El día 7 de octubre de 2023 supuso el mayor desencuentro internacional de la historia post segunda guerra mundial. Occidente y sus valores democráticos sobre derechos humanos quedaron al descubierto y se mostraron de cartón piedra para determinados pueblos. El gobierno sionista de ultraderecha que dirige el Estado de Israel da pavor, más cuando adalides de los derechos humanos como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania o España miran hacia otro lado ante tan terrible matanza de seres humanos indefensos e inocentes en Gaza, de los que la mitad son niños y niñas. Israel hoy es el martillo que aplasta. El sionismo israelí actúa como el nazismo.
Ningún acto terrorista puede justificar el asedio, el corte de agua, de luz y la restricción de alimentos. Que Israel se atreva a censurar a la ONU, a pedir la dimisión de su secretario general, Antonio Guterres, declarándolo persona non grata, no es solo un despropósito temerario y desnortado, es que olvida lo que las Naciones Unidas, la comunidad internacional, han hecho, hacen, por la existencia del Estado de Israel. Pisotear así la historia, tirando por la alcantarilla el trabajo de años en la única solución posible, cual es, la existencia de dos Estados, el israelí y el palestino, sitúa el presente en un futuro más que incierto. Que los líderes de occidente animen, dejen hacer, o guarden silencio, es complicidad con el genocidio planificado de una población del que Occidente tendrá por los siglos un repugnante recuerdo del que tendrá que pedir perdón. Por cierto, a Israel le ha pasado con Hamás lo que, a Estados Unidos con Ben Laden, de asociados a enemigos acérrimos y mortales. El escorpión siempre pica y es mortal.
La movilización de la ciudadanía en Europa a favor de los derechos humanos, contra la ocupación y el apartheid que Israel impone a Palestina, constituye un valor de especial relevancia para obligar a los gobiernos de la Unión Europea a retornar al espíritu de paz que debería presidir siempre los valores democráticos y de paz europeos.
Hay un riesgo real de que el conflicto se extienda en Oriente Próximo, para intentar evitarlo, el respeto a los derechos humanos y el cumplimiento del derecho internacional es la condición para que la buena diplomacia se imponga al enfrentamiento armado y es la ONU el escenario idóneo para un acuerdo de paz que tenga como colofón la existencia de dos Estados que deben verse como aliados y no como enemigos.
Es muy doloroso ver que los medios de comunicación de la derecha y la progresía mediática comparten titulares de connivencia con el asesinato de miles de inocentes, de cooperantes de la ONU, justificando directa o indirectamente el bombardeo de hospitales, de campos de refugiados para abatir, según se ha dicho, a un comandante de Hamás. ¿Se imaginan que el gobierno español hubiera ordenado al ejército bombardear por tierra, mar y aire para luego entrar a sangre y fuego en Euskadi para acabar con los líderes de ETA, y que a esa acción se definiera como guerra entre España y la banda terrorista? Pues eso es lo que está haciendo Israel en Palestina. Los medios de comunicación en una democracia avanzada están para informar veraz y objetivamente, no para ser propagandistas animadores del genocidio del pueblo palestino por el gobierno sionista israelí, sin ni siquiera mostrar la más mínima queja, ni condena, por los compañeros y compañeras periodistas asesinados y sus familias.
Estos días, salvo la ministra Ione Belarra, no hay ninguna otra persona dirigente política española que haga valer el acuerdo del Congreso de los Diputados habido en 2014, por el que se instó al gobierno de España a reconocer a Palestina como Estado. La valentía que está demostrando la líder de Podemos en la defensa de los derechos humanos del pueblo palestino, el respeto y cumplimiento del derecho internacional y la legislación universal, de las que España es parte, condenando los crímenes de guerra, señalando con claridad a los responsables y solicitando que los mismos sean investigados por la Corte Penal Internacional es admirable y digna de reconocimiento. Como andaluz siento especial orgullo de que esta navarra defienda, junto con el secretario general de la ONU a nivel global, el compromiso del pueblo español por la paz y contra el genocidio del pueblo palestino.