Me pregunto qué será de todos esos pequeños negocios tan habituales: tiendas de alimentación, mercerías, ferreterías, tiendas de electricidad, etc. De los pequeños bares y quioscos. El negocio de toda la vida, o ese primer negocio, en que se puso tanta ilusión como esfuerzo para levantarlo y que, a lo mejor, desde hace unos años se ha vuelto frágil por las presiones económicas de todo tipo (alquileres, subidas de precios en origen...). Les hará falta dinero para volverlos a lo que eran, pero también energías, ánimos.
La Atención Primaria sanitaria ha quedado tocada. Centros muy afectados que habrá que averiguar si pueden volver a funcionar. Centros que, aunque inundados, se podrán poner en marcha pronto. Y mientras, ¿a quiénes pueden recurrir las personas de esos pueblos, cómo se las asiste? Una solución para personas vulnerables y/o aisladas podría ser que se dotara de mayor personal a esos centros para que el Centro de Salud se pudiera desplazar a sus domicilios y atenderlas. ¿Se realizarán las contrataciones necesarias en las bolsas de trabajo del sistema público o con destinar presupuesto a edificios y equipamientos se considerará suficiente?
Hay vulnerabilidades que se me pasan por la cabeza: las personas muy ancianas, las personas con problemas de movilidad, las enfermas graves, las de hogares monoparentales con críos pequeñitos... Pueden estar más aisladas que el resto para su vida cotidiana. El ascensor no funciona, es un piso alto. Vivían en un bajo que ahora ya no es su hogar. Para todo esto no basta solo con solicitar una ayuda.
Otros vulnerables, las personas migrantes y aún más las personas migrantes sin papeles. Todas esas personas que trabajan en los campos y los frutales, en el cuidado de los mayores y la limpieza, etc. Todas esas personas que contribuyen al bien común de nuestra sociedad, ¿podrán seguir trabajando si las cosechas están perdidas y los campos inundados?, ¿si a lo mejor tienen que prescindir de sus servicios o en transporte público todavía no pueden acceder a sus trabajos? ¿Cómo serán tratados, qué ayudas recibirán, las podrán solicitar? El hecho de solicitarlas, es decir, visibilizarse ante los ojos de la Administración ¿les puede costar la expulsión del país con la actual Ley de Extranjería? ¿O la solución para parte de ellas será renunciar a cualquier tipo de ayuda o apoyo para no ponerse en riesgo?
Los campos, las cosechas, los frutales, el arbolado están perdidos bajo el barro. Las pérdidas directas de lo que ya había fructificado, la pérdida a medio y, quizá, largo plazo de unos suelos que no volverán tan fácilmente a recuperar su composición óptima para el cultivo. Para los árboles también está en riesgo la salud, sus raíces ahogadas, faltas de ventilación bajo la manta de barro. La posibilidad de que queden contaminadas las aguas subterráneas. Llegarán ayudas a los agricultores, podrán paliar pérdidas, pero después ¿qué?, ¿cómo se recupera ese suelo para que vuelva a ser productivo? Y no es lo mismo un gran propietario que un pequeño propietario, hay mucho menos de donde tirar para salir adelante.
El gran colectivo de las personas que trabajan de autónomas. Sus materiales, sus vehículos, sus pequeños locales, etc., ¿qué ha sido de ellos? ¿Qué será del transportista autónomo que invirtió en su camión, ahora desaparecido o inútil? ¿Y de las pequeñas editoriales que tenían todo su fondo editorial depositado en distribuidoras ahora anegadas y los han perdido, y, por añadidura, la maquinaria? Es tan grande este colectivo, tan diverso, que cada cual puede mirar a su alrededor y hacerse una idea de sus pérdidas.
Y a la hora de “arreglar papeles”, ¿se facilitará de hecho, no de palabra o intención, que todas las personas puedan hacerlo con sencillez y, en caso necesario, cuenten con apoyo? Para solicitar las ayudas, para solicitar los papeles necesarios para esas ayudas, ¿habrá formas de hacerlo que no sea solo por internet? No vivimos en 2050, que ya dejó de existir el analfabetismo digital. Incluso personas capacitadas para manejarse con facilidad en estos asuntos, ¿están en las condiciones mentales y emocionales idóneas para hacerlo o están aún en shock? ¿A cuántos se les llevó la riada su ordenador? ¿Personas de carne y hueso se desplazarán a todas esas zonas tan dañadas para apoyar uno por uno a quien lo necesite, serán contratadas a tal efecto?
La salud mental de toda la población directamente afectada por esta catástrofe. ¿Se optará por los fármacos o se les proporcionará un apoyo terapéutico adecuado? Ninguna pastilla ayuda a superar el duelo de las pérdidas de seres queridos y las pérdidas personales, de las pérdidas de un hogar y materiales, de medios de vida, de subsistencia económica. En todo caso adormecen el dolor, el sufrimiento. ¿Se considerará la posibilidad de la asistencia comunitaria?, ¿la creación de Equipos comunitarios que visiten a las familias como aconsejan personas expertas? Y las personas, los niños y niñas, que desarrollen un shock postraumático ¿encontrarán la asistencia terapéutica adecuada por larga que haya de ser?
¿Se ocupará el sistema sanitario público de la Generalitat de atender esta necesidad tan importante como la material? La administración autonómica, la Generalitat Valenciana, ¿estará dispuesta a sacar de sus arcas hasta el último céntimo para atender a sus ciudadanos, a su pueblo? ¿Activará y creará bolsas de trabajo públicas para todo lo que se necesite o aprovechará para subcontratar servicios a empresas privadas? Cuando habla de reconstrucción, ¿se llevará a cabo poniendo coto a las empresas buitre del ladrillo o se las dejará hacer su agosto?
Y para el día después, una vez que el presidente valenciano se ha lavado las manos públicamente de responsabilidades, ¿el gobierno de la Generalitat pondrá en marcha todas las medidas necesarias para prevenir y paliar en la mayor medida posible los daños que puedan ocasionar sucesos como este? Me refiero a algo más que aprender a activar una alerta. A considerar lo que es adecuado y perjudicial en asentamientos humanos, agricultura, vías de comunicación, atención pública, etc. Las previsiones de los científicos de que estos fenómenos climáticos extremos seguirán aumentando en frecuencia e intensidad no es baladí.
Estas preguntas me las hago desde la lejanía y, de seguro, no son ni una centésima parte de las que se hacen las personas afectadas. Lo que no necesito preguntarme es quiénes salen peor parados. Salen perdiendo, lo tienen más difícil para recuperarse, quienes ya de antemano vivían en una situación precaria, inestable, con una economía rota o cogida con alfileres. Como se suele decir: los de siempre. La pobreza es un factor añadido constante en cualquier tipo de catástrofe.
Más allá de políticos y gobernantes ineptos e irresponsables están las personas, esperando. La solidaridad y el apoyo mutuo no lo pueden solucionar todo. La otra parte que tiene que asumir sus responsabilidades es la estructuras político-administrativa estatal y autonómica: para eso los votamos, para eso pagamos impuestos, para que estén disponibles para el bien público.
Y el bien público pasa ahora en Valencia, también, por atender el día después y por diseñar y estructurar todo lo público para que ese fenómeno de gota fría (dana en este caso) que ocurre cada año en la Comunidad Valenciana produzca los menos efectos dañinos posibles.
Los políticos son muy libres de creer o no en el cambio climático, pero a la hora de gobernar tienen la obligación moral y política de guardarse sus creencias en el bolsillo y atender a las realidades: el Mediterráneo se recalienta, evapora grandes cantidades de agua que arriba quedan y si se dan determinadas condiciones, caerán de forma torrencial y destructiva. Solo la prevención basada en datos científicos e históricos, en el sentido común, en la consulta a personas expertas de diferentes campos y destinar unos fondos y presupuestos suficientes puede aminorar los efectos.
Puesto que las grandes corporaciones y los países con mayor capacidad no toman responsabilidad seria para evitar un aceleramiento de los efectos del cambio climático, a la gente de a pie no nos queda más remedio que exigir a nuestros gobernantes, a quienes votamos, que tomen partido por nosotros, por nuestras vidas y bienestar, por el bien público, porque para eso se los votó, para que respeten el pacto original de los estados democráticos: te concedo la representación a cambio de que veles por el bien común. Y el bien común no es el bien de unos pocos ni el bien del propio representante, es las condiciones de vida que nos pertenecen a todos.
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