7 y 36 minutos de la mañana un miércoles 11 de marzo de 2004, en la estación de Atocha se produce una explosión que conmociona a los allí presentes. Lo que no se esperaban era otra explosión menos de un minuto más tarde y la última seis segundos después.
Estos atentados se produjeron, como antes he mencionado, el 11 de marzo de 2004, en vísperas de las elecciones generales del 14 de marzo de ese mismo año. Tras ocho años de Gobierno de José María Aznar (que gozaba de mayoría absoluta desde los comicios del 2000), parecía evidente que su sucesor al frente del Gobierno sería su vicepresidente, Mariano Rajoy Brey. Todas las encuestas coincidían en que el Partido Popular perdería la mayoría absoluta pero conservaría una mayoría holgada que le permitiría ocupar los asientos azules en el congreso de los diputados, propios del Gobierno. Situando al PP de Rajoy entre 15 y 20 diputados por encima del PSOE de Zapatero, que había prometido no formar Gobierno si su partido no era el más votado.
Toda predicción quedó alterada con los atentados del 11M, cuya influencia en las elecciones fue determinante en todos los aspectos. Cuando el presidente Aznar apoyó la salvaje, ilegítima e imperialista invasión por parte de los EEUU de George Bush a Irak en 2003; fue el único en no darse cuenta de que estaba abriendo la puerta a unas más que previsibles represalias por parte de las organizaciones islamistas al Estado español, que por desgracia se vieron traducidas en la muerte de 193 personas aquel 11 de marzo de 2004.
Una rabia inenarrable sacudió a millones de ciudadanos, que perdieron a familiares, amigos o simplemente a compatriotas, cuya muerte se pudo haber evitado si se hubiese retirado el apoyo español a la invasión iraquí, que todo el mundo cuestionaba. Esta fue merecidamente la gota que colmó el vaso de la paciencia social, que como resultado estalló en contra de la guerra, provocando numerosas manifestaciones, actos y demás movimientos con el lógico fin de finalizar nuestro respaldo al conflicto bélico.
En mi más sincera opinión, lo que al Partido Popular le costó las elecciones fue su inhumana reacción a estos atentados, queriendo responsabilizar al grupo terrorista ETA para que no pudieran culpar de estas muertes a la decisión política de Aznar.
Fue el propio presidente Aznar el que llamó a medios de comunicación para que divulgasen la falsa autoría de ETA y fue la propia ministra de Exteriores Ana Palacio la que remitió un telegrama a embajadas y consulados para que textualmente “aprovechasen aquellas ocasiones que se le presenten para confirmar autoría de ETA de estos brutales atentados, ayudando así a disipar cualquier tipo de duda que ciertas parte interesadas puedan hacer querer surgir en torno a quien está detrás de estos atentados”.
Pero ni ETA había comunicado como solía hacer su autoría, ni los tipos de explosivos utilizados coincidían, ni nada hacía creer que fuese ETA y no organizaciones islamistas. Durante días antes a las elecciones, se ocasionaron cuantiosas manifestaciones en Génova 13 con lemas como: “No a la guerra”, “Aznar responsable”, “Toda Europa lo sabe ¿quién ha sido?” “Aznar, por tu culpa pagamos todos”, “vuestras guerras, nuestros muertos”, y demás justificadas protestas ante lo que la inmensa mayoría de población veía como la mayor mentira gubernamental desde el franquismo.
Toda esa rabia, indignación y protestas se acabaron politizando en las urnas, donde la soberanía española otorgó su confianza mayoritaria al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, que obtuvo 164 escaños y poco más de 11 millones de votos; frente a los 148 escaños y 9.750.000 votos de un derrotado PP que perdió unas elecciones que la semana antes tenía aseguradas.
El PP asumió con cierta elegancia la derrota electoral, aunque después se daría a conocer que esa noche en Génova 13, el candidato Mariano Rajoy le dijo a Aznar una frase que quedaría para los anales: “Tú, y tu maldita guerra”. Como dijo el presidente Zapatero: “El Partido Popular no puede hablar de la unidad europea, porque dividió Europa. El Partido Popular no puede hablar de la Constitución europea, porque bloqueó la constitución europea. El Partido Popular no puede hablar de la paz, porque nos llevó a la guerra". No olvidamos; vuestras guerras, nuestros muertos. Ayer, hoy y siempre: No a la guerra.