Tres tesis sobre el crecimiento del irracionalismo a derecha e izquierda

Este divorcio cognitivo fue muy bien descrito por Lukacs desde la mitad del siglo XIX, y muda en estos momentos de agudización de la crisis metabólica en guerra abierta contra ambos polos. En esto consisten el negacionismo (antagonismo con la realidad) y la posverdad (antagonismo con la racionalidad y la ciencia)

Alvise Pérez, en Sevilla, el pasado 9 de junio, cuando fue a votar en el Plantinar.
Alvise Pérez, en Sevilla, el pasado 9 de junio, cuando fue a votar en el Plantinar.

“Nos encontramos al final de la Era de la Razón… Está surgiendo una nueva era de explicación mágica del mundo, una explicación basada en la voluntad más que en el conocimiento. No hay verdad, ni en el sentido moral ni en el científico” ¿Quién cree el lector que es el autor de estas  frases? ¿Un influenser psicodélico digital? ¿Una filósofa postmoderna? ¿Un ecologista de la new age? ¿Un teólogo? ¿Un negacionista terraplanista…? La respuesta la dejaremos para el final como en las series de intriga policial.

En 1953 Lukács publicó El asalto a la razón, donde desarrollo el análisis del problema del irracionalismo desde una perspectiva marxista y rastreó sus raíces históricas hasta la derrota de las revoluciones burguesas de1848. Para el gran filósofo húngaro el asenso de las corrientes de pensamiento que negaban la racionalidad y la ciencia en el siglo XIX y XX eran el correlato intelectual al ascenso del capitalismo más autoritario, el fascismo y finalmente del imperialismo neocolonial.

En esos momentos históricos se daba un estancamiento del crecimiento, caída coyuntural pero tendencial de la tasa de beneficio del capital a partir del ciclo que engloba; la Primera Guerra Mundial (crisis interna del colonialismo europeo), pandemia de Influenza en 1918, crac del 29 (crisis de superproducción), auge del fascismo y nueva guerra mundial. En ese momento rebrotaron semillas ideológicas plantadas ya por el pensamiento reaccionario que había nacido como respuesta a la oleada  ilustrada concretada políticamente en las revoluciones holandesa, inglesa, francesa y norteamericana. 

Para Lukács, Schopenhauer fue el creador de la versión puramente burguesa del irracionalismo. El mundo como voluntad e idea, publicada en 1819, estaba dirigida contra la filosofía hegeliana. Nietzsche,  Sorel, alguno de los neokantianos, en abierta traición al legado de Kant, cultivaron con gran audiencia en la cultura dominante el más reaccionario de los irracionalismos. Pero esto fue solo la expresión mas sofisticada intelectualmente de un movimiento cultural  mucho más extendido entre las burguesías europeas después 1848. A la par florecieron las secciones y salas de ocultismo y espiritismo, las mediuns, las sectas  esotéricas como los rosacruz y otros, la patafísica… En un momento en que la ciencia estaba dando el salto crucial entre 1850 y 1930 donde se conformaron todos los paradigmas dominantes del siglo XX y aún del XXI, desde el evolucionismo, el marxismo, la física relativista, la mecánica estadística, la termodinámica, la teoría de conjuntos, el formalismo de Hilberg la física cuántica  estaban dando un salto brutal.

Esta espeluznante paradoja no es inocente, ni necesariamente intencional,  responde a un efecto colateral de la necesidad sistémica (para la lógica del capital) de mantener separados y aislados, racionalidad y realidad. Este divorcio cognitivo que fue muy bien descrito por Lukacs desde la mitad del siglo XIX, muda en estos momentos de agudización de la crisis metabólica en guerra abierta contra ambos polos. En esto consisten el negacionismo (antagonismo con la realidad) y la posverdad (antagonismo con la racionalidad y la ciencia). El gran ecólogo y matemático evolucionista norteamericano R. Levins describía sus investigaciones como la obra de un “observador del conjunto”. Eso es lo que pretendemos sobre el estado del irracionalismo como movimiento reaccionario. De la novedad política de esta fase del irracionalismo quieren dar cuenta descriptiva este tres tesis. 

  1. El irracionalismo sigue siendo un cortafuego reaccionario que encripta la alienación capitalista mediante la abstracción (separación radical) de razón y realidad. La ideología como falsa conciencia ciencia es esencialmente irracionalista.  No ha perdido ni un ápice de su naturaleza y origen de clase que ya tenía en los tiempos de Lukacs. La lucha de clases, en todas sus expresiones, debe combatir  a los discursos irracionalista como enemigos de clase.
  2. El irracionalismo reaccionario actual es el hijo adoptivo y heredero epistémico de la impotencia para la superación del capitalismo de la izquierda occidental y del estalinismo. El discurso posmoderno y el idealismo mecanicista soviético han extendido la sospecha epistémica sobre la razón a la sospecha ontológica sobre la realidad  reunificando la primitiva dicotomía razón/realidad sobre un nihilismo pasivo monista basado en la sospecha de la sospecha, transfiriendo de este modo la subjetividad colectiva la impotencia política (objetiva) para la transformación.
  3. El irracionalismo reaccionario al adolecer de cualquier compresión dialéctica y sistémica de la relación crítica entre razón y realidad; niega el momento de la positividad al eludir el movimiento de la negación de la negación dialéctico.

La gravedad política que tiene el actual irracionalismo encuentra en la banalización es la puerta trasera (backdoor) de entrada en la izquierda. Los memes irracionalistas colonizan el discurso de la izquierda convirtiéndonos  en compañeros de viaje del irracionalismo. La presencia de movimientos sociales de orientación anticapitalista en las movilizaciones antivacunas o en los delirios conspiranoicos sobre el sionismo, la globalización, el neoliberalismo, la aquiescencia con cierta formulación del postcolonialismo que confunde racionalidad con imperialismo, o la construcción de alternativas a la razón en la tierra baldía de la enfermedad mental, son expresiones de la presencia de este tipo de memes irracionalistas en el discurso de cierta izquierda tan impotente para la praxis de trasformación como  exuberante en el abigarramiento simbólico.

Aunque el irracionalismo es genéticamente reaccionario sería imposible   comprender sus éxitos políticos sin la complicidad en esta misma pulsión de muerte nihilista de parte de la izquierda tan vanguardia que cuando se dan cuenta, han avanzado tanto que ya están en la barricada contraria. La negatividad inherente (nihilista) al capital es tan severa que la única innovación que aporta a la realidad social es la reutilización perversa de los argumentos progresistas: la reacción como ha diseccionado  A. O. Hirschman. Este  topología del discurso conservador no fue siempre así de monótona antes de lo que Shakespeare llamó la “gran tempestad”. La onto teología tradicional, aunque ya estaba preñada de nihilismo, también lo estaba de materialismo y por ello legitimaba por el derecho natural la desigualdad pero no por a costa de negar la realidad.

Una de los primeros signos del fin del mundo ("El asesinato de la realidad", como decía Baudrillard) tras la caída del muro de Berlín fue el anuncio de la muerte definitiva del marxismo y el fin del materialismo histórico. Si como escribía Jamelson el marxismo es esencialmente la ciencia que estudia al capitalismo la negación del marxismo no puede sor otra que la negación ilusoria del capital y por tanto la negación radical de la realidad, aquí comienza la era de la posverdad. La interiorización de este progromontocida por pare de la izquierda postmoderna fue casi integral. Sólo tres movimientos se mantuvieron fuera de esta aceptación acrítica del fin del mundo: el movimiento pacifista, el feminista y el ecologista. Los tres vinculados directamente con la defensa de la materialidad. Esto no significa que estos hayan sido ajenos a las envestidas del irracionalismo. Todo lo contrario han sido su objetivo preferente y por eso es tan fácil encontrar rastros meméticos en sus restos ideológicos. 

Un último ejemplo de irracionalismo son las predicciones apocalípticas para la racionalidad humana ante la aparente aceleración de la IA, que proveen la pronta derrota de la cognición humana, expresada en las teorías científicas frente a la máquina. Algo así como un futuro de ciencia posteórica. Los profetas bienintencionados, autoproclamados como críticos, asumen como una posibilidad real cuasi determinista y relativamente cercana esta conjetura, basada en un error grosero que reduce la ciencia a mera racionalidad y a la racionalidad a mero cálculo algorítmico autogenerado. En definitiva cree que la ciencia es un esquematismo  cognitivo de un software sin hardware ni ambiente material. Así reducida la cognición humana sería la ciencia de la nada o nada de ciencia. Y ahora es cuando viene la utilidad política de esta supuesta crítica alternativa de la IA pues naturaliza la irracionalidad de una prescripción política reaccionaria.      

Después de la crisis metabólica del 2008 y de su epígono, la pandemia de la COVID-19, ya no hay excusas para no declarar la guerra ideológica al irracionalismo, como uno de los principales actores institucionales de la lógica nihilista y suicida del capital. “Nada mas radical que la realidad” este es el lema que adoptaron un grupo postmoderno, que ironía, de artistas plásticos conceptuales británicos en los años ochenta del pasado siglo. El realismo, materialismo, es hoy una exigencia evolutiva y una barricada política. EL subtítulo del libro de Lukacs con el comenzaba este artículo, El asalto a la razón, termina como el mismo nombre que el del autor de la frase con que también empieza este texto y no es otro que Adolf Hitler.

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