Quince minutos esperando para captar esta imagen sin que apareciera persona alguna, me permitió un interesante experimento sociológico y una reflexión ética sobre la ingente cantidad de visitantes que acudían magnéticamente a un punto concreto de las afueras de Núremberg. De todas las edades, género y transversalidad económica, adivinando un espectro multicultural de asiáticos, latinos, caucásicos o indoarios entre otras etnias, competían por la autofoto (el aceptado término “selfi” me da urticaria), para su inmediata transferencia a las redes sociales, variando el acto principalmente en dos versiones…gesto recio y evocador del pasado o sonrisa de cierta histeria bobalicona. Esta igualdad de comportamiento parece una peligrosa simpleza que homogeneiza a la especie humana y que lamentablemente es una actitud en aumento desde hace años en otros espacios patrimoniales de dramático recuerdo. Algo erróneo a escala global está sucediendo… afirmo.
El espacio en cuestión no es otro que Die Zeppelintribüne, o más concretamente el sitio específico donde Adolf Hitler arengaba a las masas uniformadas y público presente en los congresos políticos del NSDAP, mostrado una y mil veces en imágenes y documentales. En realidad, hablamos de una de las piezas urbanísticas que constituyen el Reichsparteitagsgelaende, esto es…un amplio terreno con un complejo de edificios y lugares que incluían Palacio de Congresos, Gran Avenida para desfiles, Estadio Alemán y Municipal, Luitpoldarena, Campo de Marte, Zona de Campamento, edificios auxiliares, estación de tren y el propio Campo Zeppelín. Algunos quedaron inconclusos, desmantelados o en el proyecto de sus cimientos, mientras que la tribuna en concreto sufrió la voladura de la gran esvástica central en 1945 y la demolición de sus columnatas y pebeteros laterales en los años 60, lo que trastoca en gran medida el diseño que Albert Speer realizó inspirándose en el Altar de Pérgamo, que completaba con la Lichtdom o Catedral de luz de 152 reflectores antiaéreos en vertical con un esplendoroso efecto mesiánico. Guardando todavía sorpresas pendientes de acceso general como la Goldener Saal (sala dorada), para su mejor comprensión es recomendable visionar la obra de Leni Riefenstahl, El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1935), piedra angular de la pionera propaganda audiovisual rodada durante el Congreso del Partido de 1934.
Para acercarnos a estos lugares, se requiere un desplazamiento en tranvía desde el centro de la ciudad y una buena jornada para recorrer y entender usos, ejes, viarios, construcciones y restos abandonados. Sin embargo, el público genérico aparecía en la lejanía de modo continuado y casi programado, siguiendo las órdenes de su inseparable smartphone, para terminar subiendo las escalinatas hasta el punto en cuestión, unos minutos de sesión fotográfica reiterativa y algún acercamiento tímido a otros elementos cercanos más visibles…poco más y vuelta al redil con el objetivo cumplido de otros millones de visitantes en pueril inquietud.
Incluso para alguien experto o interesado en su estudio (mi caso), resulta complicado hacerse una idea planimétrica de lo que queda y lo que se ha modificado urbanísticamente para poder entender la magnitud del escenario y la trascendencia en su apreciación. El viajero aplicado puede acudir al Dokumentationszentrum (ahora con una pequeña exhibición por reformas internas), recibir información y tratar de comprender la dificultad de unos espacios de simbolismo oscuro que actualmente pretende superar la dicotomía entre vergüenza colectiva histórica y capacidad didáctica ejemplarizante, apostando por la revitalización de su uso y comprensión en un proyecto en el que participa la ciudad, el propio land de Baviera y el gobierno federal. La tarea es peliaguda por la elección de lo que en educación patrimonial podría denominarse “el discurso o hilo conductor”, pero en mi opinión siempre es indesligable la trama discursiva de un “todo” (bueno y malo), cuando la valentía predomina en la base y reconocimiento de una memoria histórica honesta. La belleza del castillo y el casco urbano medieval (reconstruido en gran parte tras los bombardeos aliados de la Segunda Guerra Mundial), los subterráneos donde se protegieron sus obras de arte, la relevancia como lugar dentro del Sacro Imperio Romano Germánico o la excelencia de figuras como Alberto Durero o Lutero son compatibles con la exposición cruda y directa del marco monumental nacionalsocialista que relatamos, la infame promulgación de las Leyes Raciales de 1935 o un espíritu redentor del derecho internacional emanado de los famosos procesos celebrados en la Sala 600 del Palacio de Justicia.
Esta crónica reflexiva reciente quedaría en un plano académico o anecdótico si no fuera porque uno tiene la mala costumbre de conectar acontecimientos y hechos en el tiempo, y porque el propio y apasionado conocimiento de la historia te lleva a la angustia de comprobar la posibilidad de la repetición del caos y la barbarie, independientemente de lo alto y claro que se digan las cosas y del decadente valor que tiene la pedagogía hoy en día frente a una masa social absorta en lo ufano y consumible.
Esta semana en las elecciones de Turingia ganó el partido Alternativa por Alemania (Alternative für Deutschland o AfD) mientras que la Alianza Sahra Wagenknecht - Por la Razón y la Justicia (Bündnis Sahra Wagenknecht – Vernunft und Gerechtigkeit o BSW) logró un 15% de votos. En el estado federal de Sajonia la AfD alcanzó la segunda posición a un paso de los democristianos (CDU), y la BSW obtenía cerca de un 12 %. Modelos extremos de derecha liberal e izquierda comunista definirían las posiciones respectivas de estos dos partidos, pero no obstante comparten una visión dura frente a los masivos flujos migratorios y ambos podrían calificarse de germano-nacionalistas y curiosamente cercanos a Moscú-Putin (Afd llegó a decir que no recibirían a un “mendigo” Zelenski en el Bundestag).
En Alemania y como concepto interiorizado propio, se incluye en el ámbito educativo la visita de escolares y jóvenes a los distintos KL-KZ Konzentrationslager a los que se pueden acceder. Personalmente, he podido visitar Auschwitz-Birkenau, Dachau, Sachsenhausen, Mauthausen-Gusen o Theresienstadt y no se me ocurre mejor elemento didáctico para el entendimiento del horror sucedido. A pesar de ello puedo comprobar en el visitante un no minoritario comportamiento incívico, desconsiderado o cercano a la estupidez, cuando no simplemente un trámite más del típico tour de turista básico que debe completar. Ignoro si esto me convierte en germanófilo u obsesivo estudioso del Tercer Reich, pero además de una buena bibliografía, ayuda mucha estudiar y encontrar la génesis del movimiento político en las cervecerías de Múnich y en su logia Feldherrnhalle (protagonista del Putsch de 1923), seguir la infancia y juventud del dictador en Braunau am Inn o la propia Viena, y colmatarse con el entorno de Obersalzberg y la hoy arrasada residencia de Berghof. Si se persiste en el interés comprensivo, con precaución recomendaría también la lectura de Mein Kampf y ya puestos, recorrer en Masuria (Polonia) las impresionantes moles fracturadas de la Wolfsschanze (Guarida del Lobo), terminando con reflexiones internas en un aparcamiento de Berlín frente a un bloque de viviendas que esconde los restos de la Cancillería del Reich (Reichskanzlei) y los últimos días en el Führerbunker. Si todo esto resulta muy esforzado, también se puede ir una tribuna en Núremberg y hacerte una foto entre risas para compartir con los amiguetes.
El mundo presente se parece mucho a épocas anteriores marcadas por gigantescas desgracias comunes. El devenir controlado por un poder económico global sin escrúpulos empuja a millones de seres humanos a un conflicto multipolar, con una gran diferencia respecto a tiempos pasados: el combinado ignorancia-inconsciencia-superficialidad colectiva es un detonador nuclear perfecto para la oscuridad venidera, multiplicando la escala de ese posible caos. Si en un país que prohíbe la esvástica hasta en las maquetas de aviones de la Luftwaffe de la Segunda Guerra Mundial, que tiene una tradición filosófica y cultural extraordinaria y que ha intentado pasar página del horror y la responsabilidad colectiva, sucede que el hartazgo de parte de sus ciudadanos termina en el extremismo como castigo a los partidos tradicionales “democráticos” por su incompetencia y nulidad, se me ocurren mil casos de extrapolación política (incluye mi país), para que efectivamente la historia se repita.
Björn Höcke (destacado líder regional de AfD y profesor de historia condenado por enaltecer el nazismo), al ser denominado como extrema derecha en una arisca entrevista reciente, aludió hábilmente a que de igual forma se debería calificar a un tercio de la población de Turingia que apoyaron su partido, remitiendo maquiavélicamente a ese populismo de las izquierdas que si considera la libre decisión de la ciudadanía como tesoro inalienable (independientemente de qué ideas se voten), no hay objeciones a la decisión “soberana” del conjunto social. En esta línea recomiendo (por no cansar), una revisión a los métodos utilizados por el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei para obtener presencia parlamentaria y poder de gobierno entre 1920 y 1945…con seguridad nos remiten a las oquedades que dejan las democracias cuando son únicamente estructuras formales.