, solo se pueden entender desde la lógica que Díaz ha llegado a la convicción que su liderazgo solo es posible en la medida que Podemos desaparezca del tablero político, para ello ha construido un relato junto a las dirigencias de Más Madrid y quienes proceden de la extinta Iniciativa per Catalunya Verds e Izquierda Unida. No hay más ciego que el que no quiere ver.
Las personas que provenían de Iniciativa per Catalunya se integraron en el partido de ámbito catalán Catalunya en Comú (Los Comunes), del que hoy tienen su control. La campaña electoral de Sumar de las pasadas elecciones generales del 23 de julio fue dirigida por ese núcleo dirigente con aportes de la perspectiva de Más Madrid, cuyos resultados saltan a la vista, treinta y un diputados, ocho menos que los conseguidos por Unidas Podemos (35), Compromís (1) y Más Madrid (3) en las elecciones de noviembre de 2019.
Pero lo más preocupante para la izquierda española, además de la deriva, a la que después me referiré, es la intención obsesiva de acabar con Podemos, sometiéndolo a un sinfín de despropósitos, vetos y ninguneo, negándole el pan y la sal, sin el más mínimo reconocimiento al trabajo realizado en los últimos años. Sin embargo, ese plan de matar a Podemos no está funcionando y la organización podemita, que resiste, se va recomponiendo, a pesar de las cloacas del estado en la que participan policías, algunos jueces, poniendo en marcha investigaciones prospectivas (a ver lo que pesco), especialmente prohibidas por nuestro ordenamiento jurídico y la jurisprudencia penal, falsos periodistas (mercenarios a sueldo) y, la inestimable colaboración de la progresía mediática, con el perfil silencioso de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, que ni siquiera mostraron alegría por el archivo del caso Neurona, ni por las otras 19 falsas causas judiciales montadas prospectivamente contra Podemos.
No está muy lejos lo mal que se sintió Yolanda Díaz cuando Pablo Iglesias le confió el futuro de Unidas Podemos, lo que consideró un acto machista, si bien, ha rechazado someterse a primarias. Ni la foto valenciana, de la que, sin argumento, se excluyó a la dirección de Podemos. Después, los jarrones chinos de Évole, en una nada acertada comparación de Pablo Iglesias con Felipe González o Aznar, o el patológico veto a Irene Montero, sin duda una de las mejores ministras de la democracia española. El último veto se ha producido negando la intervención de la voz de Podemos en el debate de la fallida investidura de Feijóo. Si se le pregunta la razón de a qué vienen esos vetos las respuestas son huecas acompañadas de una sonrisa que lo dice todo.
La intervención de Sumar en el debate de investidura ha desencantado hasta a los más acérrimos defensores de esa nueva izquierda que no hace ruido y no quiere incomodar, siendo ahora el PSOE el que asume ese ruido con el aplauso de la progresía mediática, quedando descolocada Yolanda Díaz que, por supuesto, ha lamentado el tono socialista y el espectáculo dado, lo que informa de la subalternidad política de dicho conglomerado.
Entramos en un nuevo escenario en el que es Pedro Sánchez al que le toca presentarse a la investidura y algo está claro, los partidos nacionalistas como Ezquerra Republicana, Bildu y BNG parecen no tener confianza en negociación alguna con Yolanda Díaz, habida cuenta del visible papel subordinado respecto del PSOE en el que ha situado al espacio que dirige y de la escasísima credibilidad de su defensa de la plurinacionalidad del estado, haciendo uso, además, de Andalucía al modo que siempre ha hecho el bipartidismo, sin tener en cuenta que Andalucía es tan nacionalidad histórica, tan nación, como la que más, y con la miopía política de no percibir que la clave plurinacional andaluza es la que puede evitar el retorno a un nuevo “a por ellos”, como muy acertadamente ha escrito la Asociación Andalucía y Democracia que resume lo dicho en “Con Andalucía todo, sin Andalucía nada”.
En realidad, quien sostiene ideológicamente a Sumar es Podemos, de momento, aunque ese sostén es cada vez más complicado por el errático liderazgo de Yolanda Díaz y sus asesorías, cuya deriva ahora es hacia la reconversión de Sumar en un partido verde al estilo alemán, precisamente ahora que Los Verdes alemanes giran fuertemente hacia la derecha, eso sí, sin abandonar la fijación ciega en eliminar a Podemos, alejando a su electorado, cuando sin Podemos, Sumar no es nada, razón por la que, de persistir tal situación de acoso y derribo, llegará el momento en el que aparecerá el dilema de qué hago aquí, lo cual no hay que descartar, como tampoco que se repitan las elecciones generales, en cuyo caso, las cosas, presumiblemente, ya no se desarrollarán igual.
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