Andalucía, antes de la llegada de la transición, tuvo un intenso proceso en favor de la autonomía durante la II República. Como ideal permanentemente perseguido desde su primera petición en 1918 a las instituciones por parte de los círculos andalucistas, la demanda de autogobierno se materializa por primera vez en la historia de España a partir del 14 de abril, articulándose a través de instituciones y competencias propias. Escasos días después de la proclamación del nuevo régimen el proceso andaluz se inicia un recorrido del que es fruto, al menos, cinco borradores estatutarios y diferentes reuniones. El relato no fue fácil porque la propuesta ponía en jaque a los partidos centralistas e invitaba a la derecha a la conocida reacción de alerta sobre lo que, equivocadamente, consideraba como separatismo.
En ese escenario tuvo lugar en Córdoba entre el 29 y el 31 de enero de 1933, la denominada Asamblea Regional Andaluza. Por asistencia, el más importante foro pro autonomista que congregó a casi 250 personas representando de 165 ayuntamientos andaluces, formaciones políticas y todo tipo de entidades públicas y privadas. Los reunidos daban luz al Anteproyecto de Bases de Estatuto de Autonomía para Andalucía, como definitiva propuesta que Andalucía quiso disfrutar. Existe literatura histórica muy seria sobre dicha cuestión. Sin embargo, aquel hito congregado en el salón de actos del Círculo de la amistad, importante para la historiografía andaluza, sigue ausente de gran parte de las ediciones de historia de la ciudad califal y de su provincia, además de textos sobre historia andaluza. Sin necesidad de glorificar nuestro pasado, ni levantar homenajes efímeros al historicismo, aún hay quien niega nuestra historia y remite nuestra realidad autonómica erróneamente al ordenamiento de la Constitución de 1978.
La gran cita andaluza fue capaz de sortear las críticas que desde sectores supuestamente progresistas, pusieron todo su empeño en boicotear el objetivo del encuentro intentando que no se constituyese la mesa del foro. Con el recurrente argumento de la no existencia de una conciencia andaluza que siempre impide la solidaridad empática entre los andaluces y andaluzas así como con el tópico de las dos andalucías convenientemente aderezado del rechazo al centralismo sevillano, partidos tradicionales de la izquierda centralista sumados a formaciones conservadoras, intentaron escenificar la ruptura del encuentro y airear por medios de comunicación afines, el fracaso de la Asamblea. Para su boicot y desprestigio, algunos delegados no dudaron en abandonarla intentando así desmoralizar a los reunidos. Es más, los sectores reticentes en un intento por fortalecer sus posiciones, escenificaron ante la prensa disputas y diferencias provinciales antes que ideológicas, frente a quienes optaron por rentabilizar una reunión numéricamente nada despreciable. No obstante, recientes investigaciones sobre el tema han venido a poner de manifiesto la parcialidad de estas tradicionales afirmaciones en tanto, quienes reducidamente se marchan sólo se representaban a sí mismo o, en todo caso, a sus delegaciones. Lo cierto es que la propuesta de autonomía para Andalucía puso en jaque a una izquierda que en Andalucía sólo venía ejerciendo bajo un paraguas centralista; puso fuera de juego a una derecha monolítica y reaccionaria. Rechazo de unos, porque niegan a Andalucía lo que sí permiten a otros territorios de aquella España republicana; de otros, porque sólo concebían el Estado desde su casposa concepción centralista. Sus propuestas nunca llegarán a más, significando vanas excusas para boicotear el mayor encuentro habido durante el periodo. En el argumento de la conservadora propuesta para crear una mancomunidad oriental para Andalucía, la misma no va más allá de ser un simplón argumento contra el foro cordobés. En el ejemplo de la reclamación de una autonomía onubo extremeña, será Badajoz quien al filo del golpe militar (20 de julio de 1936) apruebe en Pleno solicitar la incorporación de su provincia a Andalucía.
Ayer como hoy, como un valor añadido para esta comunidad, debemos conquistar la unidad y la voz de los andaluces, con la capacidad de hablar de nuestros problemas en las Cortes y demás instituciones. Hacerlo desde la pluralidad, convencidos de la existencia de muchas andalucías (tantas como españas), siendo conscientes del papel transformador y de liberación que tiene el andalucismo en este país andaluz. Con ello, sin necesidad de fijar la mirada en el pasado salvo para aprender y tomar impulso, los andaluces y andaluzas de hoy
Nuestra historia ya fue durante la transición una herramienta para movilizar al pueblo. Hoy como entonces, se alzan voces empeñadas en una arbitraria división que no existe, escondida bajo intereses centralistas ajenos a los que verdaderamente siente Andalucía y lo que debe ser la voz y la solución de sus dolores. Localismo y centralismo son los grandes enemigos de esta tierra. Ambos no nos permiten ver ni valorar el gran valor de una Andalucía solidaria y cohesionada defensora de sus intereses y protagonista soberana de su destino por encima de la rivalidad partidista y el enfrentamiento institucional.
Los andaluces de hoy no podemos dejar pasar la efemérides sin recordar que, en Córdoba y desde toda Andalucía, por encima de dificultades y alrededor de la figura de Blas Infante, estuvieron a punto de lograr su Estatuto. El reimpulso que la victoria del Frente Popular otorgará al proyecto con una nueva Asamblea Regional esta vez en Sevilla (5 de julio de 1936), resultaría imposibilitada violentamente con el golpe militar del general Franco. Si hubiésemos plebiscitado aquel estatuto, la Constitución de 1978 nos hubiera calificado nacionalidades históricas, el que nuestra comunidad tuviera igualdad, sin tener que pasar por el 28-F. No en vano somos la única autonomía que logró conquistar y superar políticamente las condiciones del artículo 151 para acceder a una autonomía de primer orden competencial. Desde este año en el que celebramos los 90 años de aquella cita histórica como parte ya de nuestro patrimonio humano e histórico, la recordamos desde el trabajo por una Andalucía Libre día a día, en pos del país andaluz de progreso, libertad y solidaridad.
Más información:
CATAÑO GARCÍA, E., Blas Infante y el despertar del andalucismo en la prensa republicana, Almuzara, Córdoba, 2023.
DÍAZ ARRIAZA, J. y RUIZ ROMERO, M., El proceso autonómico de Andalucía durante la II República, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1991.
HIJANO DEL RÍO, M., PONCE ALBERCA, J. y RUIZ ROMERO, M., "Frente Popular y recuperación del impulso autonómico. Sevilla, 1936", en Actas del VII Congreso sobre el Andalucismo Histórico, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1996, pp. 313-327.
HIJANO DEL RÍO, M., y RUIZ ROMERO, M., El Ideal Andaluz en la II República. La Asamblea Regional Andaluza de 1933, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1995.
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