Sí, en pleno siglo XXI vuelve un programa, 'Vaya Tela', con menos mala baba que el tomate, la salsa rosa o los sálvame, pero que tira de la crónica rosa abominable de la que pensábamos habernos librado en la televisión pública andaluza.
Parece que fue ayer, pero hace ya algunos años que en la televisión pública andaluza no se oían la lenguas sibilinas, los alaridos de la prensa rosa, ni los cotilleos de casa puerta. Esto, si bien no otorga grandes logros de audiencia, al menos dota de calidad y dignidad el contenido que se ofrece al espectador y, por extensión, al contribuyente que la mantiene.
Así, vimos como acabó Contraportada, programa que desgranaba la actualidad del corazoneo andaluz, siempre desde un enfoque respetuoso y destacando las venturas y desventuras de la alta alcurnia, que dirigido por Inmaculada Casal se mantuvo en parrilla doce años. También fuimos testigos de contenidos rosas tirando a amarillo chillón, que se colaban en otros magazines tras la sobremesa, con rancios y jocosos comentarios sobre los dimes y diretes del famoseo, y que tal vez culminara en el programa de Bravo por la Tarde, en 2002, con la intervención telefónica de una agónica tonadillera en la que pedía respeto por su marido muerto en el aniversario de su muerte. Contenidos que en una televisión pública, mantenida en su mayoría con presupuesto público, hacen poco bien a la ciudadanía más que cortarle la digestión al espectador con tanta bilis.
Incluso sus directivos se congratulaban de la proeza de sacar estos contenidos de la programación, como así plasmaba Joaquín Durán durante su intervención en las jornadas “Medios de comunicación e igualdad: una alianza necesaria”, organizado por el Consejo Audiovisual de Andalucía en mayo de 2014 y de la que fui testigo. Allí, el subdirector general de RTVA, destacaba que la cadena había hecho un sacrificio importante al prescindir de los culebrones -un producto barato con buenos resultados de audiencia-, así como de algunos programas de corazón que no se emitían desde hacía tiempo. En los cuales la imagen de la mujer distaba mucho de ser igualitaria con respecto a la del hombre, y en las que se explotaban unos roles muy sexistas.
Pues bien, años más tarde, enciendo la tele y parece que estoy en un capítulo de Cuéntame o he viajado por el Ministerio del Tiempo. Sí, creíamos que los espacios del corazón habían desaparecido de la parrilla de Canal Sur. Sí, esos contenidos que relegaban a la mujer 'famosa' al papel de esposa, madre o amante de un hombre, de la que sólo interesaba si ha encontrado su media naranja, si se va a casar o tener hijos, despreciando cualquier logro profesional. Sí, en pleno siglo XXI vuelve un programa Vaya Tela, con menos mala baba que el tomate, la salsa rosa o los sálvame, pero que tira de la crónica rosa abominable de la que pensábamos habernos librado en la televisión pública andaluza. Que si Letizia estrena vestido pero repite peinado, que si Fran Rivera publica sus vacaciones en Twitter, que si Cayetana Martínez de Irujo no tiene pareja estable y está viviendo la vida loca... Y este es nivel, Maribel... ¡viva la tele pública y vivan nuestros impuestos!.
En el programa del pasado 6 de mayo dedicaron una pieza a Lolita Flores, quien aunque cumplía años con “un -gran- éxito profesional y familiar”, prefirieron destacar un 'noviómetro' que enumeraba la cifra de romances, “pocos pero intensos”-según se narraba- que ha tenido a lo largo de su vida. Este hecho provocó la reprimenda de Juan y Medio -a cuyo espacio daba paso la presentadora de Vaya Tela-, quien desmintió la información vertida por sus compañeros, al haberlo incluido en la lista de pretendientes. Independientemente de lo aludido que se pueda sentir el presentador y del poco rigor que el corazoneo ha tenido siempre a base de chismes, al resto de mortales nos importa muy poco de quien se haya enamorado mengano y fulano. De nada nos sirve que nos obliguen a decir “todas y todos” en pro de la inclusión y la igualdad de género, si luego nuestras niñas perciben la idea que para ser protagonistas en esta vida hay que ser hija, madre o esposa de.
Cuando hay que hacer recortes y se merma la calidad -llegando incluso a desaparecer cadenas como fue el caso de Canal Andalucía 2, con una oferta de contenido alternativo y pedagógico que distaba mucho de la que ofrece Canal Sur-, cuando compañeras y compañeros que trabajaban en informativos o programas de interés público van al paro poniendo como excusa la austeridad, no me vale que me vengan con un programa del corazón que insulta la inteligencia ciudadana, que explota un rol sexista de la mujer y que ni es informativo, ni didáctico, ni entretiene.
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